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domingo, 22 de abril de 2012

Heidi Hankins: una niña de cuatro años con el coeficiente intelectual de Albert Einstein



Heidi Hankins 


Cada cierto tiempo aparece un niño genio que logra sorprender por su increíble inteligencia. En esta oportunidad se trata de Heidi Hankins quien, con sólo 4 años, logró casi  igualar al coeficiente intelectual de nada menos que Albert Einstein, una de las mentes más importantes de todos los tiempos.

La pequeña rubia de ojos verdes tiene un coeficiente de 159. Esto la ubica un punto por debajo de Einstein y muy cerca del físico Stephen Hawking  .

Heidi vive con su familia en Winchester, Hamphire, Inglaterra. Su padre  tiene 47 años y es profesor de la Universidad de Southampton, su madre Sofía, de 43 años, es una artista, y su hermano Isaac, de 9 años, es corista de la Catedral de Winchester. Ellos notaron que, en los primeros meses de vida,  Heidi podía articular claramente palabras complejas y con un año, utilizaba oraciones completas. Muy extraño para un niño de esa edad. Tiempo después Heidi podía contar hasta 40, dibujar personas, recitar poemas y leer libros que estaban destinados a chicos de 7 años. A la edad de 14 meses Heidi dibujaba princesas y animales que veía en los libros de cuentos. A los 18 meses la familia la sorprendió utilizando una computadora para aprender a leer.
Heidi  es más alta que sus compañeros de clase, mide 3 pies y 10 pulgadas. Le gusta leer libros de cuentos, jugar con muñecas, usar legos para construir figuras de todo tipo, le gusta la pintura, la música y las artes en general.

Actualmente es la miembro más joven de la Mensa (Asociación Internacional de Superdotados)
El promedio del coeficiente de inteligencia para una persona adulta es de 100 mientras que alguien considerado superdotado llega a los 130. Los directores de Mensa aseguraron que trabajarán junto a la niña y sus padres para que pueda aprovechar su potencial.
Fuente:
http://www.minutouno.com.
http://www.dailymail.co.

viernes, 20 de abril de 2012

Palabras sabias.

 
El amor es como una mariposa:
si la aprietas se muere,
si la liberas se escapa,
si la persigues te esquiva,
si pones tu atención en otra cosa,
vira ... Y en tu hombro se posa.

....

Vive cada día como si fuera el último,
si te lamentas por  el pasado,
 o te preocupas demasiado por el  futuro, 
no vivirás el presente.
El presente es el futuro de tu pasado
 y el pasado de tu futuro,
vívelo intensamente
que el presente...es lo que cuenta.
....
La noche es una lámpara que se apaga
y el día una luz que se enciende.
Así ha sido siempre, por eso, disfruta la luz
 que te llega cada mañana
y no te lamentes por la noche oscura, 
oprovecha  esas horas para descansar,
tu cuerpo  es una máquina que necesita,
de cuando en cuando, reposar, 
no abuses de tu andamiaje
porque te puedes caer antes de tiempo.

....
Todo lo que nace, muere,
 por mucho que lo intentes, 
no lo podrás evitar,
disfruta todo lo que tienes, 
porque cuando te vayas
nada te podrás llevar.

 ....
Las alegrías y  las pensas caminan de la mano,
nada es eterno, todo pasa y deja huellas, 
de ti depende si las borras o las dejas.
....
Si un amor se termina, otro nuevo llegará,
si no llega a tiempo, no desesperes, por algo será.
.......
El grito del recién nacido
es su advertencia de que está vivo,
grita cada vez que sientas
que se han olvidado de tu presencia,
manifiéstate libremente
con tus actos y tus palabras,
 la libertad de expresión
es un derecho de todos,
pero no olvides que tu libertad termina
donde comienza la de otro,
el respeto al derecho ajeno
 es la paz.
....
No todo lo que brilla  es oro,
el cielo no es  azul como parece,
el mar no es tan inmenso como crees,
el horizonte es una línea invisible
que nunca podrás tocar, pero
tu voluntad te puede llevar mas allá
de lo que tus ojos ven.
...





miércoles, 18 de abril de 2012

A la memoria de Rita Montaner, una gloria de la música cubana

Rita Montaner: la única
A la muerte de Rita Montaner, el 17 de abril de 1958, Ernesto Lecuona escribió el siguiente artículo:
La más genial intérprete que hemos tenido jamás.
Conocí a Rita Montaner en el Conservatorio Peyrellade. Estaba situado en la Calzada de la Reina, número 3. Lo dirigía Carlos Alfredo Peyrellade, Rita y yo estudiamos solfeo y piano en aquel establecimiento. Recuerdo que iba siempre acompañada de su padre: un caballero bien plantado y extremadamente amable. Por razones que no puedo explicar aquí, salí del Conservatorio y tomé clases de un profesor privado, Antonio Saavedra, que fue discípulo de Ignacio Cervantes.

Rita siguió en el Conservatorio, y una vez, invitado por una amiga, fui a una fiesta donde se presentaban los alumnos más aventajados. Rita tocó ese día un movimiento de una sonata de Beethoven. Me pareció que sus condiciones pianísticas eran notables.

Después me dediqué a tocar en cines y perdí de vista a Rita.

Años más tarde me enteré de que ella recibía clases de canto de un eminente maestro: Pablo Meroles, ya que poseía una voz bellísima y un gran temperamento. No lo puse en duda, pues siempre me pareció una mujer excepcional para la música en todos sus aspectos.

