Diciembre de 2012
El botero se llamaba Raúl Blanco González, de 53 años, y siempre vivió en Santa Fe. Salió de su casa el viernes, día de los fieles difuntos, por la tarde. Le dijo a la madre que iba para una fiesta en Güira de Melena, donde tenía amistades, y la invitó a acompañarlo, pero ella no quiso ir. Luego no supo nada más de él hasta pasados varios días, cuando llamó por teléfono la policía, para que fueran a reconocer un cadáver.
Aleja González, la madre de Raúl, destrozada de dolor, contó que su hijo estaba hinchado y negro. Tenía un horrible agujero en la frente y la cabeza machacada. Su cuerpo fue hallado en un basurero, comido por alimañas, desfigurado. La madre lo reconoció por una cicatriz en el pecho, pero fue confirmada su identidad por las fotografías dentales. Aleja González aprovechó la oportunidad para denunciar el asesinato de su hijo, y de otros casos que la prensa oficial no divulga.
-La gente sale a la calle confiada, sin saber que andan por ahí asesinos sueltos. Mataron a mi hijo con un martillo para robarle piezas del carro.
Ismael Blanco, padre de Raúl, destrozado también, dijo que su hijo era muy querido en Santa Fe. Acababa de reparar el auto, un Cadillac del 57, que un campesino que araba con un tractor encontró dentro de un agujero tapado con paja, en una zona apartada de la carretera a la playa Cajío. Le habían robado las cinco gomas, la caja de herramientas, la batería, el alternador, el carburador y otros accesorios. Dice Ismael que en el auto quedaban cosas de valor, que era evidente que pensaban volver por ellas, pero la policía no dio seguimiento. El matrimonio pertenece a la Logia Caballeros de la luz, y han suspendido sus visitas nocturnas a la fraternidad, por miedo.
El segundo muerto en la semana, el administrador de El Conejito, se llamaba Alfredo Lara. Otro trabajador que había sido sancionado por la Administración y estaba en espera de juicio, le propinó siete puñaladas en la acera, a la entrada del restaurante, y aunque el primer golpe le atravesó el corazón, le dio seis más, delante de los comensales que huían aterrados del lugar. El restaurante fue cerrado y retirado el mobiliario. La esposa de Alfredo no quiso acceder a una entrevista. Los vecinos dicen que está desecha, y sus hijos, traumatizados.
Los entierros se sucedieron con la distancia de tres días. Un empleado del Cementerio de Colón, natural de Santa Fe, que llevó las estadísticas de "muertes violentas" hasta el año 2008, cuando fueron renombradas "otras causas", afirma que los hechos de sangre cuando menos se han triplicado, y continúan en aumento. A pesar de la alta cifra, no es Santa Fe la localidad que marcha a la cabeza en fallecidos por homicidios y asesinatos en La Habana. Existen otros barrios más violentos, como San Miguel del Padrón, La Güinera y La Aldea de Romerillo.
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Fotos: Frank Correa
Aleja González, madre del occiso
Raúl Blanco González, botero asesinado
El Conejito
Entrada del restaurante donde fue asesinado Alfredo Lara, administrador del Conejito