Por segunda vez en el último año, un líder popular a favor de la
democracia en Cuba, reconocido internacionalmente para ha fallecido
falleció en circunstancias inusuales.
El domingo, Oswaldo Payá, de 60 años, murió en un accidente de auto
en la provincia de Granma, al oriente de la isla, cerca de la ciudad de
Bayano. Otro disidente, Harold Cepero, también murió. Dos extranjeros
—un abogado y activista político de Madrid y un político sueco— estaban
en el auto pero escaparon con heridas menores.
Payá era un católico ferviente y un pacifista que dedicó su vida a
resistir la dictadura de Castro. En 1988 fundó el Movimiento de
Liberación Cristiano, y su trabajo en el Proyecto Varela lo convirtió en
un héroe global.
El Proyecto Varela recolectó 25.000
firmas en apoyo a un referéndum nacional para pedir elecciones libres,
la liberación de prisioneros políticos y el derecho de reunión, libertad
de expresión y libertad para manejar una empresa. Que tantos cubanos
estuvieran dispuestos a arriesgarse a recibir represalias por firmar sus
nombres fue un testimonio de su creencia en el ejemplo de Payá. En 2002
recibió el Premio Sakharov del Parlamento Europeo por su coraje y
liderazgo moral.
La petición de Payá fue legal en Cuba en ese momento, y la respuesta
de Fidel Castro fue cambiar la ley, declarando irrevocable el sistema
socialista. En marzo de 2003 el dictador sentenció a largas condenas en
prisión a 75 disidentes, periodistas y escritores, incluidos unos 40
colaboradores de Payá que habían trabajado en el Proyecto Varela. Payá
no fue arrestado y siguió con sus denuncias sobre la dictadura. Su
trabajo siempre enfatizó la necesidad de reconstruir la espiritualidad
cubana y aumentar la concientización de la población sobre sus derechos.
La muerte de Payá se produce nueve meses después de la muerte de
Laura Pollán, la líder de las Damas de Blanco, quien ganó el Premio
Sakharov en 2005. Las Damas habían trabajado para obtener la liberación
de familiares encarcelados, y Pollán luego amplió su trabajo de derechos
humanos y expandió la organización. En octubre contrajo una misteriosa
enfermedad y murió luego de una semana en un hospital cubano. Su familia
nunca supo los detalles de su enfermedad porque su cuerpo fue cremado
dos horas después de su muerte.
Castro podrá creer que desapareció otro problema. Pero cuando la
liberación de la isla finalmente se produzca, Payá y Pollán tendrán un
lugar destacado en la memoria cubana.
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