La muchacha de Guanabacoa

La vida es rara, porque aquella amistad que había nacido de cierta compenetración espiritual y artística se esfumó, por decirlo así. De suerte que Rita y yo anduvimos lejos, sin contactos sociales siquiera.

Yo continué mis estudios con Joaquín Nin, que reemplazaba a Saavedra en esa labor. Más tarde entré en el Conservatorio Nacional, recibiendo clases directas de Hubert de Blanck. En este conservatorio alcancé mis títulos de profesor de piano y solfeo. Entonces fue cuando alguien me dijo: "¿Sabes que tienes una paisana que, además de tocar el piano muy bien, canta mejor?" "¿Una paisana?" —pregunté—. "Sí, una guanabacoense" —me contestaron. Y no sé por qué me vino a la mente el nombre de Rita Montaner.

Y era ella. En efecto, tocaba el piano admirablemente y de ese modo cantaba. "¡Es magnífica!" —exclamaban quienes la oían.

Como ella y yo nos habíamos alejado, sin saber por qué, quedé esperando a que me invitara a su casa de Guanabacoa, a fin de "hacer un poco de música", pretexto para poder oírla. No fue así. Pero, como sé esperar, me dije: "Ya la oiré".

Fui a Nueva York. Estuve ausente de Cuba varios meses. Al regresar, un amigo a quien admiré y profesé hondo afecto, el compositor Eduardo Sánchez de Fuentes, autor de la habanera "Tú" y de muchísimas obras más, me preguntó si conocía a una muchacha de Guanabacoa que se llamaba Rita Montaner. Le respondí que sí, naturalmente, y le conté mi pequeña historia acerca de ella. Sánchez de Fuentes se disponía a conocerla y a oírla. Yo tendría que esperar.

Algo inesperado

Pero todo esto se interrumpió con algo inesperado: otro viaje a Nueva York. Esta vez para grabar en rollos de autopiano autógrafo Ampico unas composiciones mías. Yo había tratado a Mariano Meléndez, tenor de espléndidas facultades y artista de pie a cabeza. Mariano iba también a Nueva York con el propósito de grabar con la compañía de discos Brunswick, y quería que yo lo acompañara. Acepté y nos dirigimos a la Babel de Hierro.

Mariano, posteriormente, dio sus acostumbrados conciertos con un público inmenso que lo seguía, y yo me preparé para ofrecer un recital de obras clásicas y mías en el Aeolian Hall (desaparecido ya), y que significaba la primera sala de concierto de la gran ciudad.

Y siguen las sorpresas: dos amigos se unieron a mí: Eduardo Sánchez de Fuentes y Gustavo Sánchez Galarraga. Los dos fueron a Nueva York.

Cómo oí a Rita

Eduardo ya había oído a Rita. Estaba maravillado. Yo, con menos suerte que él, seguía esperando. Continuaba sin conocer la voz de mi condiscípula.

Pasaron algunos años y supe que Rita se había casado con el abogado Alberto Fernández Macías. Yo estaba en España haciendo una tournée con la magnífica violinista Marta de la Torre, contratado por la Casa Daniel. Mi primo Eugenio Lecuona, diplomático, padre de la compositora Margarita Lecuona, autora de "Tabú" y "Babalú", me pasó un cable ofreciéndome un contrato de dos semanas (como prueba) para el Capitol Theater, de Nueva York. Acepté. Y debuté con tanta suerte que las dos semanas se convirtieron en seis. Al volver a mi patria, encontré anunciado un Festival de Canciones Cubanas, organizado por Sánchez de Fuentes, con la colaboración de Eusebio Delfín, compositor y autor, y Guillermo de Cárdenas, periodista.

En este festival cantaba Rita Montaner. ¡Al fin iba a oír a Rita!



Rita Montaner. (CONEXIONCUBANA.NET)



Asistí al acto. Quedé entusiasmado oyendo a mi "paisana" de Guanabacoa. Subí al escenario. La felicité calurosamente. Recordamos nuestros tiempos del Conservatorio Peyrellade. Un mes más tarde, hice yo unas presentaciones en Payret para interpretar la música que había sido mi éxito en el Capitol, de Nueva York.

Allí, por primera vez, estuvo Rita Montaner en una fiesta musical mía.

Después…

Andando el tiempo, un 10 de octubre, organizado también por Guillermo de Cárdenas, ofrecí un Festival de Música Cubana en el Teatro Nacional.

En el elenco, por supuesto, estaba Rita Montaner, la que estrenó en esa oportunidad varias composiciones de otros autores y mías, entre ellas, mi bolero "Palomita blanca", que cantó a dúo con el barítono cubano, de lindísima voz, Rafael Alsina.

Por aquellos días, el mismo Sánchez de Fuentes y Delfín organizaron en el teatro Luisa Martínez Casado, de Cienfuegos, ciudad natal de Eusebio, otro Festival de Canciones Cubanas, para el cual yo fui invitado. Rita Montaner fue la estrella máxima del programa.

A partir de entonces, fui a España a estrenar algunas obras en los teatros Apolo, de Madrid, y Ruzafa, de Valencia. Mi ausencia se alargó año y medio.

