Por Rosa María Payá
En Cuba, con y sin reforma migratoria entra y sale quien el gobierno decida.
He llegado a Europa hace poco más de una semana. El frío de Madrid me heló hasta los huesos pero fue prontamente superado por la oleada de sensaciones y la calidez del encuentro con mi familia, mis tíos, mis primos y los amigos que por tanto tiempo han estado lejos.
Hace 10 años que no veía, por ejemplo, a Regis Iglesias, quien salió un día de la primavera de 2003 de nuestra casa en el Cerro par ser secuestrado por el Gobierno Cubano durante más de 7 años. Luego fue deportado a España sin derecho siquiera poder visitar a sus amigos antes de irse. Recuerdo que mi padre lo despidió en la cerca, cómo podía alguien imaginar que esa sería la última vez que se verían estos dos inseparables amigos y compañeros de lucha.
Cuando hace dos meses el Gobierno Cubano me dijo a través de sus funcionarios militares de las oficinas de emigración que yo no podía viajar y que cuando eso cambiara ellos me lo dirían, decidí que no volvería a pedirles permiso. En esa ocasión yo cumplía con todos los ominosos requisitos legales para salir del país, y al cambiar la ley los seguí cumpliendo. La diferencia es que ahora me podían rechazar en la aduana, pero no lo hicieron. En ningún caso creo que me escape, salí porque el gobierno lo permitió.
En Cuba, con y sin reforma migratoria entra y sale quien el gobierno decida. La prueba es que Regis Iglesias no ha podido entrar y que varios dentro de Cuba ya han sido advertidos de que no podrán salir.
El motivo de mi viaje fue en primer lugar intervenir en una cumbre sobre los derechos humanos y la democracia en Ginebra. Allí, expusimos nuestras preocupaciones por la inestable situación de nuestro país y la opresión a la que están sometidos sus ciudadanos. Explicamos la iniciativa común del Camino del Pueblo que es la opción validada por la mayor parte de la oposición donde se sientan las bases y los pasos elementales que debemos dar como pueblo en la transición hacia la democracia.
Recordamos que más de 25 000 ciudadanos están desde hace 10 años demandando legalmente al gobierno la realización de un plebiscito, cuando la constitución solo pide 10 000 demandantes y explicamos en que consiste el proyecto Heredia. En la cumbre, en Ginebra conocí a muchas personas que desde diversas y conflictuales realidades se movían a la solidaridad con su prójimo y se arriesgaban por lograr el bienestar de sus semejantes.
Descubrí que a pesar de nuestras diferentes religiones, culturas y tradiciones todos abogábamos por objetivos similares: el respeto a los derechos humanos y el reconocimiento de estas injustas y difíciles realidades por parte de la comunidad internacional. Allí como en Madrid hemos recordado que las amenazas de muerte que recibía mi padre se concretaron el 22 de Julio de 2012 y solicitamos apoyo para que se investiguen su muerte y la de mi amigo Harold Cepero.
Dejamos una declaración que está siendo firmada por los asistentes a esta cumbre en la que se solicita explícitamente el apoyo a una investigación que aclare lo sucedido. La verdad se hace indispensable, por justicia, como vía para la verdadera reconciliación, pero también como un llamado de atención, porque las amenazas de muerte ahora se han extendido a toda mi familia y la represión aumenta contra los miembros del MCL y de toda la oposición.
Por nuestro pueblo, por nuestro futuro y por la seguridad de toda una nación, el mensaje de la comunidad internacional a quienes tienen el poder en Cuba también debe ser: BASTA DE IMPUNIDAD.
Hace cuatro milenios un antiguo babilonio escribió una canción de cuna que una madre le cantaba a su hijo.
A pesar de que probablemente el niño se dormía, el mensaje de la canción no es muy tranquilizador.Se trata de una reprimenda al bebé por despertar al dios de la casa con sus llantos, lo que tendrá repercusiones.
Esta es una de las primeras canciones de cuna de las que se tiene constancia, fechada alrededor del año 2000AC. Se encuentra grabada en una pequeña tabla de barro que cabe en la palma de la mano.
