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lunes, 4 de noviembre de 2013

Ana habla por señas en el trópico

       
Por David Canela Piña
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org.- La última función de Ana en el trópico, del escritor cubanoamericano Nilo Cruz, durante el XV Festival Internacional de Teatro de La Habana (clausurado este último domingo), desbordó los pasillos de la sala Trianón, pero quizás no llegó a colmar las expectativas de quienes deseaban “algo más” (político, sexual, dramático).
La curiosidad de ver a actores emigrados –como Lili Rentería, que hacía veinte años no venía a Cuba–, en una obra premiada con el Pulitzer (2003), y puesta en escena por la compañía El Público, debió ser un motivo irresistible para los amantes del teatro, y un buen incentivo para los menos asiduos.
Muchos esperaban un diálogo mayor con la actualidad cubana, que “guiños” más explícitos (de contenido político) afloraran en las relaciones de una familia cubana de inmigrantes en la Florida, allá por el año 1929, cuando se inicia la Gran Depresión. Quizás, el chiste más audaz que se emitió –de acuerdo con el contexto presente de la Isla– fue que todo el mundo quería la ciudadanía americana.
La novela Ana Karerina es un pretexto, un mito social, en donde se refleja el inconsciente de unos personajes que son de otra época, y de otro continente. El relato original es una nube, que llueve la historia de esa heroína rusa sobre una familia de tabaqueros cubanos, hasta permearla con sus ideas, y revelar las tensiones entre el amor y la cordura gregaria, entre la libertad y el destino matrimonial. El héroe trágico –si se puede decir– de esta Karenina tropical es el lector José Julián, quien sucumbe por haber logrado trasvasar los fantasmas de la obra de Tolstoi a la vida de estos personajes cubanos.
Sin embargo, la obra de Nilo Cruz parece que no llega a un puerto seguro, y se la pasa divagando (aunque con muchos toques de humor) sobre una trama que no define bien los hilos principales de los secundarios, y deja cabos sueltos, sin ninguna consecuencia, como la violación de Marela.
Estados Unidos en La Habana
Los méritos de la puesta en escena de Carlos Díaz no deben buscarse en lo que se dijo sobre las tablas, sino en lo que se mostró. En primer lugar, trajo a la escena cubana a dos actrices emigradas, Lili Rentería y Mabel Roch, que con su mera presencia han acercado a los cubanos de las dos orillas, reafirmando una identidad nacional, más allá de cualquier simpatía política. En segundo lugar, evocó una realidad histórica que ha sido preterida en Cuba por más de medio siglo: y es que los Estados Unidos han sido el principal refugio de la cultura cubana, incluso antes de 1959, porque es la tierra donde nuestros antepasados han podido conservar más pura su identidad (fuera de su país de origen), y soñar con un futuro de independencia y prosperidad para Cuba. Las comunidades de tabaqueros son, seguramente, el ejemplo más conocido.
Esa evocación se realizó por medio de la bandera norteamericana, que fue el símbolo más destacado y atrevido de la puesta en escena. Se reiteró en las banderitas que le dieron al público, para que las meneasen durante una parte de la obra, en los abanicos de las actrices, y en esos globos de color blanco, rojo y azul (que aludían, en un juego de ambigüedad intencional, a las enseñas de los dos países). La imagen fue acogida con tranquilidad, y hasta con cierta alegría lúdica. De hecho, el día del estreno en Cuba se ofrecieron muchas banderitas norteamericanas.
Y es que los “guiños” que probablemente deseaba recibir una parte del público, no fueron tanto verbales, como plásticos. En una de las escenas, una gran bandera norteamericana es izada como telón de fondo, justo cuando se hace una votación democrática para decidir si el lector se iba, o se quedaba trabajando en la tabaquería.
Otros elementos de la escenografía, como las cortinas blancas (tal vez para significar la nieve) y el tríptico de los iconos ortodoxos, podrían justificarse como una sugerencia al ambiente de la novela rusa, pero creo que diluían mucho el entorno cubano de la obra, que debió apoyarse más en el vestuario, y sobre todo, en las actuaciones.
Tal vez, esos artículos de los imaginarios ruso, norteamericano y chino (con esas lamparitas redondas de color rojo, y la sombrilla de papel) hayan querido ilustrar algunas de las influencias culturales que ha tenido Cuba a lo largo de su historia, pero Ana en el trópico se queda vacilando entre dos aguas: no explora el núcleo de la cubanidad, que ha sido recubierto por tantas culturas, ni se proyecta como un drama humano, de alcance universal. Por consiguiente, habla por señas, con la esperanza de que sean interpretadas como gestos proféticos.

