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domingo, 17 de abril de 2011

Como mi abuela decidió no dispararle a un intruso una noche en Toluca


Cómo mi abuela decidió no dispararle a un intruso
Por JUAN ANTONIO SEMPERE* -

Allá por 1956, mi abuela (Conchis, finada) estuvo a punto de matar a un hombre. Justificadamente, pero de todas formas hubiera sido una gran tragedia si se hubiese animado a jalar el gatillo. Aunque, paradójicamente, también el hecho de no haber jalado el gatillo constituyó una gran tragedia.


Mis abuelos maternos vivían en una vieja casona en la zona centro de la ciudad de Toluca, sobre la calle de Juárez. La casa tenía dos pisos, con grandes ventanales y balcones de herrería que miraban a la calle. En ese entonces mi abuelo tenía una fábrica de jabones en la ciudad de Puebla, así que pasaba de lunes a jueves supervisándola y regresaba el fin de semana con su familia en Toluca.


Durante aquellas ausencias, mi abuela se quedaba sola en casa cuidando a cuatro niños: mi tía Maru (†), los gemelos José Manuel y Lourdes (mi mamá) y mi tío Luis, cuyas edades oscilaban entre los 9 y los 2 años. Los tiempos no eran ni con mucho tan inseguros como hoy en día, pero mi abuelo había peleado en la Guerra Cristera y sabía de lo que son capaces los seres humanos en un momento de ofuscación, así que había instruido concienzudamente a su esposa en el manejo de una monumental escopeta de cacería. “Si alguien intenta meterse a la casa, tú dispárale sin pensarlo dos veces, ¿entendido?”, era la consigna que le hacía a mi abuela cada vez que partía a supervisar el negocio jabonero.


En una de tantas ausencias, mi abuela escuchó un ruido extraño cerca de la ventana de su habitación. Era casi la medianoche. Se incorporó y alcanzó a distinguir una sombra extraña ascendiendo sobre el balcón, dibujada tenuemente sobre la cortina gracias a un modesto farolito que proporcionaba algo de iluminación a la calle. Acorde al mandato de mi abuelo, tomó la escopeta y salió del cuarto. La idea de mi abuela era asomarse por el balcón de una habitación contigua (la del cuarto de costura), para poder sorprender al malhechor en el acto de internarse al domicilio. Al asomarse sigilosamente por la ventana del costurero, mi abuela pudo comprobar que, en efecto, un hombre corpulento se había encaramado al balcón de la recámara principal. Con tan sólo tres o cuatro metros de distancia entre ella y su objetivo, levantó el cañón de la escopeta y apuntó hacia el infractor. Pero ahí le entró la duda. El hombre venía bien vestido. Y no estaba intentando meterse a la casa. Por el contrario, al parecer estaba intentando medir el salto hacia el balcón de la casa de al lado. Con voz de mando (mi abuela era brava, cuenta la leyenda), gritó un clarísimo “¡Alto o disparo!” A lo que el petrificado intruso respondió con un “¡No dispare, por favor!”, girando sobre sus talones y levantando las manos para mostrarse en actitud de sumisión. Mi abuela reconoció de inmediato el acento de su -casi- víctima: “¿Señor Castro?” “Sí, señora Valdés, soy su vecino, el señor Castro. Se me olvidaron mis llaves y estaba intentando llegar a mi balcón a través del suyo. Mil perdones”.


El señor Castro había trepado por un viejo álamo que facilitaba el ascenso al balcón de casa de mi abuela, notando que de ahí a su propio balcón no le separaba más que un saltito, proeza moderada para alguien atlético y de buena estatura. Mi abuela, sin embargo, no estaba de humor para escuchar explicaciones de esa clase. No lo bajó de bruto, animal, bestia y qué se yo cuántos otros insultos a la usanza de la gente decente, mientras que le decía que estuvo a punto de llegar volando a su balcón, pero gracias a un escopetazo marca Wyatt Earp. Castro se deshacía en disculpas, sin saber cómo apaciguar a mi iracunda abuela. Al final de cuentas todo quedó en un susto y en una anécdota familiar sumamente socorrida. Pero no tanto por los hechos ocurridos esa noche, sino por lo que pasó después.


