El proyecto independiente Estado de Sats denunció este jueves en un comunicado numerosas "violaciones y atropellos que ejecuta la Seguridad del Estado contra la sociedad civil cubana".
En la nota, reciba en la redacción de DIARIO DE CUBA, el Equipo Organizador del proyecto advirtió que hechos como el "secuestro" del grafitero El Sexto, liberado el jueves tras dos días de arresto, "siguen incrementándose por todo el país diariamente".
"No se vislumbra voluntad alguna del gobierno para escuchar los reclamos legítimos de los ciudadanos cubanos y sí la intención de afianzar el miedo, la amenaza y la violencia como métodos para mantener un férreo control y ahogar todo intento de libre expresión", dijo Estado de Sats.
"La Seguridad del Estado no puede seguir actuando impunemente sin rostros y nombres que se responsabilicen con estos hechos violatorios. El desamparo legal y civil a que están sometidos los ciudadanos cubanos es un retorno a la barbarie", consideró.
"No callaremos ante la represión y el terror que pretenden instaurar. Nos asisten todos los derechos humanos y universales", advirtió el proyecto. Responsabilizó al Gobierno "por la integridad física y mental de cada ciudadano libre, afectado por éstas continuas violaciones" y lo alertó "de las posibles consecuencias de propiciar e incitar la violencia ciudadana".
En su nota, Estado de Sats, enumeró "atropellos" como "la expulsión y desalojo del Proyecto OMNI-ZONAFRANCA de la Casa de Cultura de Alamar en el año 2009, la posterior retención temporal de sus computadoras que contenían información privada en la aduana del aeropuerto José Martí; las campañas de descrédito y violencia física contra blogueros independientes y activistas sociales; la prohibición al Proyecto Matraka de celebrar el Festival Rotilla de este año (…) las constantes agresiones a las Damas de Blanco, la brutalidad manifiesta en los gritos de: Preparen, Apunten, Fuego, escuchados en el último 'acto de repudio' montado frente a la casa de Laura Pollán el 24 de Septiembre del 2011".
Estado de Sats organiza periódicamente debates sobre temas de la realidad cubana en los que participan analistas, blogueros, artistas y otros actores de la sociedad civil. En su comunicado, el Equipo Organizador incluyó también un listado de acciones de las autoridades contra colaboradores y miembros del proyecto:
—Citación de la Seguridad del Estado a Jorge Calaforra, Coordinador de Estado de SATS, bajo amenaza de no permitírsele nuevamente su entrada a Cuba. (15/07/11)
—Citación a Milagros Pardo, del equipo de realización, para indagar sobre el proyecto. (15/07/11)
—Visita de la seguridad del Estado a Adrian Monzón de Talento Cubano para alertarlo de no asistir al encuentro del 1er Aniversario de Estado de SATS. (15/07/11)
—Detención en una unidad policial en Pinar del Río a la economista Karina Gálvez, invitada al panel de Estado de SATS, cuando viajaba hacia la Habana. (16/07/11)
—Citación a una unidad policial y amenaza de deportación de la Ciudad de la Habana a su provincia natal a Hugo Torres, productor ejecutivo de Estado de SATS. (25/08/11)
—Citaciones sucesivas de la Seguridad del Estado y cancelación del Permiso de Residencia en el Exterior (PRE) a Antonio G. Rodiles, Coordinador de Estado de SATS. (14/04/11, 11/08/11, 06/09/11)
—Visita de la seguridad del Estado a David d’OMNI para persuadirlo de no asistir al encuentro sobre proyectos independientes y censura. (26/08/11)
—Citación de la seguridad del Estado a Carlos Michel (El Puro) para persuadirlo de no asistir al último encuentro (22/09/11)
—Detención de Juan Antonio Madrazo y prohibición de asistir a Estado de SATS. (22/09/11)
—Instalación de videocámaras frente a la casa de Antonio G. Rodiles, lugar donde se celebran los encuentros de Estado de SATS. (23/09/11)
—Detención por parte de la seguridad del Estado del historiador Manuel Cuesta Morúa, invitado al panel del último encuentro de Estado de SATS. (24/09/11)
—Grupo de jóvenes participantes, entre ellos, el grafitero El Sexto, son asediados y cercados a la salida del último encuentro. Les piden identificación y registran sus nombres (24/09/11)
—Manuel Cuesta Morúa es arrestado y encarcelado durante 24 horas para evitar la entrevista con Estado de SATS. (30/09/11).
