Momias en los puertos,
jinetes sin cabezas,
crucifijos de alambres,
obelisco de papel,
carteles en los muros,
música de contrabando,
plegarias inoportunas,
un adiós que no se dice,
una mirada que se esconde.
Ecos de lejanía,
sueños en las enredaderas
del silencio sepultado en el olvido,
un niño que reclama su presente,
un viejo que agoniza en su futuro,
una isla que flota a la deriva,
un congreso que cierra sus salidas.
Siglo iluminado,
vestido de noches sin estrellas,
sin luna llena,
mármol fragmentado de armonía,
un mar que se cuece en su agonía,
un cielo despejado de alegría,
a los lejos una playa que no es mía,
pasa el tiempo y no lo creo;
se escapan de mis manos
las palomas para luego morir
heridas de ternura.
Un ciervo pasa indiferente,
las grullas se sientan en la esquina,
otra vez la mata de gardenia
está sedienta y las rosas
no florecen estos días.
Otoño imperfecto,
frío devastador de soledades,
improperios ceñidos de añoranzas.
¡Cuanto diera por no verte a mi costado!,
absurdo infinito de reclamos,
reconstruido en tedio cotidiano,
abaratado de trastornos bartolientos,
de lujurias amortajadas de codicias,
de desidia;
de bisuterías hipócritas
de bazares baratos.
No está cerca,
ni lejos,
ni escondido
-quizás tal vez no exista-
el apocalipsis de un imperio
levantado en las mentiras.
Golpeo las teclas de la laptop,
gira la noria enloquecida,
las momias aterciopeladas de rencores
se atrincheran en los puertos,
las naves se alejan
cargadas del "mañana dirá".
Letanía,
letanía carcomida
de esperanzas,
roto el verbo:
¡ No hay acción!
Letanía,
letanía carcomida
de esperanzas,
roto el verbo:
¡ No hay acción!
Esperanza E Serrano
Brandon, Fl
Octubre 2013
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