Para realizar esta versión escénica, colaboraron varias instituciones: Teatro El Público, FUNDarte, el Colegio de Artes y Ciencias de la Universidad de Miami, el Archivo Digital del Teatro Cubano, el Miami Dade County, la Xael Charters Inc., la National Performance Network y el Romaldesign.


sábado, 5 de octubre de 2013

"Ana en el trópico" viaja a Cuba con Lili Rentería, Mabel Roch y Carlos Miguel Caballero

 

Cartel de 'Ana en el trópico'. (FUNDarte) 

 Actores residentes en EEUU viajan a la Isla para estrenar "Ana en el trópico"

Los actores cubanos Lili Rentería, Mabel Roch y Carlos Miguel Caballero, residentes en Estados Unidos, están en la Isla para el estreno, el próximo 21 de octubre, de la obra Ana en el trópico, con la que el escritor cubanoamericano Lino Cruz ganó el Premio Pulitzer de drama en 2003.
Rentería, Roch y Caballero se unirán al elenco de la compañía El Público —integrado por Osvaldo Doimeadios, Fernando Hechevarría, Alexis Díaz de Villegas, Clara González y Yanier Palmero— para la puesta en escena, en la que colaboran la organización FUNDarte y la Universidad de Miami.
"¡Esto va a ser algo muy grande!", dijo el director de teatro Carlos Díaz al presentar a la prensa el espectáculo, que forma parte de los llamados "intercambios culturales" entre Cuba y Estados Unidos.
"Cuba es una sola, y para eso estamos aquí, para trabajar por un buen espectáculo que se verá aquí y allá en noviembre", dijo Caballero, integrante de FUNDarte.
La obra se estrenará en la Sala Trianón, de La Habana, el próximo 21 de octubre.
Entre el 22 y el 24 de noviembre estará en escena en el Colony Theatre de Miami Beach.
Norge Espinosa, dramaturgo y asesor de El Público, subrayó la importancia de sumar Ana en el trópico al repertorio de la compañía, y hacerlo, además, con actores que viven las dos orillas, informó el portal oficial Cuba Sí.
Añadió que para la puesta en escena se utilizó una nueva traducción del texto de Nilo Cruz, realizada por el cubano James López, profesor de la Universidad de Tampa, que luego fue cotejada y revisada con el original en inglés.
"Esto nos dio una nueva mirada, otra perspectiva para trabajar el espectáculo, junto a la visita que pudimos realizar a Tampa, a Ybor City, ciudad donde se desarrolla la obra", dijo Espinosa.
Ana en el trópico, por Teatro El Público y FunDarte, participará además de la programación del XV Festival de Teatro de La Habana, que se celebrará del 25 de octubre al 3 de noviembre. En total se ofrecerán seis funciones en la Isla.
La obra muestra la situación de los trabajadores de una fábrica de tabacos de Tampa, que enfrentan las presiones de la mecanización de la industria. Se centra en un "lector" de tabaquería que ve cómo su trabajo se vuelve obsoleto.
Las historias personales de los personajes se desarrollan a medida que escuchan leer Anna Karenina, de León Tolstoi. A través de una historia de amor, Nilo Cruz explora temas como la inmigración forzada y el anhelo de tradiciones perdidas.
Según explica FUNDarte en su sitio en internet, la adaptación de la obra bajo la dirección de Carlos Díaz, actualiza y complica la historia con ingredientes contemporáneos.
Tomado de:
http://www.diariodecuba.com