De vuelta a la Isla, en La Habana habían tenido lugar diversos conciertos típicos cubanos, dirigidos por mis amigos los compositores Jorge Anckermann y Gonzalo Roig. José Calero, quien escribía en el periódico El Mundo, y el tenor Adolfo Colombo (ídolo durante muchos años en el teatro Alhambra como integrante de la Compañía de Regino López), quisieron que me presentara en un concierto en el Payret. Así fue. Me vestí de gala con el depurado elenco ofrecido, puesto que el mismo estaba integrado por magníficas voces salidas de varias academias de canto: la de Tina Farelli y Arturo Bovi, preferentemente. Además, contaba con el concurso de otra figura señera de nuestra música: el maestro Gonzalo Roig, por ejemplo, al frente de una orquesta que en su totalidad estaba compuesta por magníficos profesores.

El primer concierto mío fue un éxito tan grande que tuve que repetirlo en el mismo coliseo, presentando algunos estrenos y repitiendo asimismo números del primero. Rita Montaner estuvo en los dos conciertos.

Revoloteo de un nombre

En todos los conciertos de música cubana, Rita era imprescindible.

Se interrumpieron esos conciertos con otros contratos míos en Nueva York. En esta ocasión en el Roxy Theater, que dirigió Luis A. Rothafel, a quien me unía una buena amistad, y era el manager del Capitol cuando yo actué.

A los dos meses de permanecer en Nueva York, recibí un cable de don Luis Estrada, empresario del Principal de la Comedia, invitándome a organizar y dirigir una compañía musical para inaugurar el nuevo teatro Regina (antes Molino Rojo y hoy Radiocine). Como siempre me gustó el teatro, y me sigue gustando, acepté las proposiciones de Estrada y tan pronto terminé mis compromisos con el Roxy e hice varias grabaciones de discos fonográficos contratadas, regresé a La Habana. Rita Montaner había estado también en Nueva York junto con su esposo. Yo, por mi trabajo, no pude hacerles compañía. Pero, libre ya de mis actuaciones en el Roxy, pude admirarla y aplaudirla en el 44th Street Theatre, de los Shubert, en la revista titulada "Una noche en España", donde también trabajaba una danzarina a quien estimé de veras: Helba Huara, peruana, así como un cantor popularísimo en aquel entonces: Tito Corao. Rita triunfaba en el teatro de los hermanos Shubert.

Triunfaba con la música cubana. Dejé de ver a Rita y regresé otra vez a La Habana. Varias entrevistas con Estrada y Juan Martín Leiseca, socio de aquel, culminaron en un negocio que, según recuerdo, fue uno de los más brillantes que se han realizado en La Habana, en lo que se refiere a teatro cubano. Para la inauguración del Regina me valí de los cantantes de mis conciertos: Caridad Suárez, María Ruiz, Dorita O'Siel, Vicente Morín, amén de Paco Lara, Fernando Mendoza y Mario Martínez Casado, actores. Todo esto, alrededor de dos cuerpos de vicetiples (como se decía antes) dirigidos por un consagrado actor: don Enrique Lacasa. En mi mente revoloteaba el nombre de Rita Montaner. Era necesario que ella prestigiara la temporada del teatro Regina.

Y llegó

El antiguo Molino Rojo se iba convirtiendo en un bellísimo teatro. En las paredes del lobby, se veían costosos gobelinos de la época versallesca.

Llegó Rita Montaner. Llegó antes del tiempo que yo calculaba.

Y llegó casi silenciosamente. Ya estaba en La Habana. Yo, entretanto, esperaba. El teatro quedó embellecido y se citó a la compañía para la reunión inaugural. Hubo un paréntesis para que arribara Fernando Mendoza procedente de Nueva York. También dábamos tiempo a Eliseo Grenet, a quien yo había invitado a colaborar en la partitura de Niña Rita. Era una oportunidad para que tuviera lista la música. Y yo —¡qué cosas más extrañas suceden!— terminaría el libro de La tierra de Venus, que había arreglado expresamente para la compañía del Regina.

Tras ella

Me dispuse a ir en busca de Rita, pues era la única que faltaba en el elenco.

El esposo de la artista se negaba a que ella trabajara en el teatro. Me costó Dios y ayuda convencerlo de su error, pero al fin lo logré y Rita fue contratada. Debutamos con las obras Niña Rita y La tierra de Venus.

A la primera le intercalamos la famosa "Mamá Inés". A la segunda le agregamos "Siboney", que se había estrenado en uno de los conciertos de música cubana por la contralto Nena Plana.

Rita triunfó. Plenamente. Clamorosamente. Como yo esperaba.

En esa memorable temporada, fueron estrenadas otras obras de Grenet y mías. También se montaron La Duquesa del Bal Tabarin y El Conde de Luxemburgo, operetas que protagonizó Rita. Y, desde luego, las zarzuelas La Verbena de la Paloma, El Asombro de Damasco y La Corte del Faraón. No hay que olvidar que también tenía Rita "lo suyo". El nombre de Rita ascendió vertiginosamente.

A los cuatro meses de temporada, la Victor y la agencia Felix Delgrange, de París, me contrataron para hacer 20 grabaciones y ofrecer cuatro conciertos en la Ciudad Luz. Lo cual llevé a cabo con el concurso de Lydia de Rivera. Mi compañía, sin mí, naturalmente, emprendió una gira por el interior de la República. Hubo bajas: Caridad Suárez y Dorita O'Siel, que se casaron. Cuando volví de Europa supe que Rita había constituido un verdadero éxito en sus actuaciones personales, acompañada por el pianista Rafaelito Betancourt, por los escenarios de los mejores cines habaneros.

