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miércoles, 5 de mayo de 2010
El espíritu de la mujer cubana
Un poema dedicado a todas las mujeres cubanas, portadoras y herederas de esa estirpe de valientes que amaron y aman la libertad y el decoro por encima de todas las cosas.
La bordadora
Cuando se oyó el grito en Yara,
abandonando su hogar,
su esposo se fue a pelear
el odio escrito en la cara.
Ella, joven como era
llena de entusiasmo santo
bordó una rica bandera
en la que envuelto volviera
muerto, aquel que amara tanto.
El hijo heredó la fiera
ansia por la redención;
con fervorosa pasión
ella bordó otra bandera.
Bandera que fue sudario
de aquel expedicionario
que desplegándola al aire,
cayó muerto, voluntario,
en un manigual de Baire...
En el antes dulce hogar
la viuda infunde respeto,
¡Cómo cuida de su nieto
que ha de saberla vengar!
Crece el niño y ella espera
que atienda Dios su plegaria:
verle triunfar, o que muera
mientras borda otra bandera
con la estrella solitaria...
Enrique Hernández Miyarews
(1859-1914)
Etiquetas:
Cuba. Literatura Enrique Hernández Miyares
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