" Los derechos no tienen color
político, ni de raza, ni de cultura.Tampoco las dictaduras tienen color
político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras"
Oswaldo Payá
Misa en recuerdo de Harold y Oswaldo,
Iglesia de Los Pasionistas, La Habana
22 de julio de 2014, 4:00 pm
Discurso de Oswaldo Payá al aceptar premio Sajarov, Estrasburgo, Dic/2002
Gracias al señor presidente, Pat Cox, y a este Parlamento en el que están representados muchos pueblos de Europa.
Ustedes han concedido el premio Andrei Sajarov al pueblo de Cuba;
digo al pueblo cubano porque es el gran merecedor de este
reconocimiento. Lo digo sin excluir a ninguno de mis compatriotas, sea
cual sea su posición política, porque los derechos no tienen color
político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color
político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras
.
En mi país hay miles de hombres y mujeres que luchan por los derechos
de todos los cubanos en medio de la persecución. Cientos de ellos están
presos sólo por proclamar y defender estos derechos, por lo que yo
recibo este reconocimiento en su nombre.
Digo que este premio es para todos los cubanos porque entiendo que,
con este premio, Europa quiere decirles: “Ustedes también tienen derecho
a los derechos”.
De esto siempre estuvimos convencidos, pero hubo etapas en las que
parecía que esa verdad no era tan evidente para muchos en el mundo.
No vengo aquí a pedir apoyo para la oposición al gobierno cubano, ni a
condenar a los que nos persiguen. No es una ayuda para Cuba que algunos
en el mundo tomen partido por el gobierno cubano o por los que se le
oponen, a partir de posiciones ideológicas. Nosotros queremos que se
tome posición a favor del pueblo cubano, con todos los cubanos. Y eso
significa apoyar el respeto a todos sus derechos, apoyar la apertura,
apoyar la demanda de que se consulte a nuestro pueblo en las urnas sobre
los cambios que estamos demandando. Pedimos la solidaridad para que se
le dé la voz a nuestro pueblo en las urnas, como lo propone el Proyecto
Varela.
Muchos han relacionado este premio con el Proyecto Varela, y tienen
razón, porque los miles de cubanos que, en medio de la represión han
firmado esa petición de referéndum, están haciendo una contribución
decisiva a los cambios que Cuba necesita. Estos cambios significarían
participación en la vida económica y cultural, significarían derechos
políticos y civiles y reconciliación nacional. Ese sería el verdadero
ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el
mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la
independencia y soberanía de nuestro país.
El padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía
nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales.
Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo,
tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad
democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José
Martí: “Con todos y para el bien de todos”.
No hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es
inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que
la violencia genera más violencia y que cuando los cambios políticos se
realizan por esa vía se llega a nuevas formas de opresión e injusticia.
Queremos que nunca más la violencia y la fuerza sean vías para
superar crisis o gobiernos injustos. Esta vez realizaremos los cambios
mediante este movimiento cívico que ya está abriendo una nueva etapa en
la historia de Cuba, en la que prevalecerá el diálogo, la participación
democrática y la solidaridad. Así construiremos una paz verdadera.
Los héroes luchadores cívicos cubanos, los ciudadanos que firman el
Proyecto Varela, no tienen armas en las manos. No tenemos un brazo
armado. Tenemos los dos brazos extendidos, ofreciéndoles las manos a
todos los cubanos, como hermanos, y a todos los pueblos del mundo. La
primera victoria que podemos proclamar es que no tenemos odio en el
corazón.Por eso decimos a quien nos persigue y a los que tratan de
dominarnos: tú eres mi hermano, yo no te odio, pero ya no me vas a
dominar por el miedo, no quiero imponer mi verdad, ni que me impongas la
tuya, vamos juntos a buscar la verdad. Esa es la liberación que estamos
proclamando.