Viajera incansable

Rita grabó muchísimos discos. Su nombre se colocaba tan alto que difícilmente podría caer. Fue a España. Trabajó con la compañía de Eulogio Velasco en el Apolo, de Valencia. Estrenó una opereta: Malvarrosa, con música del maestro Pablo Luna, autor de Molinos de viento, El Asombro de Damasco, etcétera. Al propio tiempo estrenó obras mías.



Rita Montaner. (LAISLAINFINITA)



Dio recitales en Madrid. Después pasó a París en compañía de Sindo Garay y su hijo Guarionex. Ya empezaba a llevar en su repertorio las estampas musicales del maestro Moisés Simons, autor de "El manisero". Yo, orgulloso, seguía los éxitos de Rita. En otros momentos tuvo intervención en compañías teatrales mías. En dos de ellas, debutó con obras bien diferentes: La Revoltosa, pimentoso sainete lírico madrileño, y Rosa la China, de Sánchez Galarraga y mía. En otra temporada mía en el teatro La Comedia, hizo La viuda alegre.

Le organicé un homenaje cuando, en ese mismo teatro desdichadamente demolido, representamos mi opereta Lola Cruz en la que, dicho sea de paso, hizo el rol de Concha Cuesta en forma que no hemos podido olvidar.

Volvió a mis conciertos. Se repetían los éxitos en el teatro Payret. En un homenaje que se me rindió, la salida de esta genial mujer fue tan estruendosa que, al abrazarme, lloraba como un niño a quien hubieran arrebatado un juguete. Asimismo Rita estuvo en la temporada de Agustín Rodríguez, en Martí. Y allí interpretó las más variadas obras: Cecilia Valdés, del maestro Gonzalo Roig; María Belén Chacón, de Rodrigo Prats y María la O, de mi cosecha.

Melodías de Roig, Prats, Anckermann, Sánchez de Fuentes, Grenet, Simons y mías, fueron estrenadas en diferentes conciertos en diversas épocas por la más genial intérprete que hemos tenido.

No puedo olvidar su creación de "Te odio", de Grenet.

Creó personajes radiales y de televisión. Tocó conmigo el piano a dos manos en infinidad de conciertos. Porque era una magnífica pianista, una "pianista de línea", como digo yo.

Algo más

La cultura de Rita asombraba. Hablaba de todo. Asimilaba cuanto leía y oía. Además, lo que sus bellos ojos veían, no lo olvidaban jamás.

Su nombre fue siempre timbre de gloria. Anunciarla era tener el teatro lleno por anticipado.

Allí

Estuve en el hospital Curie durante su gravedad. Pasé junto a la enferma toda la mañana. Desde las nueve hasta las dos. Se distrajo mucho conmigo.

Pero yo abandoné alicaído, angustiado, aquel centro. Me parecía imposible ver a aquella mujer tan bella, tan luminosa, que tenía risa de cascada, en condiciones de derrumbe físico.

Final

En su muerte, escribí una carta que leyó ante las cámaras de televisión Pepito Sánchez Arcilla. Envié unas flores. Las orquídeas del recuerdo.

Esta fue la última colaboración mía en la preciosa existencia de Rita Montaner.

Acostumbro a oír las noticias por la radio a las siete de la mañana.

Escuché la infausta nueva. Fue como un golpe en la cabeza, en el corazón, en el alma. Se me despedazó el sistema nervioso.

Pasé todo el día con el frasquito de bellergal en la mano.

Descanse en paz Rita Montaner. Rita la única. Rita de Cuba. Rita del Mundo.

Para mí, sencillamente, Rita… Rita Montaner. Un nombre que abarcó todo el arte.

Porque eso fue ella: ¡el arte en forma de mujer!

Rita Montaner. (LAISLAINFINITA)
 Fuente:
http://www.diariodecuba.com/cultura/10655-la-mas-genial-interprete-que-hemos-tenido-jamas

domingo, 15 de abril de 2012

El negocio de los teléfonos móviles (celulares) en Cuba.


Celulares en Cuba: ¿solución o problema?
Por: Carlos Alberto Pérez

Cuando hace apenas unos años la máxima dirección del país decidió expandir la telefonía celular a todos los cubanos, la pregunta de orden para muchos fue qué futuro tendría en la isla un mercado tan específico como este. O quizás, cómo un pueblo con tantas prioridades económicas se insertaría en este espacio tecnológico, que si bien ofrece a sus usuarios diversas ventajas y comodidades, también representa para todo cubano de a pie un particular reto cuando se trata de mantener de un solo bolsillo los elevados costes de adquisición de equipos, líneas, reparaciones, así como la mensualidad que se debe abonar a la compañía telefónica para mantener activo el servicio.

Pero lo cierto es que en apenas un año los abonados de la telefonía celular en Cuba superaron el millón, dejando atrás la similar cifra de teléfonos fijos que existen en todo el país, lo cual demuestra una marcada tendencia al incremento de la telefonía móvil en la isla. Tan es así, que según estadísticas ofrecidas por la empresa de telecomunicaciones cubana ETECSA, cada vez son más los cubanos que acuden a las oficinas de Cubacel a solicitar este servicio, hecho que sin lugar a dudas tiene sus mejores momentos durante las rebajas de tarifas, o a partir de las diferentes ofertas de promoción que se anuncian coyunturalmente según el plan estratégico de marketing de esta empresa.

Es por ello que con esta acelerada tendencia al incremento de usuarios, podemos dar casi por seguro que la telefonía celular en Cuba llegó para quedarse. Tal es así, que con las nuevas medidas de apertura en el país se pueden observar a simple vista cómo en diferentes lugares existen mesas con todo tipo de móviles a la venta, múltiples accesorios para estos, así como talleres de reparaciones, una nueva modalidad que ha venido cobrando mucha fuerza en los últimos meses.

