El estado crítico de los recursos naturales en Cuba es otro problema serio que tendrá que enfrentar la tiranía, por ser la causante número uno del estado de depauperación actual en que éstos se encuentran debido, en gran medida, al abuso y uso indiscriminado de esos recursos.
El Estado Socialista Cubano es el responsable del abandono de las tierras de cultivo, hoy llenas de marabú. Ese mismo Estado, con sus leyes absurdas y sus tomas de decisiones alocadas, es el mismo que ordenó el desvio de los ríos, el cierre de balnearios térmicos y medicinales (Santa Fe, Isla de Pinos),destruyó el hermoso Salto del Hanabanilla, desvío carreteras, y dedicó recursos materiales excesivos para la construcción de represas, para almacenar agua.A la vuelta de los años, esas represas están secas, (como la del río Zaza, con su mismo nombre) semisecas o contaminadas.
Ese mismo gobierno ordenó la construcción de pedraplenes para facilitar el acceso a las nuevas instalaciones turisticas sin tener en cuenta la afectación de las zonas costeras, de las bahías naturales y del ecosistema en general.
En todo este más de medio siglo de tiranía no ha existido en Cuba una política acertada sobre la protección al medio ambiente a lo largo de todo el territorio nacional. En muy contadas zonas del país se han respetado los bosques naturales. En casi todas las provincias ha prevalecido la tala indiscriminada de árboles maderables y frutales. La Sierra del Rosario en Pinar del Río, considerada hoy como un pulmón natural en el Caribe, es una excepción. Cuba por su geografía y por su clima tropical siempre fue un hermoso jardín con una vegetación exhuberante la cual ayudaba a equilibrar los efectos de las temporadas de pocas lluvias, además de ser una capa protectora del suelo.
En la década del 90, en pleno "Periodo Especial en tiempo de Paz" (época de aguda crisis a la que se le dio ese nombre rimbombante) a pesar de todos los problemas,- o quizas por los mismos-,se desató en todo el país una loca y desenfrenada perforación en lomas, montañas y terrenos llanos para construir refugios bajo tierra, verdaderas cuidadelas que al paso de los años han quedado abandonadas pero que consumieron grandes recursos materiales y económicos en momentos en que la hambruna azotaba fuertemente al pueblo cubano. Refugios construidos para, supuestamente, proteger a la población ante "el peligro inminente" (según decía el comandante en jefe) de una guerra con Estados Unidos, la cual "podía estallar, según él, "en cualquier momento y había que estar preparados". La guerra nunca ocurrió pero grandes recursos materiales y naturales del país fueron destinados a la misma sin tener en cuenta las necesidades reales, y las aspiraciones de la sociedad cubana.
Ese mismo Estado es el que no se ha ocupado en 51 años, de dar mantenimiento a la red de acueductos de la capital y de las ciudades existentes antes del 59, como tampoco lo ha hecho con los que ha construido en determinados lugares estratégicos. La lista es interminable.
Hoy, con con dolor e indignación he leído en el periodico Granma, una parte del informe presentado por la Comisión de Energía y Medio Ambiente del Parlamento Cubano que en estos días sesiona en la Habana:
"El suelo constituye el recurso natural más dañado en el país, con el 77% de la superficie agrícola declarada como poco productiva, mientras el agua resulta el más amenazado
"La compleja situación descrita por estos números, unido al incremento de la vulner"abilidad de los ecosistemas, producto de los efectos del Cambio Climático y de una inadecuada gestión ambiental, suscitó el intercambio entre los parlamentarios de la Comisión sobre Energía y Medio Ambiente.
"Para mitigar la incidencia de la erosión, acidez, compactación y baja fertilidad, entre otros procesos degradables, Dagoberto Rodríguez, director general del Instituto de Suelos, anunció la puesta en práctica de un Programa Nacional de Conservación y Mejoramiento, el cual exige potenciar la producción nacional de minerales técnicos, biofertilizantes y bioestimulantes, así como la incorporación de abonos verdes.
"Además, abundó en la necesidad de enfrentar el deterioro desde una perspectiva integradora, capaz de abarcar el desarrollo forestal y la protección de los recursos hídrico"...
(información completa en:
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Independientemente de que las culpas se las achaquen al cambio climático (buena justificación usada fundamentalmente por los depradadores de los recursos naturales), habría que ver hasta qué punto la tiranía castrista es capaz de enfrentar y resolver este problema que está afectando seriamente la producción agricola cubana.
De aquellos terrenos fértiles -que yo conocí en mi niñez y parte de mi juventud- ya no queda casi nada. Hasta la tierra ha sido víctima de las arbitrariedades de ese mal gobierno que no se ha ocupado ni siquiera de atender adecuadamente los terrenos de cultivo, que bien pudieran ser utilizados para alimentar a los más de once millones de cubanos que allá viven sin necesidad de importar productos agrícolas de otros países.
Cuando triunfó la mal llamada revolución cubana en aquel enfasto enero de 1959, Cuba era un país eminentemente agrícola. La gran maldición que parece haber caido sobre nosotros, también ha tocado a la sagrada tierra con sus nefastos efectos.
Antes del 59, en Cuba, todo el que tenia un pedacito de terreno le sacaba el mayor provecho posible. Existía una cultura de amor y cuidado por la tierra que nos prodigaba, con creces, lo que necesitábamos para comer. Eran tiempos en los que se respetaba la propiedad privada y se estimulaba el trabajo creador. Eran tiempos en los que el campesino cubano recogía los frutos de su sudor y disponía de ellos sin interferencias del Estado. En cualquier rincón del pais cualquiera tiraba una semilla y, gracias a la otrora fertilidad de esos terrenos- hoy completamente yermos-, pronto se veía germinar una nueva planta que serviría de provecho personal o colectivo. Eran tiempos en los que la erosión natural era combatida y no aprovechada al máximo por los depradadores del medio ambiente. Las cosas en Cuba en aquellos tiempos eran muy diferentes. Hoy muy pocos sienten amor por esa tierra que ya no les pertenece y a la que se miran con cierto desprecio por ser parte fundamental del patrimonio de la élite gobernante que la ha acaparado y concentrado para uso exclusivo del Estado Socialista, administrador y dueño absoluto de todos los recursos en detrimento de todo el pueblo.
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"A la tierra que nos da de comer, hay que amarla con el corazón, acariciarla y mimarla con nuestras manos y regarla con nuestro sudor cada día, para que no se nos muera" Asi nos decia nuestro viejo cuando regresaba a la casa con las alforjas repletas de los frutos cosechados en sus tierritas.
Mi padre, campesino de profesión, dueño de varias parcelas en mi pueblo natal, le dedicaba casi todas las horas de sus días a esa tierra amada y mimada que nos daba de comer a toda la familia. En mi mente aún perduran aquellas imágenes de mi viejo arando y fertilizando los terrenos en los que plantaría las semillas de las próximas cosechas de frijoles, viandas, hortalizas... Todavía añoro aquellas mañanas veraniegas en las que yo me subía a la grupa de su caballo y me iba con él para ayudarlo a escardar las malas hierbas que amenazaban los sembradíos.
Esperanza E Serrano