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lunes, 12 de agosto de 2013

El legado de Oswaldo Payá sigue vivo.

El legado de Payá está vinculado intrínsecamente a la democratización de la sociedad cubana y a la obtención de derechos cívicos. Su usufructo va más allá de cualquier postura ideológica, intereses políticos partidistas o interesados cálculos económicos de beneficio  particulares. 
 
MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -Se ha cumplido un año de la desaparición física de Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero. Un presunto accidente en oscuras circunstancias con la sospecha de una intencionalidad criminal cegó la vida de estos activistas cívicos que hoy no están entre nosotros. Dos cubanos imprescindibles para el futuro de Cuba cuando más falta hace su presencia. Para satisfacción de los enemigos de la democracia y de ciertos personajes de mentalidad torcida quedaron fuera de juego, sea cual fuera la causa real de su muerte.
No es de extrañar esa repulsiva satisfacción. Con ello muestran su odio los aquellos que temían la palabra raigal y franca de Payá. Una voz incorruptible que no atendía a intereses de ninguna índole, cuya verticalidad estaba dirigida a un único fin: el derecho del pueblo cubano a sus libertades sin menoscabos ni falsedades. De la misma manera que enfrentó al gobierno totalitario de Cuba, al despotismo de sus leyes y actitudes, lo hizo contra aquellos que bajo pretextos egoístas pretenden venderse como salvadores capaces de llevar la democracia a la Isla con la venia de las autoridades y los espacios que los cubanos no tienen.
Crítico hacia cualquier sistema deshumanizador, comunismo o capitalismo salvajes que al final terminan siendo casi lo mismo, el líder del MCL era una voz incómoda. Por triple partida para  represores, inversionistas de capitales en pos de engrosar sus billeteras sin mayores escrúpulos o entre quienes se aprestan a conformar lo que Oswaldo llamó atinadamente el cambio fraude.
En el aniversario de estas muertes cabría escribir sobre esas personas que han sido arrebatas de en la plenitud de sus vidas fructíferas. Pero creo mejor dedicar la jornada a resaltar el valor de la  herencia que nos dejan con su lucha. Mucho más cuando con indignación nos llega un escrito de Edmundo García, un periodista cubano residente en Miami, acusando ese legado de anexionista, entreguista, antipatriótico y carente de aceptación por parte del pueblo cubano.
Este periodista, que dirige parte de su crítica contra quienes salen de Cuba en condición de refugiados, omite explicar como obtuvo su estatus en el otro lado del estrecho de la Florida. Un traidorzuelo de baja estofa que en Cuba nunca alzó ni las pestañas para señalar las injusticias y atropellos del sistema y que llegado a esta orilla seguramente alegó ser un perseguido buscando su regulación dentro de la discutida Ley de Ajuste Cubano. Uno de tantos en fin.
Pero lo que no se puede aceptar de la diatriba de García es que llame anexionista, entreguista y anti patriótico a quien mantuvo en la propia Isla y desde un discurso opositor los valores nacionales como ciudadano  integro, trabajador consciente y cubano cabal.
Payá nunca dudó en manifestar su postura hacia los embargos. El externo que desde un enfoque errado y disfuncional en nada ayuda a la gente común y el otro embargo interno  (verdadero bloqueo) que atenaza a los cubanos de a pie. Cuando la pesadilla Elián González tampoco titubeó Oswaldo en reivindicar el derecho del padre a decidir el futuro de su hijo, a la vez que defendió el de otros padres e hijos que vivían una situación parecida bajo la perspectiva del gobierno castrista. Son algunos ejemplos de una actitud que no pueden empañar la ruindad de los voceros de la maldad.
El MCL contrario a lo que se quiere hacer ver en el infamante escrito, nunca recibió ayuda financiera de Lincoln Díaz Balart ni de la Rosa Blanca. Censuras muchas, desde una parte del exilio que se empeñaba en no comprender al líder de la agrupación cubana y el objeto de su lucha. Tampoco se aviene con la verdad cuando afirma que su herencia es un invento de mentes afiebradas. El legado de Oswaldo queda en varios proyectos que lograron avanzar en profundidad dentro de un sistema que se creía inexpugnable. Y de eso precisamente se trataría el Proyecto Varela, satanizado coincidentemente por los adversarios de ambas orillas.
No por gusto el propio Fidel Castro decretó una guerra contra el proyecto cívico que lo hizo violentar su discutible constitucionalidad. Condenarlo por esa acción sería el próximo paso a seguir junto al mantenimiento de la campaña de recogida de firmas ciudadanas. Firmas que generosamente dieron no solo opositores, sino centenares de trabajadores y gente de pueblo ajenas a los asuntos de la oposición. Algunos incluso militantes comunistas, estudiantes, ex combatientes internacionalistas y revolucionarios de esencia. Entre ellos estaban Orlando Zapata Tamayo y el propio Cepero, dos mártires de esta etapa por la democracia.
Fueron esos “proyectos inoperantes e incompletos” los que generaron el odio fatal de un régimen al que seguro no le temblaría el pulso para decretar el fin de la vida de Oswaldo y Harold. Sus muertes, como otras tantas sin olvidar la de Adrián Leiva, habrían sido determinadas desde aquel día que se entregaron las firmas en la Asamblea Nacional. No es casual que en la escalada represiva del 2003 fueran encarcelados y condenados a desmesuradas penas 42 miembros del MCL y activistas del Proyecto Varela. Y es este empeño aniquilador el que pone en evidencia el valor del esfuerzo y los que lo hicieron posible.
El legado de Oswaldo quedó abierto al futuro. Quizás demore años en volver a recobrar toda su capacidad y magnitud. Pero su naturaleza persiste. Aunque algunos prefieran ignorarlo o destruirlo incluso. Es como aquel resplandor de libertad lanzado por el padre Félix Varela desde un rincón del exilio. Su palabra y ejemplo estaban presentes en la hora de la libertad y desde entonces nunca nos ha abandonado. El proyecto que lleva su nombre lo demuestra.
El Movimiento Cristiano Liberación no está sepultado. El legado de Oswaldo Payá Sardiñas  sigue tan vivo como el grupo que él fundara. Las aspiraciones, proyectos o propuestas ciudadanas que impulsara mantienen toda su vigencia. Porque el legado de Payá está vinculado intrínsecamente a la democratización de la sociedad cubana y a la obtención de derechos cívicos. Su usufructo va más allá de cualquier postura ideológica, intereses políticos partidistas o interesados cálculos económicos de beneficio  particulares. Ese legado que nos dejó Payá, aún por materializar, pervivirá porque es parte integral de una entidad viva que es Cuba y su pueblo.
Publicado 
| Por Miguel Saludes

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