El señor Castro dejó de ser vecino de mis abuelos unos meses más tarde. Se embarcó en Tuxpan, Veracruz, en un yate llamado Granma, junto con sus compañeros: su hermano Raúl, el señor Guevara, el señor Almeida, el señor Cienfuegos y otros más. Llegaron el 2 de diciembre a las inmediaciones de la playa Las Coloradas, se agarraron a balazos con el ejército y terminaron por internarse en la Sierra Maestra de aquella isla, Cuba. Poco más de un par de añitos más tarde, el señor Castro –Fidel, para sus amigos– era el hombre más importante de su país, sentándose en la silla presidencial que había dejado vacante Fulgencio Batista. Y de ahí no se movió en un buen rato.


La historia no termina allí.


Mi abuelo tenía un hermano menor, Luis (alguien que en su momento ameritará su propia serie de anécdotas, pues su historia fue vasta y llena de curiosidades). Luis [Valdés Soccert] era un espíritu rebelde, en marcado contraste con la personalidad seria y conservadora de mi abuelo.


Luis se fue a vivir a Cuba siendo un adulto joven, y contrajo matrimonio con una cubana risueña y dicharachera llamada Manolita. Mi tío abuelo Luis era propietario de una feria, con la que recorría la isla a lo largo y ancho durante todo el año. Simpatizó desde un principio con la causa de la revolución cubana (aún antes de que ésta triunfara), lo que le llevó a entablar acaloradas discusiones con su hermano (mi abuelo) cada vez que volvía a México en vacaciones y fechas importantes.


El tío Luis conoció al señor Castro, tanto en México como en Cuba. Tras el derrocamiento de Batista, ambos coincidieron en varias funciones oficiales, pues la feria de mi tío era uno de los pocos entretenimientos que seguían funcionando con regularidad tras la revolución. El señor Castro siempre fue cordial con el tío Luis, pese a que éste último siempre declinó afiliarse al partido y asumir varios cargos oficiales que le fueron ofertados por el barbado líder. Pero el clima social de Cuba cambió mucho al paso del tiempo. Y tan sólo un par de años después del triunfo revolucionario, mi tío Luis pasó de ser una persona cercana al señor Castro a “enemigo de la nación”. Logró obtener un salvoconducto del gobierno mexicano para escapar de la isla con su esposa y su hijo recién nacido, tras enterarse que su nombre estaba por ser difundido en una lista de personas que debían ser recluidas en prisión por conspirar contra el gobierno. Mi tío, anteriormente defensor de la causa promovida por los barbudos rebeldes, miró con rabia e impotencia a los soldados que sólo le dejaron subir al avión tras arrancarle los botones y cremalleras de la ropa, confiscándole a la familia hasta la última pieza de equipaje, e incluso las botellas de leche de su hijo. “Esto servirá para que coman los niños cubanos, no para alimentar a hijos de desertores y traidores”, fue la explicación.


Luis, Manolita y el bebé fueron recibidos por mi abuelo en México, literalmente cerrándose las desgarradas ropas con sus propias manos. Dentro de todo tuvieron suerte. Vivieron para contar su historia y para recriminarle a mi abuela que no hubiera jalado del gatillo cuando tuvo en la mira a “ese maldito barbón que ha de pudrirse en los infiernos”.


Mi abuela murió joven, a mediados de los 60. Mi abuelo nunca fue el mismo tras perder a su esposa, y él se fue en el 81. Mi tío abuelo Luis duró unos pocos años más. Su esposa, Manolita, acaba de morir hace unos meses. Todos de causas naturales. El señor Castro nada más no se muere. Ahí sigue, en su isla. Y muchísimas personas esperan escuchar sobre su eventual muerte. De entrada, todos mis amigos cubanos en Miami a quienes les he relatado esta anécdota familiar. Las reacciones a la historia de mi abuela y el señor Castro han sido muy diversas. Han generado risas incrédulas, expresiones anodinas, escrutinio con preguntas y más preguntas… algunos se han echado a llorar. En serio. Es un cliché hablar de “efectos mariposa” y alterar el curso de la historia en menos de un segundo, pero es obligado referirnos a esos lugares comunes cuando ocurren casos así.

