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jueves, 22 de julio de 2010

La historia se repite, pero aquella vez...


Por varias décadas el régimen de los hermanos Castro ha usado la liberación-deportación de los presos políticos como válvula de escape cada vez que se han visto con la soga al cuello. Los usan como canje cuando ven amenazados sus intereses.
Excarcelaciones que no son gratuitas porque siempre están condicionadas por los caprichos y necesidades de la tiranía cuyo único objetivo es mantenerse como dueña absoluta de Cuba. De una forma u otra, con demagogia, promesas y con pequeños "gestos humanitarios" siempre han logrado sus objetivos gracias, en gran medida, a sus cómplices y a la mediación de gobiernos izquierdistas españoles, de demócratas norteamericanos y de algunas figuras públicas de renombre internacional.
En estos días hemos sido testigos de la excarcelación y deportación de algunos presos del grupo de los 75 encarcelados en las redadas de la Primavera Negra del 2003. La tiranía necesita con urgencia una inyección salvadora llamada "cambio de la posicion de la Unión Europea, plus, permiso de viajes de turistas norteamericanos a la isla". Inyección que también ayudaría a la enferma España que tiene grandes intereses económicos en peligro en la isla, fundamentalmente por inversiones en la industria turística cubana. Pero esta vez ha entrado un nuevo factor como mediador, tambien con intereses en la isla caribeña: la Iglesia Católica. Su Cardenal Jaime Ortega Alamino, ha entrado en el juego entre la tiranía y la madre patria, presentándose como mediador y "vocero" de los intereses y reclamos de los presos.
Lástima que esa Iglesia se haya mantenido de espaldas, (y quizas todavía se mantenga) a la tragedia de otros presos politicos cubanos. A esa Iglesia redentora y conciliatoria parece que se le olvida que en Cuba hay muchos presos politicos, verdaderos opositores al régimen, hombres de acción que están cumpliendo condenas excesivas por actuar, con hechos, contra el régimen opresor.
De esos presos muy pocos hablan. Según declaraciones recientes del Presidente del Parlamento Cubano, Ricardo Alarcón, es muy probable que permanezcan en las ergástulas castristas. Para ellos no habrá "perdón" . Y probablemente nadie interceda por ellos.
Hoy, recorriendo la blogosfera cubana, visitando un blog amigo me encontré este testimonio que corrobora cómo la historia se repite, pero con ligeras diferencias. Aquella vez no intervino la Iglesia pero los presos salieron directamente de la cárcel al destierro con destino a la madre patria.

