te siento tan cerca como ayer, y tan distante como hoy.
Los muros de tus calles se levantan en este mar de añoranzas,
y de recuerdos que se niegan a permanecer encerrados
en las vitrinas de las noches cargadas de invierno.
Tus olores a mar, sol, flores y claveles
se mezclan con el aroma del café que se cuela
y se comparte en la algarabía de las visitas,
en la sala o a través de las ventanas...
Recuerdo el desfile de los transeúntes
que deambulan por tus aceras ,
la risa de los niños en el teatro,
el sucu sucu de Mongo Rives,
las canciones repetidas una y otra vez
en las ondas de Radio caribe,
las imágenes de Isla Visión
vestidas de mentiras
Te miro en la distancia y te toco con mis manos,
-mis manos sedientas de tu brisa y de tus atardeceres-
me concentró contemplando el patio de la que fue mi casa,
me siento a la sombra del mamey,
saboreo sus frutos compartidos con amigos y vecinos.
Recuerdo los amigos que me visitaban en aquellas horas amargas
y conmigo saboreaban el té de hojas de naranja y guayaba...
Hojas de los árboles dueños de mi huerto.
hojas escogidas al azar y con orgullo convertidas en deliciosa infusión.
Infusión que sorbíamos mientras conversábamos
sobre la angustia, los descalabros, las noticias del día,
el ultimo poema, la más reciente historia...
Pláticas de aquellas tardes idas
que me sirvieron para vencer el tedio de aquellos días,
el cansancio y la frustración de la que tiene que irse,
de la que nada puede contra las ruinas
sembradas por el siniestro huracán de enero.
Tantos años sin verte, soñándote cada día
con la certeza de saber que tal vez
nunca más cruzaré tus calles,
con el dolor de saber que mi casa ya no es mi casa
a pesar de que en sus paredes áun habitan mis huellas.
No quiero pensarte, no quiero sentirte, no quiero recordarte,
no quiero estar triste...
Esperanza E Serrano
(Isla de la Juventud en mis recuerdos)