¿Estaría yo escribiendo en un blog si mi abuela hubiera tirado del gatillo? ¿Existiría yo mismo, acaso? No lo sé. Nadie lo sabe. Solo que sé que siempre que revivimos esta anécdota en mi familia, siento algo muy raro en mi interior. Como si evitar una tragedia entre los míos hubiera desencadenado la tragedia para miles, quizá millones de personas. Por eso prefiero no pensar mucho en “hubieras” y en consecuencias… Sólo platico la historia y dejo que cada quien decida qué hacer con ella.

Tomado de:



. Este testimonio se reproduce en CaféFuerte por cortesía del autor, que lo publicó originalmente en su blog Finísima persona. *JUAN ANTONIO SEMPERE, periodista mexicano. Ha sido editor de publicaciones líderes en el mercado latinoamericano como Men’s Health en Español (1996-2005), Prevention en Español (2004) y ESPN Deportes (2005-2006). Ha publicado en Maxim, Quo, Marie Claire, Buenhogar, Contacto Digital, Playboy y el diario Reforma. Actualmente es socio fundador de Factoria UNO, empresa generadora de contenidos multimediáticos.

viernes, 15 de abril de 2011

El amor


El amor
El amor jamás te avisará en qué lugar te espera.

El amor es la medicina que más necesita la humanidad,

es el mejor antídoto contra la soledad.

El amor le abre las puertas al olvido

y cierra las ventanas al rencor.

El amor llega a cualquier edad,

no discrimina, ni humilla,

y regala paciencia, ternura, pasión...

El amor desnuda el corazón,

diluye las penas y restaura sueños rotos.

Exalta emociones y fortalece la confianza.

El amor no sabe de imposibles,

desafía prejuicios y miradas condenatorias,

rompe barreras y levanta hogueras,

es el maestro de la bondad, la esperanza y la paz.

Se deleita con la mirada de un niño,

nos acompaña por los caminos más difíciles,

no tiene horario, ni limites,

es entrega total.

El amor pone en tus manos las semillas que sembrarás,

no es patrimonio exclusivo de un vinculo carnal,

te ayuda a descubrir los pequeños milagros de la cotidianidad,

a conocerte a través de la mirad de otro ser,

a enriquecer tu mente, a consolidar tu espíritu.

El amor te hace fuerte y frágil a la vez,

no tiene principio ni fin porque siempre estará

brindándote nuevas oportunidades,

aun cuando creas que se ha marchado para siempre,

te sorprenderás al verlo regresar con otro rostro,

que te traerá de nuevo aquel aletear de mariposas

que un día te hizo soñar y te llevó de la mano al infinito...

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Nota: este texto me llegó via email, palabras sabias que me agradan y que comparto con ustedes.

Para cerrar este post los dejo con Andrea Bocelli



jueves, 14 de abril de 2011

Pobre amor



¡Pobre amor! No lo despiertes,

que se ha quedado dormido.

Hay en sus labios inertes,

la tristeza del olvido.


¡Pobre amor! No lo despiertes,

Dios sabe cuánto ha sufrido.

¡Pobre amor! No lo despiertes,

que se ha quedado dormido.


Alberto Ureta

Poeta peruano

(1885_1966)

miércoles, 13 de abril de 2011

Las ocho "mentiras" que debes conocer


Las ocho mentiras más grandes sobre la comida sana

Por José Barki

Las maravillas del marketing y los gurús de la comida sana nos han hecho creer que ciertos alimentos hacen milagros en el cuerpo humano: adelgazan, queman grasas, nos quitan el hambre o, inclusive, nos hacen más felices. Sin embargo, la mayoría de los mitos sobre la alimentación saludable son absolutamente falsos. Estas son las ocho mentiras más grandes que nos han contado sobre el tema.


