Por: Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -En la escala musical, LA es la sexta nota, y el seis está relacionado en muchas culturas con la belleza y el culto solar. LA menor es la misma nota atenuada y algo más oscura, algo así como su reverso. El verano en Cuba tiene muchas caras y una de ellas, de tan habitual, pasa desapercibida como la nota envilecida de un pentagrama enfermo. Es la cara adolescente de la prostitución.
No son tan difíciles de encontrar. Sin usted buscarlas, le salen al paso en la calle, en la noche. No hablan, no proponen nada, solamente te miran pasar por su lado y agitan levemente las llaves de un posible cuarto o una casa. Son muy jóvenes, tan jóvenes que duelen en el corazón y despiertan la compasión.
En etapa de clases, ejercen el oficio los fines de semana, cuando asisten a fiestas, o a centros nocturnos, o se concentran en los alrededores de los establecimientos que ofrecen gastronomía en divisas. Ahora, en período de verano, aumenta su presencia en diversos lugares de la urbe. Se mueven de un lado a otro en grupos de dos y tres, siempre en compañía de un muchacho, tan joven como ellas, que les cobra la protección o casi siempre es el novio “oficial” de una de ellas.
Algunas perdieron su virginidad como parte de la celebración, más o menos aparatosa, de su fiesta de quince años cumplidos. Otras lo hicieron mucho antes, como una manera de salir de “ese molesto obstáculo” para saltar más rápidamente al ruedo de la calle. Muchas han llegado desde ciudades y pueblos del interior del país para probar suerte en la capital.
Según el pago, pueden hacer casi cualquier cosa que la imaginación del cliente les dicte. Generalmente su clientela es formada por cubanos portadores de la moneda fuerte. No descartan a los extranjeros, siempre que todo esté bajo control, incluido el personal policial. A veces, durante el día, se mueven por encargo a la casa de algún “jubilado” con abultada billetera.
Sus padres, hace tiempo, soñaron y trabajaron por un futuro mejor para sus hijos y nietos. Hoy se quedan frente a la televisión, mirando la telenovela de moda, mientras esos hijos y nietos pagan la hipoteca de la supervivencia familiar con sus cuerpos. El “te convido a creerme cuando digo futuro”, de Silvio Rodríguez, quedó sepultado bajo una triste sinfonía compuesta por sexo en LA menor con preludio de reggaetón y coda en clave de pago en CUC.
Si a un cubano, que vivió su adolescencia en la Isla, en la década de los ochenta, del pasado siglo, lo montaran en una máquina del tiempo y lo dejaran caer en estos momentos, seguramente se volvería literalmente loco. Todavía alguien podrá recordar un viejo tema de Pablo Milanés donde se refleja la noche de sábado de una pareja con más amor que recursos: “sábado al fin, terminé de estudiar, te propongo un hermoso plan…”
No hay dialogo actual posible con una muchacha, recién conocida en una noche de sábado, si no se tiene preparado el bolsillo para la compra de las correspondientes cervezas en moneda dura. Previamente, ella estudiará el terreno y calibrará su elección sobre la base de una fórmula que no puede fallar: zapatillas de marca, pantalón de marca, pullover de marca, móvil… Si, como valor añadido, has llegado en algún medio de transporte y tu billetera está ampliamente abultada, mucho mejor. La filosofía de las chicas, en fin de semana, se resume en la frase: “No hay hombres lindos y feos, sino hombres con o sin dinero”.
“Nadie quiere a nadie, se acabó el querer”, profetizo Juan Formell con sus Van Van, hace más de un cuarto de siglo. Valdría añadir el muy cubano refrán,” Si tin tiene, tin vale, y si no tiene, ni tim…bales”.
No es de extrañar entonces que las tarifas suban en la medida que se asciende en la escala del precario circuito del ocio, pálido reflejo de lo que fue la vida nocturna habanera hace décadas. No es lo mismo el sexo en LA menor adquirido en los alrededores de una cafetería en divisas, que cuando se acuerda en la La Casa de la Música de Miramar.
Mientras el “hombre nuevo” se convierte en una caricatura descolorida por el tiempo y la crisis endémica, los viejos corruptos y decrépitos en el poder insisten en fabricar el futuro del país, a la medida de su pasado.
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -En la escala musical, LA es la sexta nota, y el seis está relacionado en muchas culturas con la belleza y el culto solar. LA menor es la misma nota atenuada y algo más oscura, algo así como su reverso. El verano en Cuba tiene muchas caras y una de ellas, de tan habitual, pasa desapercibida como la nota envilecida de un pentagrama enfermo. Es la cara adolescente de la prostitución.
No son tan difíciles de encontrar. Sin usted buscarlas, le salen al paso en la calle, en la noche. No hablan, no proponen nada, solamente te miran pasar por su lado y agitan levemente las llaves de un posible cuarto o una casa. Son muy jóvenes, tan jóvenes que duelen en el corazón y despiertan la compasión.
