Cuando ya nada quedaba de su cuerpo de niña, cuando las ojeras se apoderaron de todo su rostro, cuando su piel andaba tan pegada a sus huesos que daba lástima mirarla y cuando ya no servía ni para lavar los trastos de la cocina, su tía reparó en ella y decidió llamar a su hermana para que viniera a buscarla por temor a que su "adorada "sobrinita se muriera allí, de tanta pena por el amor que había dejado en el pueblo. Ya la "niña" tenía 18 años y era el momento preciso para que ellos, sus padres, decidieran si le permitían o no que José la visitara."
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lunes, 22 de febrero de 2010
Jacinta
Cuando ya nada quedaba de su cuerpo de niña, cuando las ojeras se apoderaron de todo su rostro, cuando su piel andaba tan pegada a sus huesos que daba lástima mirarla y cuando ya no servía ni para lavar los trastos de la cocina, su tía reparó en ella y decidió llamar a su hermana para que viniera a buscarla por temor a que su "adorada "sobrinita se muriera allí, de tanta pena por el amor que había dejado en el pueblo. Ya la "niña" tenía 18 años y era el momento preciso para que ellos, sus padres, decidieran si le permitían o no que José la visitara."
domingo, 21 de febrero de 2010
Te acordarás un día...
Te acordarás un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía,
porque te quiso tanto que no te lo decía.
Aquel amante loco que era como un amigo,
y que se fue con otra para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante,
profesor de horas lentas, con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano que volvió del olvido
sólo para quererte como nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras,
y te cubrió de rosas, sin que tú lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente;
viajero silencioso de las noches de estío,
que sembraba en la arena su corazón tardío.
Te acordarás un día de aquel hombre lejano,
del que más te ha querido, porque te quiso en vano.
Quizás, así, de pronto, te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secará en el huerto,
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y él andará en la sombra, con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.
José Angel Buesa
sábado, 20 de febrero de 2010
"Vislumbro mi Habana"
Yo vislumbro las calles de mi Habana
y presiento su gran animación
y aquel pregonar en sus mañanas...
Prensa Libre... La Marina...Información.
Yo vislumbro su hermoso Malecón
y el azul de sus aguas cristalinas...
y la farola del Morro que se empina
como un centinela en atención.
Yo vislumbro la luna con su aureola
brillar luminosa sobre su bahía
y con el dulce arrullo de las olas
embriagarse de nostalgia el alma mía.
Yo vislumbro el sol de cada día
asomarse por la puerta del Oriente
y la tarde con su policromía
colmar de belleza el Occidente.
Yo vislumbro el bullicio de su gente
en las tiendas...en las calles y los bares
y las lindas habaneras sonrientes
paseando alegres por sus bulevares.
Yo vislumbro las calles de mi Habana
con sus bellas farolas encendidas
el esplendor de una noche en Tropicana
y la belleza de la Quinta Avenida.
Yo vislumbro la gente divertida
por sus rincones y sus arrabales...
cuando el sueño a recordar convida
las noches de los bellos carnavales.
Félix Pagés -Romeo
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Si quisieras conmigo quedarte...
Si quisieras conmigo quedarte
y de todo mi amor enterarte,
tendrías que prenderte en mi mente
y no dejarme ni un solo instante.
Duraría mi amor hasta que muera,
aún después de la vida entera,
duraría, de cualquier manera,
duraría hasta que nos doliera.
¿Cuánto podrá durar este amor?, _preguntaste.
_Durará mientras quieras, mientras quieras amarme,
mientras quieras soñarme, mientras quieras besarme;
durará mientras puedas en tus sueños buscarme.
Durará mientras sientas que no puedes dejarme;
mientras sientas que tiemblas con tan solo mirarme;
durará mientras sientas ganas de acariciarme,
mientras sientas deseos de volver a encontrarme.
Durará todo el tiempo que tú quieras pensarme;
todo el tiempo que quiera tu mente recordarme,
durará mientras tengas ganas de enamorarme;
durará mientras tengas ganas de ilusionarme.
Durará mientras quieras... Mientras quieras amarme,
mientras tengas canciones de amor que regalarme;
mientras sientas que no quieres marcharte:
¡Durará para siempre, si tú quieres quedarte!
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Nota:
Quiero compartir con mis lectores este bello poema de amor.
Un día alguien me lo dedicó en un foro de msn, pero nunca supe su verdadero nombre, era solo un nick..
Aclaro que no conozco al autor o autora del poema. Si alguien lo sabe, le agradecería que me lo dejara en un comentario. Gracias.
Esperanza E Serrano
domingo, 14 de febrero de 2010
miércoles, 10 de febrero de 2010
Hablemos del amor.
No es posible vivir en la tristeza, con la soledad
como fiel compañia colgando frustraciones a su paso.
A veces nos equivocamos y perdemos el rumbo.
Tratamos de beber en la fuente del amor a la ligera,
olvidando que la sed acumulada por la carencia
de los años, no se satisface en un instante.
