Mi bandera
Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡Y otra he visto además de la mía!.
¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste...!
Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!.
En los campos que hoy son un osario
vió a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.
Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde:
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!
En el fondo de oscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve...
¿No la veis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz, cuánto más solitaria.
Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en msi versos.
Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola,
en el llano, en el mar y en la cumbre!
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día...
Nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía.
Bonifacio Byrne
(Matanzas 1861-1936)
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