En etapa de clases, ejercen el oficio los fines de semana, cuando asisten a fiestas, o a centros nocturnos, o se concentran en los alrededores de los establecimientos que ofrecen gastronomía en divisas. Ahora, en período de verano, aumenta su presencia en diversos lugares de la urbe. Se mueven de un lado a otro en grupos de dos y tres, siempre en compañía de un muchacho, tan joven como ellas, que les cobra la protección o casi siempre es el novio “oficial” de una de ellas.
Algunas perdieron su virginidad como parte de la celebración, más o menos aparatosa, de su fiesta de quince años cumplidos. Otras lo hicieron mucho antes, como una manera de salir de “ese molesto obstáculo” para saltar más rápidamente al ruedo de la calle. Muchas han llegado desde ciudades y pueblos del interior del país para probar suerte en la capital.
Según el pago, pueden hacer casi cualquier cosa que la imaginación del cliente les dicte. Generalmente su clientela es formada por cubanos portadores de la moneda fuerte. No descartan a los extranjeros, siempre que todo esté bajo control, incluido el personal policial. A veces, durante el día, se mueven por encargo a la casa de algún “jubilado” con abultada billetera.
Sus padres, hace tiempo, soñaron y trabajaron por un futuro mejor para sus hijos y nietos. Hoy se quedan frente a la televisión, mirando la telenovela de moda, mientras esos hijos y nietos pagan la hipoteca de la supervivencia familiar con sus cuerpos. El “te convido a creerme cuando digo futuro”, de Silvio Rodríguez, quedó sepultado bajo una triste sinfonía compuesta por sexo en LA menor con preludio de reggaetón y coda en clave de pago en CUC.
Si a un cubano, que vivió su adolescencia en la Isla, en la década de los ochenta, del pasado siglo, lo montaran en una máquina del tiempo y lo dejaran caer en estos momentos, seguramente se volvería literalmente loco. Todavía alguien podrá recordar un viejo tema de Pablo Milanés donde se refleja la noche de sábado de una pareja con más amor que recursos: “sábado al fin, terminé de estudiar, te propongo un hermoso plan…”
No hay dialogo actual posible con una muchacha, recién conocida en una noche de sábado, si no se tiene preparado el bolsillo para la compra de las correspondientes cervezas en moneda dura. Previamente, ella estudiará el terreno y calibrará su elección sobre la base de una fórmula que no puede fallar: zapatillas de marca, pantalón de marca, pullover de marca, móvil… Si, como valor añadido, has llegado en algún medio de transporte y tu billetera está ampliamente abultada, mucho mejor. La filosofía de las chicas, en fin de semana, se resume en la frase: “No hay hombres lindos y feos, sino hombres con o sin dinero”.
“Nadie quiere a nadie, se acabó el querer”, profetizo Juan Formell con sus Van Van, hace más de un cuarto de siglo. Valdría añadir el muy cubano refrán,” Si tin tiene, tin vale, y si no tiene, ni tim…bales”.
No es de extrañar entonces que las tarifas suban en la medida que se asciende en la escala del precario circuito del ocio, pálido reflejo de lo que fue la vida nocturna habanera hace décadas. No es lo mismo el sexo en LA menor adquirido en los alrededores de una cafetería en divisas, que cuando se acuerda en la La Casa de la Música de Miramar.
Mientras el “hombre nuevo” se convierte en una caricatura descolorida por el tiempo y la crisis endémica, los viejos corruptos y decrépitos en el poder insisten en fabricar el futuro del país, a la medida de su pasado.
Sobre el autor
Camilo Ernesto Olivera Peidro
-Ciudad de la Habana, (14 de Septiembre 1970)
-Guionista e investigador
- Ha participado en los eventos teóricos en casi todos los Festivales de
rock que se realizan en cuba desde el 2001hasta la actualidad.
-Taller de guión, producción y realización de espectáculos musicales
(UNEAC, CARICATO) 2004
Graduado del Curso de guión y dramaturgia para televisión
(Departamento de capacitación.Teletransmisora ICRT) 2006
Colaborador en publicaciones cubanas de carácter no oficial
relacionadas con el género rock como, ¨El Punto G¨, ¨Insanedrac¨,
¨Ilusion¨.
Desde diciembre de 2007, forma parte de la Agencia Cubana de Rock, donde
labora como promotor cultural y miembro del Consejo editorial de la
revista ¨Rock del Patio¨ (en proceso).Textos suyos aparecen publicados
en ¨La Corchea¨ (ICM), sitios Webs: AHS, maximrock.com, cubametal.com,
esquife.cu, Cubaencuentro, Voces, Cubanet y Diario de Cuba.
M'as sobre la Cuba castrsita por el mismo autor
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