Digamos que según aumenta la demanda, lógicamente también se ha incrementado este servicio, donde muchos técnicos especialistas en electrónica, cibernéticos y hasta cacharreros por cuenta propia, se hayan aventurado a abrir sus propios talleres donde se realizan (en algunos lugares con más eficiencia que en otros), servicios de defectación de equipos, limpieza, reparaciones, cambios de bandas de equipos, desbloqueos de móviles, flasheos, etc.

Competencia, imagen y calidad en los servicios: la experiencia de “La Clínica del Celular”.


 Aún falta mucho para que en Cuba se logre la cultura de marketing necesaria para poder triunfar como es debido. A nivel de Estado son contados los ejemplos en los que se trabaja correctamente esta fina línea que, en no pocos casos ha decidido la permanencia en el mercado de un producto o incluso, la quiebra o subsistencia de una determinada empresa.

Más crítica aún es la situación de los negocios particulares, donde son contados los casos que se han tomado el tema de la comunicación como el eje principal del éxito, pues de aquí deben partir estrategias, inversiones, identidad e imagen, y producto final, elementos que deben marchar juntos si realmente se desea alcanzar un tramo de ventaja dentro de tanta competencia.

Este es el caso de un grupo de jóvenes que decidieron emprender vereda por este riesgoso camino, en el cual se han tenido que desdoblar desde la teoría comunicacional hasta la práctica en sí misma, hecho que en muy poco tiempo los ha llevado a lograr un sello distintivo en imagen y calidad en los servicios. "Hace apenas dos años,  un amigo conocedor de la tecnología me sugirió que podríamos adentrarnos en este mundo de los celulares”, comentó Javier Ernesto Matos Soto, cuentapropista responsable del taller de telefonía móvil ubicado en la calle G entre 17 y 19, del Vedado capitalino.

“Vimos una oportunidad única, ya que los celulares comenzaban a tener auge en Cuba, así que nos dimos cuenta que este sería un negocio próspero, ya que la tecnología siempre está evolucionando, fallando, y los usuarios siempre van a necesitar un servicio que responda a este tipo de exigencias”, agregó Matos Soto.

Pero para llegar a caminar sin tropiezos hay que comenzar por pequeños pasos, poco a poco, aunando el empeño de todos en un mismo objetivo. Así lo experimentó Carluchín Vidal, otro integrante del equipo de la calle G, quien nos confesara que el local que ahora mismo utilizan era un garaje viejo repleto de trastos amontonados, así que la primera y gran tarea para lanzarse a esta aventura era limpiar el lugar y acondicionarlo según las exigencias requeridas.

“Estuvimos todo un fin de semana trabajando muy duro. Al ser esto un garaje tuvimos que abrir un hueco y poner un extractor, porque en verano sería como trabajar dentro de una sauna. Una vez limpio el local, lo pintamos y comenzamos a acomodar según la estética que habíamos acordado para el mismo. Así, de poco en poco y con el apoyo de muchos amigos, es que hemos podido llegar hasta este punto, que por supuesto, continuaremos mejorando paulatinamente en imagen, y atención al cliente”, explicó Vidal.

  En cuanto a la puesta en práctica del taller, Javier Matos insistió en que todo un compendio de elementos tendrían que estar listos antes de abrir a la población, pues según sus propias palabras “en este tipo de negocios uno no se puede desesperar; se debe ser muy hábil, pues hay que hacer estudios de mercado, aprender de la competencia, etc. Y precisamente son esos elementos los que al final hacen que la estrategia escogida marque la diferencia”.

Sobre la estrategia utilizada relató: “Partimos de un detallado Manual de Identidad, el cual encomendamos a un especialista partiendo de nuestras prioridades. De aquí fue que nos propusimos apartarnos del nombre cotidiano de Taller de celulares, por lo repetido y poco original. Surgió entonces la propuesta de “La Clínica del Celular”, un nombre que se ajusta con el objetivo real de las clínicas de salud. Por ejemplo, el color seleccionado para el local es un verde fuerte, bien vivo, parecido al de las batas que se llevan en estas clínicas. Y como ícono identificativo diseñamos una graciosa mascota, que simula a un celular alzando las manos (como símbolo del éxito) con un estetoscopio médico. Como vez, todos estos son detalles que por insignificantes que parezcan, nos han ayudado mucho a atraer clientes”, afirmó el especialista”.

 Pero con tantos años de retraso en la telefonía celular, lo cual se revierte en muy poca experiencia en servicios técnicos en la isla, es lógico que muchos usuarios se sientan recelosos e incluso desconfiados cuando acuden a estos talleres. “La verdad es que algunos son unos improvisados, y uno teme que lejos de resolver el problema se cree uno mayor, pero las recomendaciones corren de boca en boca, y por eso llegué hasta aquí, porque dicen que estos muchachones son los mejores”, explicaba el taxista Alexander Guerra mientras terminaban de reparar su equipo.

“Nuestra primicia siempre ha sido trabajar frente al cliente, para que vea lo que hacemos, nos pregunte sus dudas, y finalmente quede satisfecho con el trabajo. Ese es un sello de garantía infinito que les da a los clientes la seguridad de querer volver a nosotros cuando tenga otro problema”, enfatizaba Matos mientras maniobraba sobre el móvil de última tecnología Samsung Galaxy.

