El río, al pasar por mi casa,
pasa solo con sus piedras,
no quiere mostrar sus aguas,
anda huyendo de si mismo.
Pobre río, perezoso,
ya no quiere saludarme.
La Luna, cuando me ve,
se esconde tras la montaña,
un muerciélago bosteza
y una alondra se levanta.
Ten cuidado, buen amigo,
con las gaviotas que pasan,
no se lleven en sus picos
tu corazón hecho bandas.
Esperanza E Serrano
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