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jueves, 15 de diciembre de 2011

Mi ciudad duerme

 

¡Mi ciudad duerme
el sueño eterno de los muertos en vida!
Mi ciudad está dormida,
tristemente consumida  en el letargo...
Nada la despierta,
nada la conmueve,
nada la sacude...
Gira la noria al compás de los tiempos
pero ella no escucha los lamentos
de sus hijos que se han marchado lejos.
Ella es sorda, ciega y muda
ante el reclamo impostergable
de presentes y de ausentes.
Mi ciudad duerme
el inexplicable sueño de los indiferentes,
no la despierta el ruido ni los gemidos
de sus calles moribundas, ni los ladridos
de sus perros sedientos de sangre.
Mi ciudad duerme
a pesar del próspero festín de la miseria,
enriquecido por el desfile de alegres pederastas,
que acuden de todas partes
atraídos por el olor de las  carnes juveniles
expuestas en el mercado de la podredumbre humana. 
Mi ciudad duerme
mientras el cementerio avergonzado
abre sus enormes puertas,
esperando a los muertos en vida,
víctimas del huracán de enero.
Mi ciudad duerme,
recogida en sus miedos.
Miedos reflejados en esos rostros
de miradas perdidas, indiferentes...
Rostros silenciosos cómplices de la no vida,
 víctimas de la sobrevivencia.
Mi ciudad duerme,
mientras las cárceles se agitan
con  los alaridos de los  que cosen sus bocas y alzan
su puños rebeldes ante las botas de hierro
que, impúdicamente, laceran sus cuerpos.
Mi ciudad duerme
con la complicidad del mundo
que aplaude sonriente al tirano de turno,
a pesar de las muertes, a pesar de las  quejas,
a pesar de las marchas, y denuncias
de todo los males que sufre mi pueblo. 
Mi ciudad duerme
aunque los jóvenes griten blasfemando
del incierto presente, futuro de los padres y abuelos,
ingenuos soñadores, traicionados por el déspota,
que impuso el destierro, las guerras y las muertes.
Mi ciudad duerme
mientras agoniza la luz del día
que no llega y se convierte en angustia
infinita de los pocos que no comparten
el sueño eterno de los conformistas.
Mi ciudad duerme,
con ese sueño que daña,
por enfermizo, desidioso,
apático consumidor de la existencia
humana... Sueño de la abstinencia,
sueño que cala las entrañas,
de un pueblo y lo petrifica
sembrándolo en la nada.
Esperanza E Serrano

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