Pero, ¿quiénes son y cómo se preparan los técnicos que trabajan en esta clínica? ¿Cómo se actualizan de las nuevas tecnologías que constantemente salen al mercado? A estas interrogantes respondió el técnico cuentapropista:

“Algunos somos graduados de electrónica, otros de cibernética, y eso complementa unas cosas con otras, pues básicamente los fundamentos de la electrónica son los mismos, solo que hay que adaptarlos a las nuevas tecnologías. No obstante, siempre estamos actualizándonos estudiando catálogos, folletos, manuales que nos llegan por diferentes vías. Lo otro ya queda en el talento de cada cual y sobre todo, en la constante práctica.”

Pero como todo lo que brilla no es oro, quisimos consultar a algunos clientes sobre los precios de productos y servicios; diversidad de opiniones que confluyó básicamente en el criterio de que aún resulta demasiado caro hacer frente a las ofertas y servicios técnicos tanto en talleres particulares como en establecimientos del Estado. “A veces lo barato sale caro, eso es un hecho”, acotaba enfáticamente Silvia Chong, quien dice haber visitado tres veces un taller en Marianao por el mismo problema. “Uno de estas cosas no sabe nada, pero a veces quien dice ser técnico sabe menos. Esta gente (La Clínica del Celular) son muy profesionales, y siempre dan garantía que eso es muy importante, pero para mí que no gano CUC ni me mandan dinero del extranjero resulta un serio problema cada vez que tengo que acudir hasta acá”.

Según Erick Fleites, un técnico de telefonía celular residente en Punta Brava, barrio situado a las afueras de la capital cubana, “los precios de los equipos, las piezas, así como el de los servicios varían por zonas. En Playa o el Vedado, por razones obvias todo es mucho más caro que aquí, que es un pueblo casi de campo y con mucho menos estatus económico”. Así funciona generalmente con otros municipios y provincias, aunque ojo, hay determinadas cosas que sí no varían sus precios sea donde sea”.

Alexander Álvarez Fernández, un cliente de la Isla de la Juventud.

Pero si de gastos hablamos también debemos tener en cuenta que no solo resulta caro el pago por los servicios, o las piezas de repuesto, sino que en algunos casos el desespero lanza a la travesía interprovincial a más de uno. Este es el caso de Alexander Alvares Fernández, quién atravesó el mar desde la Isla de la Juventud hasta La Habana en busca del taller de la calle G, “el que salió por el noticiero”, decía en referencia a un reportaje publicado un tiempo atrás por la televisión cubana. “En la Isla me dijeron que ellos no sabían desbloquear este HTC, así que me sugirieron que viniera a La Habana, que este móvil era para grandes ligas”.

Si para este caso concluimos que entre el pasaje del transporte, los gastos de alimentación y alojamientos, además hay que incluirles el debito por su servicio en moneda libremente convertible, lo cierto es que se torna extremadamente caro y engorroso resolver un problema que ni siquiera tendría que haber llegado llamársele así mismo de tal modo. No obstante a sus esfuerzos, Alvares Fernández se reconoció impresionado con el tratamiento que le fue dado a su equipo, ya que solo demoró tres minutos en La Clínica y a su servicio de desbloqueo se le dio garantía de por vida.

Casos como estos los podemos encontrar a menudo, y si es cierto que este último ejemplo suele ser la parte más crítica del asunto, no deja de ser menos importante por cotidiano que parezca el hecho de que cada usuario de telefonía móvil en la isla asuma como todo un sacrificio lo que a estas alturas no debería representar preocupación alguna.

Entonces, ¿es la telefonía celular en Cuba una solución o una preocupación constante a la subsistencia de nuestra economía? A mí, lo que sí me queda claro; es que a pesar de sus conocidas bondades, ésta nos ha tomado de rehenes para exigirnos a cada día el pago de una deuda interminable.
Fuente:
http://lachiringa.wordpress.com

Nota aclaratoria:
Carlos Alberto Pérez es un articulista del blog La chiringa de Cuba. Blog que, sin ser oficialista, no es disidente, ni tampoco contestatario, ni mucho menos opositor a la tiranía castro comunista. Los escritores de ese blog son cubanos nacidos, criados y formados dentro de la castro robolución. Son un producto más de la misma. Para algunos de  ellos Cuba es lo máximo. A veces se muestran confundidos y hasta preocupados por la realidad socio económica y cultural que los envuelve, otras veces  se muestran conformistas con el destino que les ha tocado vivir en dependencia del tema que aborden. En ocasiones son hasta muy optimistas y escriben largos panegíricos sobre los supuestos cambios y aperturas del raulato. Al parecer algunos de ellos se bañan con quimbombó diariamente y se ocupan de alimentarse muy bien para que por sus venas siga corriendo sangre de horchata.
He publicado este artículo como muestra del acontecer diario en Cuba y porque aborda un tema interesante: el negocio de los celulares en Cuba, los precios, los costos y las preocupaciones.
Esperanza E Serrano

jueves, 5 de abril de 2012

Desde Cuba: "Silencio y naturaleza de los cambios"