Todavía hay quien sostiene el mito de la disyuntiva entre los
derechos políticos y civiles, por una parte, y la capacidad de una
sociedad para construir la justicia social y lograr el desarrollo, por
otra. No son excluyentes. La ausencia de derechos civiles y políticos en
Cuba ha tenido graves consecuencias como la desigualdad, la pobreza de
la mayoría, los privilegios de una minoría, el deterioro de algunos
servicios, aun cuando éstos están concebidos como sistemas humanos y
positivos.
De esta manera, aunque muchos cubanos han trabajado durante años con
amor y buena fe, hoy existe una grave situación en materia de derechos
civiles y políticos, además de una creciente desigualdad y deterioro de
la calidad de vida para las mayorías. Inclusive se les atan las manos a
los
ciudadanos, neutralizando las inmensas potencialidades de creatividad y
laboriosidad de los cubanos. Esa es la principal causa de nuestra
pobreza. No se puede justificar esta realidad afirmando que el pueblo
cubano escogió libremente este sistema. Ustedes saben que ningún pueblo
de los representados en este Parlamento, ni ningún pueblo en el mundo,
renunciaría jamás al ejercicio de sus derechos fundamentales. Cada vez
se demuestra más que el bienestar y el progreso en materia económica y
social son frutos del ejercicio de los derechos. De igual manera, una
democracia no es verdadera o no es completa si no es capaz de iniciar y
sostener un proceso de elevación de la calidad de vida de todas las
personas. Porque tampoco ningún pueblo ejerce su voto libremente para
optar por la pobreza y la desigualdad que reduzca a las multitudes a una
situación de desventaja y marginación.
Nuestros pueblos latinoamericanos están reclamando la democracia real
que es aquélla en la que se puede construir la justicia. Es escandaloso
que en nombre de la eficacia se apliquen métodos que pretenden superar
crisis y acabar con la pobreza, pero que, en la práctica, amenazan con
aniquilar a los pobres.
No pretendo anunciar nuevas posiciones o modelos, pero nuestro pueblo
ha vivido y sufrido diversos sistemas políticos y económicos. Hoy
sabemos que cualquier método o modelo que, en una supuesta búsqueda de
la justicia, el desarrollo o la eficacia, se sitúe por encima de la
persona o anule cualquiera de los derechos fundamentales conduce a
alguna forma de opresión, a la exclusión, y sumerge a los pueblos en la
calamidad.
Queremos expresar desde aquí nuestra solidaridad con todos los que
sufren cualquier forma de opresión y de injusticia, con los que están
silenciados y marginados en el mundo. La causa de los derechos humanos
es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de
globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la
solidaridad no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a
seguir siendo humanos. Sin solidaridad humana tampoco conservaremos un
mundo limpio donde siga siendo posible la vida para los seres humanos.
Por eso, humildemente creo que más que nuevos modelos, tanto en las
sociedades como en las relaciones entre los países, lo que se necesita
es un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu debe expresarse en la
solidaridad, la cooperación y la justicia en las relaciones entre los
países y no será un freno al desarrollo. Porque si se subordinan las
políticas y los modelos a la realización de la persona, a la
construcción de la justicia y la democracia, si se humanizan las
políticas, entonces se superarán los abismos que separan a los pueblos y
seremos una verdadera familia humana.
Llegue desde Cuba nuestro mensaje de paz y solidaridad a todos los
pueblos. Todos los cubanos reciben este premio con dignidad y
proclamando nuestra esperanza de reconstruir nuestra sociedad con el
amor de todos, como hermanos, como hijos de Dios. Los cubanos somos
sencillos y sólo queremos vivir en paz y progresar con nuestro trabajo,
pero no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad.
Ante el Señor de la historia, que fue acostado en un humilde pesebre, depositamos este homenaje, y nuestras esperanzas.
Gracias y feliz Navidad.
Publicado: 25 Diciembre 2002 en
Artículos Oswaldo Payá y M.C.Liberación.