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domingo, 24 de mayo de 2009

Adentro la Lluvia



Adentro la Lluvia

Adentro la lluvia está sonando fuerte.
Es lluvia de huracán embravecido;
lluvia de alfileres dentro de mi vientre.
Lluvia que llega abriendo llagas;
sembrando la sensación del vacío
infinito por ese algo que se quedó
inconcluso, y a veces se asoma a mí,
a reclamarme para que detenga
este viaje de otoño sin regreso.
Afuera la lluvia quiere barrer mis puertas
para sembrarme de dudas por las sombras
que se quedaron grabadas en las paredes,
y en los troncos de los árboles celosos
que una vez fueron testigos de tu risa
en aquellos días de travesuras locas,
cuando aún no pensábamos en el otoño.
En este otoño que veíamos tan lejos,
tan imposible de tocar nuestras mejillas;
al que le poníamos antifaces de luna llena,
en aquellas tardes de junio de mucho sol,
cuando quedábamos atrapados
bajo la enredadera de los sueños,
y las horas se iban mientras nosotros
las vivíamos en otra dimensión,
con nuestros cuerpos lujuriosos
protagónicos de espasmos y escalofríos
divinos que nos llevaban más allá
de nosotros mismos en cada orgasmo.
Ahora que no estás para compartirlo,
se ha colado en mí esta lluvia ciclonera
para entregarme este otoño vacío
como premio por mis burlas a la vida,
cuando reía dueña del universo al sentir
tus manos en las mías y tus besos
en mis labios y mi cabeza en tu hombro.
No quiero este regalo de la lluvia.
Mis manos se cierran para no tocarlo,
pero ella lo ha puesto dentro de mi cuerpo.
Me aferro a mis instintos para salvarme
de la inercia de este largo camino
y le grito a esta lluvia que no quiero
ese regalo tan pesado,
que se lo lleve lejos.
Ella es sorda. Ella no escucha,
sigue de largo y aquí lo deja...
Clavado en mi pecho...
¡Ay, lluvia si te agarrara! ¡Cómo te dolería
que te halara las orejas por terca...
por impertinente... por impostora!
Esperanza E. Serrano
Fort Myers, 2008.

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