 
Por Wendy Guerra
No vivimos en una transición pero ya no somos los mismos. Hay asuntos que pasaron de moda y que estamos a punto de perder. Así, poco a poco, dejaremos de ser y estar en un país intraducible. Creo que ésta será la forma en que cambiarán. Ciertas cosas en Cuba caerán en desuso, dejarán de ser lo que fueron, se esclarecerá o perderá su significado y, tal vez, serán sustituidas mecánicamente sin darle la importancia (a detalles) que deberían aparecer en nuestra memoria ante el serio hecho de un cambio.
Sobre las utopías haremos castillos de olvido, volviéndonos prácticos y operativos. Encenderemos las zonas oscuras de nuestra realidad, pero, nos miraremos en el espejo buscando en el fondo de nuestros ojos la incoherencia y la coherencia de una posible autobiografía. Sin esta revisión personal no habrá limpieza en el recuento, que transita de lo personal a lo colectivo. Repito, ya no seremos los mismos, y apresurando el paso intentaremos no culpar, no culparnos, para continuar la cotidianidad como personas civilizadas que desean subir un escalón humano, aquel que nos prometieron los mayores, pero que solo nuestro referente y necesidad de invención puede conseguir.
Sí, vamos dejando atrás esos asuntos inexplicables, endémicos.
Ya no discutimos como antes sobre la famosa libreta de abastecimiento, porque a diario, vamos por el pan, solo la utilizamos para “sacar” unos pocos productos que “llegan” como caídos del cielo. Ya ni existen aquellos cupones (O-12) (A-33) de la otra libreta (rosada o verde) con la que te comprabas o esto o aquello para vestir, untarte, asearte. Un día, subrepticiamente, desapareció de nuestras manos el modo de comprar textiles y botones, zapatos, agujas o desodorantes por la otra normativa disponible para racionar, fraccionar, compartir. ¿Preguntamos por ello? No, lo compramos en la moneda que no percibimos, y de eso ni se habla.
Hemos dejado de firmar el libro de las guardias del CDR, porque las cuadras parecen habitadas por nuevos vecinos, o deshabitadas por la vigilancia colectiva. El ojo sigue avizor, pero: ¿y las guardias?
No pasamos cables o telegramas, muy pocos ciudadanos tienen emails y nos comunicamos más a larga distancia, que en el cara a cara de toda la vida. Demasiado juntos en la distancia, demasiado lejos en esta cercanía.
Las personas que viajan al extranjero ya no pasan por “La Internacional”, aquella tienda en la que prestaban “abrigos y sombreros rusos” para cuidarnos del frío. Ya no salimos con las mismas maletas, ahora, perdidos en el mar de viajeros universales los cubanos intentamos integrarnos al mundo.
Poco a poco se extinguen los “mechones” para alumbrarnos, las maletas de palo, los coladores de café y reverberos chamuscados; los teléfonos públicos se oxidan dispersos por la ciudad y los mosquiteros son casi escenografía para la televisión nacional, que también va cambiando con demasiadas bajas de rostros conocidos y añorados.
Los radios vienen a hacer un lastimoso objeto del pasado, y mira que a los cubanos nos acompaña LA RADIO. ¿Quién sería yo sin la radio?
El Citrogal, las bolsas de agua caliente, el Algirol y el Mercurocromo siguen resultando útiles, pero hoy los compramos con otros nombres y en otra moneda, que, a su vez, usamos solo para adquirir un billete que nos permita realizar la operación mercantil. Nuestra moneda aparece, sí, en ese breve espacio que va de la ganancia a la conversión.
Las máquinas de escribir pasaron de moda aquí y en todo el mundo, pero los antiguos carros americanos nos siguen trasladando de La Habana Vieja a la playa, de la playa al sitio dónde se pueda llegar sin cruzar el túnel de la bahía. Son pocos los novios que esperan “la confronta” para volver a casa, cuando en los elegantes garajes del residencial Miramar se alzan y despiertan improvisadas cafeterías para desayunar.
Hemos dejado de despedirnos para siempre. La eternidad acorta su plazo. Sabemos que pronto nos volveremos a encontrar. No esperamos a que vengan, intentamos reencontrarlos, aunque se trate de una larga película donde, solo en los créditos, notamos cuánto hemos cambiado en el camino.
Somos una vía de reencuentro, para ir y venir, no un puente elevadizo, no un canal de malos entendidos, somos una vía que nos conduce a la revisión de una memoria que por fin nos concilie.
La ciudad poco a poco se va enrejando y las viejas ruinas se restauran para descubrir edificios que antes nos parecían laberintos perdidos. Donde vivía el trovador Iván Latour ahora despierta el artista visual Dagoberto (El Carpintero). Poco a poco vamos mutando, y en esa silenciosa lentitud está la verdadera naturaleza de los cambios.
Como el algodón al que le pones las semillas en el germinador, como en el verde y lento brote del experimento escolar, silenciosos, advertimos lo que antes fue prohibido, hoy permitido… y luego será natural. Volveremos a estar con los ausentes, recorriendo con horror asuntos tan en desuso como el odio.

