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sábado, 19 de septiembre de 2009

No te detengas

No te detengas

No dejes que termine el día
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite
el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer
de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase
nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte
en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor
de los errores: el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye.
"Emito mis alaridos por los techos
de este mundo", -dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía
sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar
en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron;
nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida
te pase a ti sin que la vivas
Walt Whitman


Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 – Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892): Es uno de los mayores poetas estadounidenses. Su obra lírica se concentra en las sucesivas ediciones de Hojas de hierba, con un estilo lírico o épico (poético narrativo), de versos amplios y frecuentes paralelismos, que remite al de los salmos bíblicos. Tardó ocho ediciones en completarla: la primera de 1855 y la última, revisada desde el lecho de muerte, de 1892, cuando contaba con 73 años de edad. La primera edición debió publicarla por sí mismo, pues no encontró editor que lo hiciera. En esa obra canta a la naturaleza, a la individualidad, la sensualidad, el sexo, y a la necesidad de que todos los seres humanos comulguen en una dirección común.