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miércoles, 28 de abril de 2010
POEMA DE UN NIÑO TRISTE
Aquel niño triste... de montes y bateyes
aquel niño triste... que nunca tuvo reyes
que durante las noches contaba las estrellas
y después en sus sueños... soñaba con ellas.
Aquel niño triste vagando por caminos
polvorientos, queriendo agarrar los gallos finos
Ahh... como se acuerda de aquellos buenos ratos
aunque muchas veces andaba sin zapatos.
Cazando mariposas... ¡por los jardines!
y con su jaula sólo cazando tomeguines.
andando por veredas, sabánas y potreros
oyendo el melodioso cantar del sabanero.
Ohh... como recuerda las dulces mañanas
viendo despertar la campiña cubana
lo mismo en Enero que en Julio o en Mayo
sentir a lo lejos el cantar de los gallos.
Y después de la lluvia caminar por el fango
después del aguacero a recoger los mangos
Ohh... mangos deliciosos, maduros y dulzones
igual que los jugosos y ricos marañones.
Y que sabroso era con arte y con maña
en el viejo trapiche exprimir una caña
y ver como el gallo al cantar se empinaba
y a la gallina corriendo alcanzaba.
Aquel niño triste de rios y lagunas
que soñaba despierto como alcanzar la luna
que a veces se perdía entre los yerbazales
caminando por los surcos de los cañaverales.
Aquel niño triste que jugaba conmigo
porque yo era su único amigo.
jugaba callado, tranquilo... sin riña
cazando lagartijas por las cercas de piña.
Recogiendo las flores del campo silvestre
así era su vida... su vida campestre
Así era su vida... así se entretenía
porque de otras cosas, el nada sabía
Jugando con semillas de los cacahuetes
porque los reyes nunca le trajeron juguetes
Aquel niño triste de tan poco tamaño
que abandonó la escuela a la edad de once años.
No porque quisiera dejar de estudiar
sino porque tenía que ir a trabajar
trabajaba muy duro en invierno o verano
y el machete le hacía llagas en sus manos.
Y aunque mucho tiempo ya hoy ha pasado
su triste niñez...aún no ha olvidado
pues la lleva consigo por siempre grabada
como lleva el soldado asida la espada.
Pero el tiempo como todas las cosas pasó
y aquel niño triste con el tiempo creció
y ahora se encuentra a pesar de lo adverso
contento y felíz escribiendo estos versos.
y así con esta historia termina este cuento
de aquella... su niñez... una miñez opaca
quizá recordando sus viejos instrumentos
¡El arado, el machete... y la guataca.
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Etiquetas:
Cuba. Literatura Félix Pagés
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