Todo está agotado por el régimen, pero la consigna es seguir hasta el final, una conclusión que nadie sabe cómo se va a producir. Durante muchos años se estuvieron previendo escenarios, pero el actual nunca estuvo entre las predicciones que se han hecho. Es por eso que el fin de la dictadura se hace difícil imaginarlo, aunque ellos mismos saben que está cerca, y es por eso que se preparan para la “estampida” de desenlace, tratando de dejarlo todo en “buenas” manos.
Dado que: el “hombre nuevo” nunca llegó -se quedó atascado en la historia- y entregar el mando a la oposición interna significaría descontinuar el proceso, surgen las siguientes interrogantes: ¿Quién se va a acordar del Comandante en Jefe? ¿Quién perpetuará el socialismo? ¿Quién mantendrá el internacionalismo proletario? Además, todos los conceptos tan martillados en la mente de los cubanos durante estos años –indiscutiblemente- se irían al cajón de los recuerdos, ése que nunca más se abre.
La gerontocracia en el poder sabe bien cuál será el futuro, por lo que –anticipadamente- trata de crear una disidencia “light” dentro de los propios “revolucionarios”, en particular, utilizando la tercera generación de los que detentan el poder, ésa que vive en las mansiones, que tiene autos modernos, viaja al extranjero, come en restaurantes caros -pues no le falta la divisa- pero lo más importante es su capacidad para recordar con amor a los viejos dirigentes.
Pasa de mano en mano un vídeo filmado en la casa del nieto de un General de División, en el que varios artistas, intelectuales y blogueros, se reúnen en el antes aristocrático Reparto Miramar, hoy exclusivo de la alta jerarquía, para discutir sobre: “Cuba, actualización socialista y contexto global ¿es renovable el socialismo?”. La mayor parte de las exposiciones corren a cargo de un profesor titular de Historia de la Filosofía de la Universidad de La Habana, de esa misma que es solo para los que apoyan el sistema.
Es difícil imaginar que cualquier grupo de los disidentes llamados “mercenarios del imperio”, pueda realizar una reunión similar a la que se ve en el vídeo, con carteles hechos en imprenta, diapositivas, micrófonos, agua mineral, con el mar y una escalera de mármol que conduce a la planta alta de la mansión, por fondo. Y lo más importante, sin que la policía política bloquee la entrada al lugar.
Entre los participantes también se encuentra uno que otro disidente, de los que quizás fueron también fabricados, haciendo gala de sus éxitos con un aparatico de inflar globos.
Pero como se está pidiendo internacionalmente -a gritos- una disidencia cohesionada, ésta vendría muy bien, sobre todo para la Unión Europea. Es por eso que hay que mantenerse alerta con esta nueva situación creada, a la cual se le están facilitando los recursos, y no precisamente para “subvertir” el orden nacional. Incluso tienen un blog en Internet, como está de moda.
Algunas personas respetables del exilio, critican a los disidentes dentro de la isla que mantienen relaciones con conocidos “agentes” de la policía política. Para que esto no sucediera, tendrían que ponerse de acuerdo los miembros de la nación cubana que no están dentro del país, para no brindar apoyo a través de este tipo de persona, ya que –inconcebiblemente- son precisamente utilizados para esto, lo que los hace aparecer ante las sedes diplomáticas como individuos de alta confianza en el exterior, todo lo contrario de lo que son, por ejemplo para Miami.
También habría que reducir el uso que se hace de los premios, que si bien desde un punto de vista ayuda a fomentar el conocimiento de la labor de la oposición, en algunos trae ideas hegemónicas, que no auxilian para nada en la necesidad de aglutinarse y fortalecerse.
Por otro lado, los líderes no se fabrican, cualquiera puede ser Presidente de una organización con mucha gangarria, sobre todo en el exterior; pero habría que preguntarse: ¿quiénes están dispuestos a seguirlo? No importa que sea el más premiado y el más nominado, la realidad está basada en cuánta gente de la oposición está dispuesta a hacer lo que este dirigente plantee, para obtener la democracia y también cuánto pueblo mueve.
Si es difícil conseguir un consenso en un documento, no es solo culpa de la Seguridad del Estado que tiene penetrada las organizaciones, hay que cuestionarse también qué parte de esa responsabilidad cae sobre la propia oposición, que en algunos casos toma posturas innecesarias; que se ofende públicamente; así como: ¿qué hacen los hermanos del exilio político para ayudar a evitar estas feas situaciones y no echarle leña al fuego?
Después del último intento de unidad, llamado totalmente al fracaso, en que algunos cerramos los ojos para cooperar y mostrar una pizca de madurez política; habría que recapacitar sobre qué hace que esto no funcione. Quizás deberíamos dejar de redactar documentos e ir más a la acción directa, que como es natural lleva adjunta golpizas, maltratos y vejaciones por parte de la policía política. Sería importante idear de qué forma el pueblo se uniría a la oposición y se convertiría en una resistencia interna. Pensar en cuáles consignas movilizan a las masas o quizás una mezcla de todo.
Mientras tanto, hay que tener mucho cuidado con la fabricación de disidentes dentro del gobierno, porque ya hemos tenido muchas experiencias de los que se han “mal confeccionado” en la oposición, pero esto al parecer pasó a ser segundo objetivo para el régimen, porque toda una serie de entuertos, algunos responsabilidad de los que quieren la democracia, no han permitido consolidar el trabajo de la oposición. Sin embargo, hablar “en lengua opuesta” desde las filas de los “revolucionarios”, convencería a muchos.
tomado de
http://mambienaccion.blogspot.com/
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Recorriendo la blogosfera cubana me encuentro que el grupo al que se refiere Martha Beatriz Roque Cabello, escriben en el blog
Estado de SATS
http://estadodesats.blogspot.com
"Donde confluyen Arte y Pensamiento
El proyecto Estado de Sats desea crear un espacio plural de participación y debate, donde medie el intercambio abierto y franco."
Alli encontré
Estado de SATS: Espejismo y realidad. Una respuesta a Martha Beatriz Roque
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