Fuente:
http://www.ddcuba.com/derechos-humanos/7504-estado-de-sats-no-callaremos-ante-la-represion
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El graffitero y el tirano
Posted on October 14, 2011 by Estado de SATS
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«¿Qué mal mayor puede escogerse para un estado que el ver hombres honrados condenados como criminales al destierro, porque piensan de diversa manera e ignoran el fingimiento? ¿Qué, repito, más pernicioso que conducir a la muerte y considerar como enemigos a hombres que no han cometido crimen ni delito alguno, sino que tienen el pensamiento libre?».
Baruch Spinoza (1632-1677).
No se trata de una fábula, sino de un caso bien real en que el poder de un general presidente se ensaña con un humilde hacedor de graffitis. Es imposible imaginar una pelea más desigual, por eso los represores tratan de justificarse a sí mismos ideando conspiraciones y redes detrás del artista. Les avergüenza confesar que le temen a lo que ellos mismos han denominado «papelitos» (flyers) pero lo cierto es que no sacaron nada de esto. Antes bien El Sexto ―joven, delgado, pobre, aislado en su propia ciudad y hasta recluido― mantuvo en vilo al régimen con cada hora que pasó en prisión, mientras iba sumando admiradores.
Ya Aristóteles, desde las profundidades de la Antigüedad griega, destacaba el curioso hecho que los tiranos se hacían rodear por individuos de la peor calaña; por los elementos más inescrupulosos de la sociedad. Cabe preguntarse hoy, en Cuba ―isla que en medio de una bruma de vergüenza ajena transpira corrupción e impunidad sin darse siquiera por aludida― quiénes ejecutaron la orden de detención del conocido graffitero. La respuesta no se hace esperar: unos paisanos, traídos por el poder revolucionario desde los más remotos rincones, dispuestos a vender su ¿alma? con tal de llegar a la capital del país e instalarse en la casa de cualquier “habanera” de baja autoestima.
Es el sueño provinciano de los futuros agentes de fila, los que apalean con gusto a los “capitalinos” descargando todas sus frustraciones sexuales, económicas y hasta deportivas. Si La Habana se congeló en un «período especial» el interior del país vive todavía la era soviética, es por eso que allí el abuso de autoridad y la represión son más brutales y visibles. Nada más lógico, pues, que extraer de esa cantera a los esbirros revolucionarios.
Sigue la pregunta: ¿Quiénes ordenaron la detención? No es difícil imaginar que los testaferros son Primeros Oficiales, la parte ¿pensante? del aparato represivo, en la que destaca una amalgama que involucra a todas las provincias por igual, dado que el punto aquí no es la geografía, sino la “eficiencia burocrática”, acompañada de la adulación, del lamido de botas a los superiores.
Pero ¿quiénes son los superiores? El resto de la pirámide cuyo vértice todos conocemos: la máxima jerarquía revolucionaria, rodeada de esa lacra a la que aludía Aristóteles, dedicada exclusivamente a construir un muro de incondicionalidad y ciega lealtad alrededor del tirano.
En la extinta Unión Soviética corría un chiste sobre las 5 reglas del socialismo, a saber:
• No pienses.
• Si piensas, no hables.
• Si piensas y hablas, no escribas.
• Si piensas, hablas y escribes, no firmes.
El Sexto violó todas estas y, en consecuencia, se le aplicó la quinta y última:
• Si piensas, hablas, escribes y firmas, no te sorprendas.
Y aquí va la pregunta de cierre: ¿cómo es posible que un tirano le pueda temer a un graffitero? El tirano no confía en nadie, por eso se rodea de lo peor. Pero si el tirano es, además, un anciano se vuelve inseguro y temeroso. Con la vejez se apodera de él el terror a la muerte; simplemente, no la acepta como un fenómeno natural y, al propio tiempo, comienza a caer en cuenta que no es inmortal y que debe pagar si hay un más allá. Así, en el ocaso de su existencia ―luego de toda una vida atea e inicua― el tirano se convierte en devoto religioso. Todo el poder y la autoridad que exhala por fuera contrastan con la fragilidad y la pequeñez que lo consume por dentro, lo que no deja de hacer más torpe sus decisiones.
El general presidente podría entrar en la historia nacional con solo dar el paso real y definitorio hacia la democratización y la libertad plena del país, cerrando el ciclo de medio siglo de ejecuciones, represión e intolerancia. En lugar de ello, prefiere acosar a un graffitero solitario.
