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domingo, 12 de julio de 2009

Hoy tengo la sensación de gravitar en el vacío...

Hoy tengo la sensación de gravitar en el vacío. Hay noticias que nos cortan la respiración por un instante. Es como un mecanismo de defensa biológica que nos protege de aquello que pueda afectarnos, lástima que la protección dure solo segundos.

La noticia de la muerte de Amanda me ha golpeado fuerte. La conocía desde hacía muchos años. Era vecina y cliente de mi hermana en Cuba, allá por los años sesenta. En aquel entonces ella no llegaba a los cuarenta y yo era una adolescente con muchos sueños en mi cabeza y un pelo largo que se me enredaba en el rostro con cada golpe de viento cuando paseaba por el ancho malecón de La Habana.

Recuerdo que por aquel entonces Amanda llevaba años luchando por salir de Cuba. Su familia la criticaba fuerte. Sus tres hermanas y su único hermano estaban enamorados de la revolucion de Fidel Castro, e involucrados en todas las consignas, y batallas del momento, por eso no la apoyaban, la marginaban y se avergonzaban de ella. A pesar de todo Amanda estaba decidida a abandonar el país, convencida de que se avecinaban tiempos muy difíciles con aquel demente en el poder que por poco lleva al mundo a una tercera guerra mundial por caprichos e intereses personales. Pocos en Cuba tenían la claridad de ver lo que realmente estaba sucediendo en el país. Amanda era una de las pocas que no creía en ninguna de las promesas y mucho menos en el socialismo instaurado de la noche a la mañana, como sacado de debajo de la manga ante una multitud frenética que gritaba a todo pulmón: "Fidel, seguro, a los yanquis dale duro... Pin pon fuera, abajo la gusanera...!