La escritura es cuneiforme -una de las primeras formas de escritura- y debió ser transcrita con cuidado por un escriba babilonio con un estilete hecho de caña en lo que actualmente es Irak.
Los temas que asustaban a los niños eran típicos de las canciones de cuna de esa época, según explica Richads Dumbrill, un experto en música antigua del Museo Británico de Londres, donde está guardada la tabla que contiene la canción de cuna.
"Quieren decirle al niño que ha hecho mucho ruido, que despertó al demonio, y si no se calla de inmediato, el demonio se lo comerá".
Muchas de las canciones de cuna que cantan hoy en día también tienen un trasfondo oscuro.
"Balancéate, balancéate, balancéate", comienza diciendo una canción del pueblo Luo de Kenya, antes de volverse amenazante diciendo "al niño que llora se lo comerá una hiena", algo que puede ser una realidad en algunas partes del país.
Miedo y amor
Pero asegura que todas las canciones de cuna -incluso las que dan miedo- "están enraizadas en el amor, la ternura y el cuidado".
Muchas canciones de cuna, independientemente de sus letras, tienen una cualidad hipnótica. Otras son tristes y oscuras, como un lamento.
"Algunas te cuenta la historia del país o como se debe vivir la vida, como un consejo para los niños", explica Zoe Palmer, un músico que trabaja en un proyecto de canciones de cuna en el Hospital Real de Londres.
Palmer colabora con madres primerizas en el hospital y forma parte de un grupo de músicos que ayuda a las madres a aprender y compartir canciones de cuna existentes y a crear otras nuevas.
Es una comunidad muy diversa, con madres y padres provenientes de China, Bangladesh, India, España, Francia y Europa del Este. Palmer ha descubierto que las canciones son bastante similares en todas las culturas.
"En cualquier parte del mundo las mujeres utilizan los mismos tonos, la misma forma de cantar a sus hijos"
Zoe Palmer, músico
Según ha constatado, muchas canciones de cuna son muy básicas, con unas pocas palabras que se repiten una y otra vez.
También comparten ritmos similares. Las canciones de cuna suelen tener un compás de 6 por 8, dándoles una característica típica del balanceo, explica Sally Goddard. Eso calma, porque replica el movimiento que el bebé experimenta en el vientre de la madre mientras esta se mueve.
Además de ayudar a que los bebés se duerman, las canciones de cuna también tienen fines educativos.
Cantar junto a un niño pequeño es una manera efectiva de enseñarle nuevas palabras y sonidos, explica Colwyn Trevarthen, profesor de psicología infantil de la Universidad de Edimburgo.
Durante años Trevarthen ha estudiado como las madres interactúan con sus hijos en los primeros meses de vida. Su investigación apunta que los bebés tienen una cualidad musical innata y un sentido del ritmo excelente.
"Es increíble como el bebé responde con sonidos y gestos, a menudo al mismo ritmo de los sonidos de la madre. El niño y la madre agarran el ritmo, como si fueran músicos de jazz improvisando", señala.
Terapia
La teoría de Lorca, con la que muchos investigadores concuerdan hoy en día, es que una de las funciones de las canciones de cuna es ayudar a que la madre pueda vocalizar sus propias preocupaciones y miedos. Así que sirven también de terapia para la madre.
En la actualidad hay muchos factores que amenazan la supervivencia de las canciones de cuna, sobre todo la cantidad de aparatos nuevos para entretener y calmar a los niños que lloran y el incremento a la comunicación a través de la tecnología.
Puede que cantar no forme tanto parte de nuestras vidas como en el pasado, ya que en generaciones anteriores, que no contaban con televisión e internet, la gente se juntaba para cantar y contarse historias.
Pero se diría que, por el momento, las canciones de cuna siguen vivas, desde Kenya hasta Marruecos, pasando por Reino Unido.
El arqueólogo musical Richard Dumbrill cree que hay algo intrínseco en la experiencia de criar a un niño que hará que las canciones de cuna sobrevivan.
"Creo que las canciones de cuna pertenecen al instinto natural de la maternidad".
Reem Kelani, una cantante británica de origen palestino está de acuerdo.
"Es algo universal. Cuando canto un a canción de cuna, en cualquier parte del mundo, siempre hay gente que se siente identificada".
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