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domingo, 7 de octubre de 2012

El mar...¡Siempre el mar!

El mar...¡Siempre el mar!

Entre tú y yo siempre está
el enome mar que nos separa
y nos une más allá de la distancia,
más allá del tiempo,
más allá de todo cuanto existe...

Desde aquella orilla no me miras,
pero te siento en cada hueco
de ese silencio sepulcral
que llena todas mis angosturas.

Ese mar que nos separa
es el dueño de todo lo que toco,
de todo lo que ansío, de todo lo que tengo.
Tan callado, tan azul, tan ausente,
 tan transparente  y tan cierto
como este rictus amargo
que llevo en este rostro
que me nombra, me señala,
 me descubre, me envejece...

Rostro mío, único, irrepetible,
diferenciador  de los tantos
que miro al pasar por esta vida
que transito, mientras busco
 los ancestros detenidos
 en la marcha de otros tiempos.

 El mar... ¡Siempre el mar:
En mis sueños, en mis alborotos, en mis ansias...
Confieso que necesito verlo cada día
 aunque no lo toque ni lo respire,
 aunque no me bese con sus olas
atrevidas mis rodillas,
aunque no camine alegre por su lado,
persiguiendo su espuma,
sus caracolas, sus algas...

Ese mar es parte de mi vida,
es parte indisoluble de ti, 
lejana Isla posesa,
Isla de mis añoranzas,
de mis juventudes, de mis ilusiones...

En ti, Isla mía, navego cada noche
persiguiendo quimeras,
pariendo anhelos,
recogiendo nostalgias,
 sembrando deseos...

Si ese mar me quisiera al menos un poquito,
al menos como la mílésima parte
de todo cuanto amo,
 si al menos me trajera la esperanza
de que un día  se acerquen tus orillas,
me sentiría satisfecha de este idilio
que vivo y sueño, 
tan sin ti, tan lejos y tan cerca,
que ya no sé donde comienzan
 el principio y el  fin de esta  agonía.
Esperanza E Serrano
12/16/2011
Brandon, Fl

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