Otras veces creemos que es fácil encontrarlo,
como si el amor pudiera fabricarse de un tirón,
y ponerle alas al antojo del momento,
sin equivocos que puedan detenerlo.
El amor es limpio, no admite falsedades,
egoísmos, traiciones, ni rencores.
Se nutre de ansias compartidas;
desecha los deseos reprimidos
y no congenia con el aburrimiento.
El amor es quimica; es llama ardiente,
es el fuego de la danza sublime
de las mariposas en el vientre
en las tardes de lluvias
y en las noches de insonnios.
Es preciso librarlo de espejismos,
sino nace, no crece, y si nace,
hay que evitar que muera por descuido.
El amor es vida que fluye y se alimenta
de alegría, ternura, sosiego y armonía
Requiere de mimos, de atenciones,
de tiempo para alzar el vuelo libremente,
El amor no es ilusión efímera,
es percepción, es sentimiento.
No es la flor que se marchita en el vaso,
ni la que en la rama muere.
La felicidad que nos trae
a veces se presenta,
como un suspiro en la noche,
y duele cuando se pierde,
dejándonos indefensos,
muertos en vida...
Esperanza E Serrano
martes, 9 de febrero de 2010
La impertinente...
Sólo penumbras
y este viejo farol en la esquina.
Angustiada espero el cambio de las luces
en el antiguo semáforo.
Quiero cruzar la línea...
Quiero esconderme de la noche...
Quiero habitar un lugar seguro.
La impertinente, llega,
sin que nadie la invite,
espantosa como siempre
y otra vez me insulta,
despiadada, impúdica, salvaje...
Con todas sus fuerzas
se estrella contra mi débil
y pueril estructura humana...
Se enreda en mi pelo,
moja mis hombros,
golpea mis senos,
se escurre entre mis brazos,
y toda mi piel
se estremece de dolor...
Esta lluvia impertinente
me quita la ropa en plena calle
y sin pedir permiso
se cuela entre mis piernas.
Los carros pasan indiferentes;
veloces se fugan de mis ojos,
como sino importara otra cosa
que correr de frente,
sin mirar al costado.
La noche llega larga y desafiante,
cargada de centellas...En el cielo
¡Todo es tempestad en pleno vuelo!
Otra vez el agua traicionera
viola todos mis derechos.
A esta lluvia no le basta con herir mi cuerpo,
ahora se escurre entre los tragantes sucios
de estas calles vacías de nosotros.
Se lleva mi perfume y los besos
y todas las caricias que me diste
en aquellas tardes cargadas de dichas,
cuando aún éramos felices
a pesar de todos mis miedos...
Revolotea arrastrando los escombros,
la miro correr como si nada importara
que mi amor se pierda con esa corriente
de agua helada mezclada en el silencio.
Ya no me duele tanto la defachatez de la lluvia
que me viola otra vez en plena calle,
lo que me mata es esta inclemencia
que aleja tu presencia de mi vida
y me deja sin deseos de atrapar
con mis manos la sonrisa de tus labios...
Sigue la lluvia persistiendo...
¡Ya no le basta con tragarte!
Ahora, creo,
se ha detenido en el tiempo:
¡Me tortura, me aniquila...!
¡¡¡Me está borrando de mí misma!!!
Esperanza E Serrano
Brandon, Fl
Enero 2010
domingo, 7 de febrero de 2010
Una confesión exquisita!
Tal es el caso de los piropos que me han regalado al pasar por una esquina concurrida de jóvenes, y hasta de viejos (cuando no peinaba canas). Algunos de esos tradicionales comentarios regalados al azar aún los recuerdo por su originalidad, algunos por su ingeniosidad y otros hasta por la mediocridad del mensaje, sobre todo por estar pasaditos de "color", como aquel que dice:
"Quien fuera ese suelo por donde pasas para que me pisaras de a lleno"
O ese otro, muy "celestial", por cierto que me dijo un atrevido de mi pueblo cuando apenas yo tenía 15 años:
"Niña, eres el Angel que mi San Pedro anda buscando"...
Frases de amor, me han dicho muchas y muy bonitas, solo que no pasaron de ser solo eso: frases. Algun que otro pretendiente me ha dedicado mas de un poema amoroso , pero les juro que nunca, en medio de un connotado momento romántico, nadie me ha dicho algo tan categórico como lo que me acaba de confesar mi más ferviente y amoroso enamorado: El General Candela.
Aqui lo escribo, porque esto debe quedar para la historia.
El General me confesó anoche:
"Tú y yo somos como dos pulgas destinadas a encontrarse en el lomo de un mismo perro"
Llevo más de 24 horas riéndome de tal comparación. Quiere decir que me ha llamado pulga!!!
Eso sí nunca me había pasado.
Esperanza E Serrano
viernes, 29 de enero de 2010
Un dia como hoy...
The Raven
Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
" 'Tis some visiter," I muttered, "tapping at my chamber door —
Only this, and nothing more."
Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; — vainly I had tried to borrow
From my books surcease of sorrow — sorrow for the lost Lenore
— For the rare and radiant maiden whom the angels name Lenore —
Nameless here for evermore.
