Un novio marinero
Noche de exorcismos,
de alquitrán y de velas,
Noche sin luna,
sin estrellas fugaces...
Es noche de recuerdos.
No es noche de vinos,
de rosas, de música…
Es noche de soledades
de angustias y miedos…
Presurosos llegan
fantasmas que saltan
del antiguo diván.
Quieren divertirse
en esta noche tibia,
en que mi sombra
vaga por los calles de Banes,
por las calles angostas
del antiguo diván.
Quieren divertirse
en esta noche tibia,
en que mi sombra
vaga por los calles de Banes,
por las calles angostas
que nos vieron pasar.
Una brisa confusa
se detiene en el silencio,
que se quedó prendido,
desnudo de primavera,
en la ventana ambigua
que miraba al mar...
Ya no soy la chiquilla intrépida
que te anidó en sus brazos,
soñando con las rosas,
que nunca florecieron,
rosas de invernadero,
a las que no le llegan
los cálidos besos
de un sol mañanero.
En esta hora de cuentas,
quiero encontrar la brújula,
que perdí aquella tarde,
tratando de alcanzar
un pedazo de piedra
que parecía brillar.
"Calamidades todas
se sientan en mi mesa;
el pan está servido,
el pan está servido,
es hora de cenar,
Bebamos de este vino...
¡Pronto ha de pasar!
ayer nos quisimos,
y no nos vimos más.”
El barco se perdió a lo lejos
Bebamos de este vino...
¡Pronto ha de pasar!
ayer nos quisimos,
y no nos vimos más.”
El barco se perdió a lo lejos
seguro de no naufragar
Mis ojos, húmedos,
se cansaron de esperar...
No volvimos a ser los mismos
sentados en aquel muro,
leyendo 0 escuchando los poemas,
que nos hacían soñar
sentados en aquel muro,
leyendo 0 escuchando los poemas,
que nos hacían soñar
Me dijiste: "Te quiero"
y yo no te creí,
me sorprendió tu beso…
Tus manos en mis mejillas,
una caricia tierna,
una sonrisa tuya...
Tú ocultaste el brillo
de tus pupilas negras,
y negra se hizo la noche,
y nos hicimos novios,
y no fuimos amantes,
sólo dos adolescentes
una caricia tierna,
una sonrisa tuya...
Tú ocultaste el brillo
de tus pupilas negras,
y negra se hizo la noche,
y nos hicimos novios,
y no fuimos amantes,
sólo dos adolescentes
unidos por azar.
Pasaron los veranos,
la playa y las gaviotas
y la arena en mis dedos
ardiendo por escribir tu nombre...
Tan lejos,
tan cerca,
tan sin ti,
que me fui poniendo vieja
y no estrené los besos,
que en mi almohada guardaba,
tan sólo para ti.
Es noche sabatina,
no quiero ni pensarlo,
después de cuatro décadas,
que me fui poniendo vieja
y no estrené los besos,
que en mi almohada guardaba,
tan sólo para ti.
Es noche sabatina,
no quiero ni pensarlo,
después de cuatro décadas,
confieso que no olvido
aquella negra nota
aquella negra nota
que un día recibí:
“Tu novio murió en el intento
de abandonar el barco.
Lo siento mucho por ti...”
Otra vez me duele
y no puedo llorar.
¿De qué sirven los trastos
que guardo en la trastienda,
si nada fue,
ni es,
ni será
como quiso la niña,
que se perdió en mis canas,
cansada de esperar
aquel novio marinero,
que deseaba regalarme
el cielo y las estrellas...?
Un novio que tuve,
un novio que no espero,
un novio en el recuerdo,
un novio marinero
que no quiere partir.
Esperanza E. Serrano
Fort Myers , 2009
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