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jueves, 14 de enero de 2010

Deja las lágrimas rodar

Cuando sientas deseos de llorar, ¡llora!,
¡Deja las lágrimas rodar!
¿Qué adulto, anciano, o niño, puede jactarse de no haber sentido un día la necesidad de un regazo? ¿Quién arroja la primera piedra?
Por mas fuertes que seamos, no podemos huir de las tempestades de la vida.
Son las decepciones, las pérdidas, o simplemente nuestras expectativas no correspondidas
las que nos hacen, independientemente de nuestra edado situación, que nos sintamos
lo suficientemente pequeños para necesitar un regazo, pero no siempre es fácil admitirlo.
¿Los hombres no lloran?
-¡Claro que sí !
¿Las mujeres lloran con facilidad?
- ¡Ellas también se endurecen!
Los niños lloran por cualquier cosa. Todo el mundo llora aunque sea una que otra vez, para
aliviar el alma, para disminuir el peso del cansancio y de la soledad. El llanto es siempre una señal de auxilio. es una señal que siempre encuentra a un buen samaritano en su camino.
Es difícil resistirse a alguien que llora. Es cuando miramos hacia alguien y lo vemos con los ojos anegados, es cuando sentimos que ese alguien necesita un regazo; no siempre de palabras, un regazo solamente. Un regazo que puede ser un abrazo mudo y apretado, una mirada comprensiva, un apretón de manos... Nada nos conmueve más que mirar a los ojos de alguien que llora, y nada llega tanto a alguien que llora como sentir la presencia de alguien que lo comprende.
Con las lágrimas que ruedan, rueda la tristeza, la insatisfacción, el tedio, el dolor, las dudas y los miedos. El alma queda lavada. Por eso llorar alivia. Por eso llorar da sueño.
Cuando despertamos después de haber llorado, nos sentimos más leves, nos sentimos
preparados para enfrentar un nuevo día, una nueva situación...
Cuando sientas deseos de llorar ¡llora! ¡no te contengas!. Pide un abrazo, pide un hombro...
¡Deja las lágrimas rodar!
Ser fuerte no significa ser duro o dura. Ser fuerte es ser capaz de reconocerse frágil, y saber que se saldrá adelante. Ser fuerte es saber que las mareas pueden ser altas o bajas, pero que a pesar de todo, hay que ser como las olas que nunca desisten del sueño de besar la arena de la orilla, por eso ¡siempre la besan!...
Autor: desconocido