Las discusiones diarias con sus hermanas y con sus padres la afectaban mucho. Ella los quería y sufría por la incomunicación y por las barreras que se levantaban día a día entre ellos. Pocos la vieron llorar de angustia y desesperación, como la vi llorar yo cuando mi hermana le entallaba el traje que vestiría el día de la salida. En aquel entonces yo creía que para ella ya había pasado lo peor. Tenía todo listo para la salida después de haber cumplido la sancion de dos años trabajando fuerte en la agricultura en la zona de Artemisa, en Provincia Habana. Sanción que cumplió albergada en un campamento junto a otros que como ella habían solicitado la salida del país; todos tenián las visas, pero el permiso de salida o carta blanca no se los daban hasta que no cumplieran las sanciones impuestas por la absurda ley que los condenaba como "traidores a la patria, enemigos de la revolución y del pueblo", a realizar trabajos forzados en la agricultura.
Las manos de Amanda revelaban más que mil discursos, pero la tristeza escondida detrás de las pupilas, esa... muy pocos podían entenderla.
Amanda partió un día lluvioso de abril del año 1968. No puedo decirles quien la despidió en el aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, porque yo no estaba allí... Veinte años después de su salida, en Cuba algunas cosas habían cambiado. Entre ellas, la forma de ver a los otroras gusanos, convertidos en mariposas gracias al demócrata presidente J. Carter por autorizar los viajes de la comunidad exiliada a Cuba. A partir de entonces Amanda pasó a ser la "persona más querida" y de la que más se hablaba en el seno de sus familiares. Sus hermanas, sus sobrinas que nunca la conocieron y hasta su hermano, un alto jefe del Ministerio de Educación, hablaban de ella con mucho desenfado, orgullosos de las cosas que ella mandaba desde acá y que allá marcaban grandes diferencias. Su familia se sentía por encima del nivel del cubano medio, y sobre todo, por encima de los vecinos del barrio que no tenían familias en el extranjero, ni la posibilidad de salir de viaje aunque fuera a cumplir una misión internacionalista.
Cuando las cosas se pusieron peor en Cuba, después de la caída del muro de Berlín y el Comandante en Jefe, decretó el período especial en tiempo de paz, (posiblemente peor que cualquier período en tiempo de guerra), yo pensé que la familia de Amanda cambiaría un poco, al menos tenía la esperanza de que se les cayera la venda de los ojos y dejaran de ser tan comunistas. Pero no, me equivoqué. Ellos, muy bien vestidos y comidos, gracias al dinero que Amanda les mandaba además de otras cosas, se mantenían firmes, "dispuestos a vencer todas las dificultades", apoyando al máximo todas las medidas absurdas emanadas de la dirección del gobierno y por supuesto escalando las mejores posiciones en sus centros de trabajo...
Cuando salí de Cuba traje muchas cartas que me dieron allá para entregarlas aquí, mis vecinos, amistades y algunos familiares. Una sobrina de Amanda también aprovechó mi buena voluntad y me dio una carta para su tía...¡Qué sorpresa me llevé cuando me encontré con la amiga de mi hermana!. Amanda ya no era aquella mujer hermosa, la enfermera que salió de Cuba dispuesta
a enfrentarse al mundo... Habían pasado casi treinta años desde aquel día en que mi hermana le entallaba el traje para su viaje.
Cuando fui a entregarle la carta me sentí impactada, sorprendida. La imagen que tenía de la Amanda que durante años conocí en Cuba, se me borró por completo. La persona que tenía delante de mi era una anciana. Muy delgada, con dificultades para caminar y un tanto encorbada. Vivía en apartamento pequeño, rentado a una familia en Coral Gables. Todavía no estaba jubilada, seguía trabajando en una farmacia cerca del lugar. Por lo que me contó en aquella ocasión, su vida acá no había sido fácil. No pudo constituir una familia, por razones que no quise indagar pero que al vuelo capté cuando me habló de una clínica en la que trabajó y luego estuvo recluida por algún tiempo en los años setenta cuando se enfermó de los nervios porque Adrían, su esposo, la dejó por otra mujer más joven que ella...
Llevo doce años en este país y aunque no vivo en Miami, siempre me había mantenido en contacto con ella. Conversábamos por telefono de muchas cosas, pero siempre el tema era la familia de Cuba, para quien Amanda trabajaba como una esclava para mandarles todo lo que les pedían, desde una canastilla`para el nieto de su hermana Arminda, hasta los trajes para los quince de Marianita.... Siempre que hablaba con ella me contaba de las cosas que estaba reuniendo para mandarle a algunos de sus familiares en Cuba. La lista de las cosas que debía mandar, nunca se terminaba, ni siquiera cuando se tuvo que jubilar y hasta mudarse de Coral Gables para un apartamento en Hialeah compartido con otra persona que desde algún tiempo para acá ha estado muy cerca de ella. Un señor mayor que la conocía desde Cuba y que por esas cosas del destino, también estaba solo. Un señor que le dio toda la ternura y el amor que quizás ella nunca conoció de parte de los suyos.
Durante años, indirectamente, he sido testigo de todos los sacrificios hechos por esta sencilla mujer para complacer a todos los que, desde Cuba, le pedían y le pedían cada día más , creyendo quizas que era millonaria o tal vez llevados por esa forma tan errada que tienen los comunistas de ver las cosas, que creen que se lo merecen todo, y que los de aquí deben resolver todos los problemas económicos de los que están allá defendiendo aquel sistema.
Lo cierto y doloroso es que Amanda murió sola, sin un familiar cercano que se ocupara de sus funerales, y sin un centavo para pagar la última morada donde reposarán sus huesos. Sola y no dejó herencia aunque los hermanos allá en Cuba ya están haciendo gestiones para nombrar un abogado de aquí que los represente ante una Corte de Miami "para que no haya problemas y las cosas se repartan equitativamente entre todos, ya que no hay un testamento donde se nombre un único heredero."...
Esperanza E. Serrano.
Fort Myers/2009

2 comentarios:

exiliocubanounido dijo...

Sra Esperanza E Serrano......
Muchas gracias por visitarnos en El que Siembra su Maiz.
Le enviamos su mensaje a Asbrubal Caner y tambien para feliciarla por su Post "Hoy tengo la Sensacion..." Muy real...
Todos los que hemos vivido este exilio sabemos y entendemos a Amanda. Quizas todos tenemos una Amanda en el corazon.
Nuestro respetos a Ud y le dejamos nuestro enlace y seguimiento.

Asdrúbal Caner dijo...

Estimada Esperanza: Gracias por su comentario a mi artículo: "Cuba, Un pueblo desconocido".
Si me autoriza, voy a publicar su artículo en mi Blog. Le envío la dirección de mi blog original: http://cayocanasisland.blogspot.com y mi dirección de email: c:asdrubal@hotmail.com. Aquí puede escribirme sin ningun problema. Un abrazo.
Asdrúbal Caner