Ya El Sexto esta en la calle y todo seguirá igual: sus flyers haciéndole ver al mundo que los cubanos rechazan la falacia de la libertad revolucionaria, mientras el tirano se contempla en el espejo y no ve más que vacío.
Alexis Jardines
Baruch Spinoza (1632-1677).
No se trata de una fábula, sino de un caso bien real en que el poder de un general presidente se ensaña con un humilde hacedor de graffitis. Es imposible imaginar una pelea más desigual, por eso los represores tratan de justificarse a sí mismos ideando conspiraciones y redes detrás del artista. Les avergüenza confesar que le temen a lo que ellos mismos han denominado «papelitos» (flyers) pero lo cierto es que no sacaron nada de esto. Antes bien El Sexto ―joven, delgado, pobre, aislado en su propia ciudad y hasta recluido― mantuvo en vilo al régimen con cada hora que pasó en prisión, mientras iba sumando admiradores.
Ya Aristóteles, desde las profundidades de la Antigüedad griega, destacaba el curioso hecho que los tiranos se hacían rodear por individuos de la peor calaña; por los elementos más inescrupulosos de la sociedad. Cabe preguntarse hoy, en Cuba ―isla que en medio de una bruma de vergüenza ajena transpira corrupción e impunidad sin darse siquiera por aludida― quiénes ejecutaron la orden de detención del conocido graffitero. La respuesta no se hace esperar: unos paisanos, traídos por el poder revolucionario desde los más remotos rincones, dispuestos a vender su ¿alma? con tal de llegar a la capital del país e instalarse en la casa de cualquier “habanera” de baja autoestima.
Es el sueño provinciano de los futuros agentes de fila, los que apalean con gusto a los “capitalinos” descargando todas sus frustraciones sexuales, económicas y hasta deportivas. Si La Habana se congeló en un «período especial» el interior del país vive todavía la era soviética, es por eso que allí el abuso de autoridad y la represión son más brutales y visibles. Nada más lógico, pues, que extraer de esa cantera a los esbirros revolucionarios.
Sigue la pregunta: ¿Quiénes ordenaron la detención? No es difícil imaginar que los testaferros son Primeros Oficiales, la parte ¿pensante? del aparato represivo, en la que destaca una amalgama que involucra a todas las provincias por igual, dado que el punto aquí no es la geografía, sino la “eficiencia burocrática”, acompañada de la adulación, del lamido de botas a los superiores.
Pero ¿quiénes son los superiores? El resto de la pirámide cuyo vértice todos conocemos: la máxima jerarquía revolucionaria, rodeada de esa lacra a la que aludía Aristóteles, dedicada exclusivamente a construir un muro de incondicionalidad y ciega lealtad alrededor del tirano.
En la extinta Unión Soviética corría un chiste sobre las 5 reglas del socialismo, a saber:
• No pienses.
• Si piensas, no hables.
• Si piensas y hablas, no escribas.
• Si piensas, hablas y escribes, no firmes.
El Sexto violó todas estas y, en consecuencia, se le aplicó la quinta y última:
• Si piensas, hablas, escribes y firmas, no te sorprendas.
Y aquí va la pregunta de cierre: ¿cómo es posible que un tirano le pueda temer a un graffitero? El tirano no confía en nadie, por eso se rodea de lo peor. Pero si el tirano es, además, un anciano se vuelve inseguro y temeroso. Con la vejez se apodera de él el terror a la muerte; simplemente, no la acepta como un fenómeno natural y, al propio tiempo, comienza a caer en cuenta que no es inmortal y que debe pagar si hay un más allá. Así, en el ocaso de su existencia ―luego de toda una vida atea e inicua― el tirano se convierte en devoto religioso. Todo el poder y la autoridad que exhala por fuera contrastan con la fragilidad y la pequeñez que lo consume por dentro, lo que no deja de hacer más torpe sus decisiones.
El general presidente podría entrar en la historia nacional con solo dar el paso real y definitorio hacia la democratización y la libertad plena del país, cerrando el ciclo de medio siglo de ejecuciones, represión e intolerancia. En lugar de ello, prefiere acosar a un graffitero solitario.
Ya El Sexto esta en la calle y todo seguirá igual: sus flyers haciéndole ver al mundo que los cubanos rechazan la falacia de la libertad revolucionaria, mientras el tirano se contempla en el espejo y no ve más que vacío.
Alexis Jardines