Tomado de
http://www.elmundo.es/blogs/

martes, 3 de abril de 2012

15 cartas inéditas de Ernest Hemingway en la Biblioteca John F Kennedy

Fechadas entre 1953 y 1960, las misivas están dirigidas a su amigo el aristócrata veneciano Gianfranco Ivancich, cuya hermana Adriana inspiró al escritor dos de sus obras maestras

                                        ABC : Ernest Hemingway en su sanctasanctorum de Finca Vigía



«Sí que te extrañé. Extraño a Tío Willie. He tenido que dispararle a gente, pero nunca a nadie que haya conocido y amado 11 años. Tampoco a nadie que ronroneara con dos patas rotas». Tío Willie era el gato de Ernest Hemingway, al que no le quedó más remedio que sacrificar tras ser atropellado por un coche en Cuba, un 22 febrero de 1953. Le dolía el corazón al viejo ante la mar, el mar, al pescador de almas, al boxeador de la vida, que no quería ver sufrir a tan digno animal literario.
Ve la luz un Hemingway que devora al «macho»: tierno, gentil, sensible
ABC
Fragmento de una de las cartas
Un Hemingway tierno, sensible, emocionado se confiesa así, por carta, a su amigo Gianfranco Ivancich -apellido ilustre de la aristocracia italiana-, a quien había conocido en un bar de Venecia en 1949. Las heridas de guerra en las piernas les unieron, e inmediatamente entablaron una conversación sobre sus experiencias en el frente bélico. Fue el comienzo de una gran amistad, de una hermosa e inédita relación epistolar, que ahora se acaba de hacer pública por vez primera.
Gracias a Gianfranco, Hemingway conoció a la hermana de aquél, Adriana Ivancich, que le inspiró uno de los personajes principales de su novela «Al otro lado del río y entre los árboles», y también la obra ganadora del Pulitzer «El viejo y el mar», durante su estancia en Cuba en 1950. Hemingway se había enamorado platónicamente de Adriana, su Renata, de diecinueve años de edad, su baronesa, tras compartir con ella una cacería de patos en Italia.
Las cartas están fechadas entre 1953 y 1960, un año antes de que un 2 de julio de 1961 Hemingway amaneciera temprano, abriera su almario, escogiera un arma del armario y se marchara del mundanal ruido. Redactadas a máquina o con su arabesca caligrafía, algunas misivas llegaban a la Venecia sin él en sobres personalizados de papel cebolla desde su residencia en la Finca Vigía en Cuba. En otras ocasiones, el premio Nobel remitía las cartas desde Ketchum, Kilimanjaro, Idaho, Nairobi, París y Madrid, ora en cacerías ora desde la quietud del reposo del guerrero.
Este lado sensible y emocionado, desconocido, del gran autor ha visto la luz tras ser encontradas quince de estas cartas en una caja con documentos de Hemingway que poseía la Biblioteca presidencial de la Fundación John F. Kennedy Foundation. Los especialistas que las han analizado coinciden en que los textos proyectan un aspecto de Hemingway diametralmente opuesto a su universo de guerra, tauromaquia, pesca y caza. En estas cartas, la humanidad de don Ernesto es una Fiesta.

Lucha feroz del «macho»

La Fundación de la biblioteca Kennedy [el presidente de Estados Unidos era un admirador rendido de Hemingway, y permitió a la cuarta esposa del escritor, María, viajar a Cuba, a pesar de la prohibición, para recuperar los papeles de la familia y sus pertenencias] compró las cartas a Gianfranco Ivancich en noviembre pasado. La comisaria de la Colección Hemingway, Susan Wrynn, viajó hasta Italia para reunirse con el anciano destinatario en Italia, Gianfranco Ivancich. «Todavía escribe cada mañana», dijo, «Hemingway lo alentó para que lo hiciera». «En conjunto, las cartas muestran que Ernest Hemingway poseía un lado gentil [alejado del compartimento de «macho» con el que había sido encasillado], y que era alguien que apartaba su tiempo para ser paternal y nutrir a un joven amigo», señala Susan Beegel, editora de la publicación académica The Hemingway Review.
Ve la luz un Hemingway que devora al «macho»: tierno, gentil, sensible
ABC
Hemingway y Adriana
La carta de Hemingway sobre la muerte de su felino amigo Tío Willie plantea la lucha feroz del escritor por separar su vida privada de la pública. Hemingway relata cómo un grupo de turistas llega a su villa ese día tan fatídico. De repente, alguien se ofrece a sacrificar al animal, pero él añade que no podía arriesgarse. «Todavía tenía el rifle y les expliqué que habían llegado en un mal momento; les pedí que entendieran y que se fueran», escribe Hemingway a Gianfranco. Pero no logró convencer a uno de ellos, que le espetó: «Hemos llegado en el momento más interesante, a tiempo para ver al gran Hemingway llorar porque tiene que matar a un gato». Y Hemingway escribe a su amigo: «Yo le humillé como debe ser humillado, omito detalles».
Hemingway llamaba a Gianfranco Ivancich «hermano», «amigo potable de buena calidad» y con frecuencia firmaba las cartas como «Mr. Papá» o «Papá». En otra cuartilla que le envía en abril de 1953, Hemingway le informa a su «hermano» de que «el hígado de Mr. Papá, los riñones y la presión arterial están ganando consistencia en casi todas las pruebas que los médicos están haciéndome»; y también le anota que su cabeza está trabajando «rápido, fuerte y alegre». Aunque él dice que ha terminado un libro en ese momento, y tres cuartas partes de otro, le advierte: «Ninguno para su publicación este año sin embargo, ya que el impuesto sobre la renta es tan alto que los ingresos nos pondrían en una pobre casa».

Y siempre la baronesa Adriana

En una de las últimas cartas, de fecha 30 de mayo 1960, Hemingway confiesa: «He trabajado terriblemente duro. Llevo escritas más de 100.000 palabras desde finales de enero y todos los días cuando termino estoy demasiado cansado como para escribir cartas». Esas cien mil palabras quizás podrían corresponder a «París era una Fiesta», una de sus novelas póstumas, que se publicó en 1964.
Al final de todos sus renglones íntimos, Ernest Hemingway le preguntana siempre a Gianfranco por su hermana Adriana, su amor platónico, su baronesa del alma.