And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me — filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating
" 'Tis some visiter entreating entrance at my chamber door
— Some late visiter entreating entrance at my chamber door; —
This it is, and nothing more."
Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I, "or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you" — here I opened wide the door; ——
Darkness there, and nothing more.
Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortal ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the darkness gave no token
And the only word there spoken was the whispered word,
"Lenore!" This I whispered, and an echo murmured back the word,"Lenore!"
Merely this, and nothing more.
Then into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon I heard again a tapping somewhat louder than before.
"Surely," said I, "surely that is something at my window lattice;
Let me see, then, what thereat is, and this mystery explore
— Let my heart be still a moment and this mystery explore;—
'Tis the wind, and nothing more!"
Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore;
Not the least obeisance made he; not an instant stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door
— Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door —
Perched, and sat, and nothing more.
Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore,
"Though thy crest be shorn and shaven, thou," I said, "art sure no craven,
Ghastly grim and ancient raven wandering from the Nightly shore
— Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning — little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no sublunary being
Ever yet was blessed with seeing bird above his chamber door
— Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door,
With such name as "Nevermore."
But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing farther then he uttered — not a feather then he fluttered
— Till I scarcely more than muttered, "Other friends have flown before
— On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before."
Quoth the raven, "Nevermore."
Wondering at the stillness broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I, "what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful Disaster
Followed fast and followed faster — so, when Hope he would adjure,
Stern Despair returned, instead of the sweet Hope he dared adjure —
That sad answer, "Nevermore!"
But the raven still beguiling all my sad soul into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird, and bust and door;
Then upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore
— What this grim, ungainly, ghastly, gaunt, and ominous bird of yore
Meant in croaking "Nevermore."
This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamplight gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!
Then, methought, the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by angels whose faint foot-falls tinkled on the tufted floor.
"Wretch," I cried, "thy God hath lent thee — by these angels he hath sent thee
Respite — respite and Nepenthe from thy memories of Lenore!
Let me quaff this kind Nepenthe and forget this lost Lenore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil! — prophet still, if bird or devil!
— Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate, yet all undaunted, on this desert land enchanted
— On this home by Horror haunted — tell me truly, I implore
— Is there — is there balm in Gilead? — tell me — tell me, I implore!"
Quoth the raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil! — prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us — by that God we both adore
— Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore
— Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore."
Quoth the raven, "Nevermore."
"Be that word our sign of parting, bird or fiend!" I shrieked, upstarting
— "Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! — quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!"
Quoth the raven, "Nevermore."
And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted — nevermore!
E.A.Poe, January 1845
Datos sobre Edgar Allan Poe.
Poeta, novelista y ensayista norteamericano nacido en Boston en 1809.Huérfano desde pequeño, fue adoptado por un rico comerciante de quien heredó el apellido Allan. Durante cinco años vivió con sus padres en Inglaterra donde fue internado en un colegio privado. A partir de 1820, de regreso a Estados Unidos, su carácter melancólico y rebelde, sumado a la afición por el alcohol, se convirtieron en un obstáculo para que sus padres adoptivos pudieran facilitarle el complemento a la educación que deseaban para él.En 1831, ante la ruptura total con sus padres, se trasladó definitivamente a Baltimore donde publicó "Poemas", seguido de su primer triunfo como escritor, "Manuscrito encontrado en una botella".Entre sus poemas más famosos figuran "Leonore" en 1831,"El cuervo" en 1845, "Annabel Lee" en 1849 y "Las campanas" en 1849. Su mayor producción literaria está contenida en numerosos cuentos y novelas de corte policiaco que lo llevaron a la fama. Falleció en Baltimore en octubre de 1849.
The Raven,
"El cuervo "
(versión en español)
Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repentea mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con inciertamano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".
Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!
Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,
"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
que a mi alcoba quiere entrar:
un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
eso es todo, y nada más!".
Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinistéis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusistéis a tocar,
que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:
¡sombras sólo y... nada más!
Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;
más profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno..., resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...
!Esto apenas, ¡nada más!
A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro-dije-es algo que se posa en mi persiana,
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
es el viento, y nada más!".
La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Pallas representa
fue y posóse, y ¡nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...
!Dime, ¿cuál es tu nombre, cuál,
En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
con tal nombre: "Nunca más".
Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: "Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
"no hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichoso a quien la suerte
persiguiera sin cesar,
persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
sus canciones terminar
y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
de: ¡Jamás, y nunca más!".
Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber que pretendía aquel pájaro ominoso
de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
al graznar: "¡Nunca jamás
Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más-sobre cojines reclinado-con anhelo
me empeñaba en descifrar,
sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! Jamás volverá élla
a oprimir, ¡ah, nunca más!
Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. "¡Miserable ser-me dije-Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
¡Oh, Profeta -dije- o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado
pero intrépido, a este hogar
por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamas a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Oh, Profeta -dije- o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo
a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,
presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la del alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora..."
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
-grité alzándome-, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma...!¡
De tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
se alzará..., nunca jamás!
Versión de Juan Antonio Pérez Bonalde