De La Habana a España y Cuba sin libertadores.
Por Manuel Pozo

El 29 de abri de 1992 amaneció como un día cualquiera en la prisión del Combinado del Este, en La Habana. La mañana transcurrió como muchas de los 9 años de mi prisión política. Claro, todas no amanecieron en las ergástulas del este de la capital cubana. Muchos días, cientos y cientos de ellos comenzaron en otros cautiverios. De Oriente y Camaguey, por ejemplo. Pero este día sí amaneció, especial y para cambiar el curso enrejado de mi vida, allí, en el Combinado del Este.
Serían las diez de la mañana aproximadamente cuando subimos a tomar un poco de sol en la azotea del edificio #2. Estoy hablando del 5to nivel de esa construcción; en el cuarto piso "viviamos" los presos politicos del "Nuevo presidio Político Plantado", otro grupo de prisioneros políticos (de igual manera luchadores por la libertad de la patria) y en otra ala del piso los extranjeros presos en Cuba por diferentes razones, desde tráfico de drogas hasta espionaje.
Habíamos instalado una especie de aro de baloncesto allá arriba y algunos competíamos a nuestra manera cada vez que nos daban un tiempo de sol, jugando "guerrillas" de tres pa' tres con lo que pasábamos el mejor tiempo que yo recuerde de mis últimos días en la prisión. Otros corrían alrededor de los 60 metros cuadrados que nos dejaba esta área y los menos caminaban meditabundos como queriendo romper la altura y las alambradas para caer quién sabe dónde.
Era una hora, o tal vez un poco más de sol reglamentario que ultimamente los carceleros venían cumpliendo con aceptable frecuencia, nunca antes vista en mi tiempo de prisionero político. Las razones? El plan decidido de destierro.
Agotábamos el tiempo de sol, cuando irrumpieron 2 conocidos altos oficiales del G-2 (policía política-represiva), y tres guardias de la prisión. Por orden: me llamaron a mí, al profesor Esteban González González, su nuero Manuel Regueiro Robaina y Arturo Montané Ruíz, todos miembros del MOVIMIENTO INTEGRACIONISTA DEMOCRATICO y encarcelados por Rebelión en Grado de Conspiración en septiembre de 1989. Excepto el profesor González todos eramos reincidentes en causas políticas.
Ya corría fuerte el comentario de ciertas gestiones que se estaban efectuando entre el gobierno de Felipe González y la dirección de la dictadura cubana. Participaban en estas secretas negociaciones, Manuel Fraga Iribarne y la Xunta de Galicia. Y todo por una propuesta de Amnistía Internacional de Lugo, Galicia, quienes le propusieron al gobernante gallego que aprovechara sus buenas relaciones con Fidel Castro para abogar por nuestra liberación y la de otros 17 presos políticos del Combinado del Este.
El primer liberado y desterrado a España fue Roberto Calveiro León. Lo sacaron una tarde de la prisión y después supimos que estaba en Pontevedra, Galicia.
Catorce días después fuimos escoltados desde la azotea del edificio #2 hasta nuestras celdas, recogimos muy pocas cosas, solamente nos dejaron tomar "lo necesario" y sin explicarnos absolutamente nada nos llevaron a LAS OFICINAS DE ORDEN INTERIOR en el exterior penal y allí nos separaron en cubículos. En ese momento el coronel Nelson de la seguridad del estado nos reunió en la recepción del departamento donde estábamos y nos entregó unos sacos de vestir y sus respectivas corbatas para tomarnos las fotos de nuestros pasaportes. Aquí nos comunicaron que saldríamos hacia Madrid en un vuelo que partiría del aeropuerto habanero a las 8pm.
Aqui pasó algo que merece narrarse: Cuando estabámos reunidos para la foto y el show de los trajes, nos percatamos que faltaba Arturo Montané. Le reclamámos a los oficiales G-2 sobre su ausencia y nos explicaron que Arturo desistió en viajar. Que puso como condiciones viajar con su familia y de otra forma se quedaría en la cárcel.
En principio no creímos en las palabras nunca honestas de estos tipos, pero ya Arturo nos había dicho anteriormente que de darse esta posibilidad él no viajaría. Era el que menos años tenía echado de todos nosotros y decidió pasarlo en la prisión antes de dejar a su familia atrás. De todas formas le exigimos a la seguridad y a los carceleros que nos dejaran hablar antes con Arturo y así fue. Me escoltaron a mí hasta el edificio, bajaron a Arturo y él me ratificó su decisión. Fue fuerte la separación. Somos amigos desde muchachos y hermanos de esta causa. Hicimos una extensa huelga juntos en Camagüey y separarnos en estas condiciones nos afectó a todos.
Salimos directamente de la prisión hasta la terminal aérea. Ya trajeados y con pasaportes visados en mano. En el aeropuerto estaba Don Toribio, entonces cónsul español en Cuba. Acompañándole estaban nuestros familiares. La sorpresa de vernos elegantes y con trajes a la medida causó lagrimas y alegrías. Fue la última vez que vi a mi madre hasta rencontrarme con ella en Santiago de Compostela 6 años después y la última ocasión que vi a mi hermano hasta febrero de este año, cuando nos encontramos en la ciudad de Miami después de que mi madre lo reclamara amparada en su titánica ciudadanía americana.
Ahora todos estamos escuchando y mirando en los noticieros sobre la salida de otro nutrido grupo de prisioneros políticos hacia España. Las razones pueden ser parecidas. Aunque yo me quedo con mi grupo. Es cuestión de gusto y generación solamente.
De nuevo el salvavidas de la madre patria. Alguien se ahoga y aparecen. Y quienes se ahogan? Así es como veo este asunto:
En el 1992, el presidio político cubano comenzaba a alcanzar la fuerza que tuvo aquel presidio histórico que existió en las peores prisiones de Cuba. Aquellos hombre nos legaron una posición y conductas que asumir dentro del perverso cautiverio. Nos fuimos amontonando y organizando en el Combinado del Este y ya fue tarde para el gobierno cuando quisieron trasladarnos a diferentes prisiones para someternos, cosa que hicieron empleando especiales maltratos y severas golpizas. El Nuevo Presidio Político Plantado era un hecho, protestas tras protestas, huelgas tras huelgas. Comunicados y denuncias salían desde la prisión hacia Miami y Ginebra.
A las prisiones que llegamos desde La Habana, allí seguíamos nuestra labor y tan plantados como cuando salimos en penitencia desde nuestra posición. En Miami, todas las emisoras cubanas respaldaban nuestra misión y lo que nos sucedía.
La Voz de la Fundación y como siempre Ninoska Pérez narró aquel traslado en tren hasta Camagüey como si estuviera con nosotros. Pude leer algunas cosas que escribió sobre el suceso una vez que llegué al exilio. Por lo que siempre le debo respeto. Y así ha seguido la esposa de Martín Pérez y de la causa cubana.
El caldo se le puso caliente al gobierno. Apareció el grupo de madres Leonor Pérez, principio de Las Damas de Blanco, que al igual que las Damas actuales, pelearon por tenernos en libertad, denunciaron en donde pudieron y como pudieron las tremendas palizas y pidieron de mil maneras que la tiranía nos devolviera al Combinado del Este, de donde fuimos sacados en un asalto armado y numeroso por las fuerzas del MININT y efectivos de Cárceles y Prisiones. El 1ro de enero de 1991, redactamos el Comunicado 1/91 y se lo entregamos al capitan Guevara, jefe entonces del Combinado del Este. Ya sin ropa, llamamos al guardia de turno en el piso y le entregamos el comunicado que entre otras cosas demandaba desde el peor lugar de la tiranía "la disolución integra del actual gobierno y de todo su aparato represivo". Lo firmamos 14 presos del Nuevo Presidio Político Plantado, pero en ese momento ya había salido hacia el exterior para conocimiento del mundo. El operativo de nuestro traslado forzoso y violento se efectuó el 15 de enero. En la madrugada y muy bien planificado.
Ya nos tenían concentrado en una celda del exterior penal y varios carros jaulas nos llevaron hasta la terminal de trenes de La Habana. Viajamos en un vagón habilitado para estos traslados, los catorce. El tren llegó hasta Santiago de Cuba e hizo paradas en Matanza, Las Villas, Camaguey y Oriente. Entre esas provincias nos repartieron. Tal como subimos al tren -en paños menores-, nos fueron bajando, a la vista de todos y sin reparar en gritos, insultos y empujones.
Llegando a las prisiones que nos tocó empezaron las golpizas. Permanecimos días esposados; incluso un hermano del grupo, Orlando Patricio Domínguez de la Coba, quien carecía de su brazo derecho (Orlando el manco o tubo de escape como el mismo se apodaba) estuvo tres días esposado de su único brazo y unicamente fue desposado por orden de uno de los médicos civiles del Hospital Amalia Simones, de la ciudad de Camaguey.
El sacrificio fue tremendo. Nadie murió gracias a Dios, pero 12 de los 14 prisioneros hicimos semanas y semanas de huelgas de hambre. Poco a poco empezo el retorno del grupo al Combinado. El mundo supo a través de la radio de Miami y algunas noticias de la prensa de lo que nos sucedía, en marzo de ese año se habló del crimen en la reunión anual de Ginebra. Nuestros familiares y amigos en la calle denunciaban y denunciaban.
Una vez Martín Pérez, el cubanazo de 28 gloriosos años en la peor prisión política me dijo: "La mayor oposición que ha tenido el comunismo castrista ha estado en las prisiones, de ahí los mejores hombres". Y qué verdad tan sabia y vitalicia.
Pues el gobierno acabó con aquel reducto de hombres valientes y decididos a todo. El gobierno alcanzó el salvavidas de Madrid. Deshizo el presidio político de entonces enviándonos a España. Desterrándonos a Madrid, a Galicia y otras regiones peninsulares.
Hoy siento mucho lo que les está sucediendo a los nuevos opositores, presos políticos y disidentes en la Isla. Sé que no es fácil desperdiciar la libertad. Celebro que la disfruten, aunque lo lamento por la patria. Hoy siento y ha sido un cargo de conciencia haber aceptado salir de Cuba en el momento que me lo impusieron. En el momento que sabía éramos una terrible carga para la dictadura castrista. De pronto desaparecimos, vinimos al exilio, pero nada era igual. Me siento mal cuando sé que estuvimos en un muy importante rol histórico y que lo cambiamos por una visa de desterrados.
Sé que pude haber dicho que no. Presionar un poco más. Haber pedido por lo menos que me dejaran salir con mi familia.
Allá se quedó todo. Mis golpizas. Mi padre al que no pude ver cuando murió. Mis huelgas de hambre. Se quedaron algunos hermanos que aún están en prisión desde entonces, como Arturo Suárez Ramos. Y sobre todo se quedó lo qué pudo suceder si hubieramos seguido plantados y no hubieramos aceptado aquella oportuna convocatoria del gobierno español para que felizmente se acabara la amenaza que representábamos para la barbarie de los Castros. De nuevo el presidio es divisa de intercambio. Esta vez Moratino, España y el extraño Cardenal de La Habana fueron portavoces del destierro. Y ahí queda la patria esperando por su libertad...
Tomado de


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