1.Los alimentos integrales adelgazan


Muchos creen que “integral” es lo mismo que “dietético”. Grave error. Las harinas y cereales integrales cuentan con prácticamente las mismas calorías que los productos refinados. Sí se podrá decir que son más sanos por su alto contenido en minerales y fibras, y que ayudan a eliminar toxinas con más facilidad. Pero de ninguna manera adelgazan.


2. Las ensaladas de los fast food son la “opción saludable”


Nunca falta el que entra en McDonald´s y, en vez de pedir una hamburguesa como Dios manda, elige la ensalada porque es la “opción sana”. Una reciente investigación privada sobre las ensaladas que se venden en los locales de comida rápida determinó que estos productos están excedidos de sal y grasas. El ejemplo es lapidario: un Big Mac tiene 540 calorías y 1,040 miligramos de sal; mientras que una ensalada completa con pollo y aderezo cuenta con 530 calorías y 1,260 mg de sal. O sea que el Big Mac es más sano; o menos dañino. Y más rico.


3. Los productos 0% grasa son sanos


Es muy común que uno se sienta habilitado para devorar sin culpas toda clase de alimentos “0% grasa” (fat free en inglés). Mucha gente los consume porque piensa que, mágicamente, perderá peso. El problema es que, al quitar la grasa, gran parte del sabor original de estos productos es removido, lo cual obliga a los fabricantes a agregar azúcar y toda clase de químicos de origen dudoso. Por eso, los alimentos 0% grasa pueden ser peores que los comunes.


4. Las galletitas son mejores que el pan


Más mitos que se derrumban. Y una buena noticia para los amantes incondicionales del pan: las galletitas tienen muchas más calorías (420 en 100 gramos) que el pan (280 en 100 gramos) y también más grasa. Así que terminemos con eso de andar haciendo migas con las insoportables galletas de agua y pidámosle al mozo otra panera.


5. Los limones aportan vitamina C y no tienen azúcar


Es cierto que los limones aportan vitamina C, pero también es verdad que otras frutas tienen las mismas propiedades y son deliciosas. Tomen nota: un kilo de frutillas tiene más Vitamina C que un kilo de limones y, aunque no lo crean, tiene menos azúcar. Por eso, basta ya de sacrificarse tomando jugo de limón para evitar gripes y resfríos, creyendo que eso nos hará todopoderosos. Las frutillas cuentan con las mismas propiedades vitamínicas y son definitivamente más ricas.


6. Las barritas de cereal hacen bien


En los últimos años se multiplicó la variedad de barritas de cereal en los quioscos. Muchos deportistas las consumen como complemento proteico. Lo que no todos saben es que estos cereales, mezclados con frutas y chocolate, pueden tener hasta el doble de azúcar que algunas golosinas convencionales. Hay que estar atento.


7. Las espinacas dan fuerza


Popeye sacaba unos músculos tremendos cada vez que comía su lata de espinacas. Y es cierto que esta verdura tiene hierro, pero no tanto como las lentejas, el hígado de cerdo o los berberechos. Además, las espinacas tienen sustancias laxantes y quelantes que hacen más difícil la absorción del hierro por parte del cuerpo humano.


8. Las zanahorias agudizan la visión


Comer zanahorias cual Bugs Bunny no nos salvará de usar lentes si realmente tenemos problemas de visión. Los betacarotenos que contiene esta verdura son precursores de la vitamina A, imprescindible para la fabricación del pigmento rodopsina, que mejora la agudeza visual en ambientes con malas condiciones de luz. Es decir: no por comer zanahorias vamos a tener la vista de un lince; a lo sumo veremos un poquitito mejor si está oscuro.

martes, 12 de abril de 2011

Elogio a la mujer brava

Por Héctor Abad

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.


A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.


La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).


A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.


Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.


Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.


Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas.. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.


Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!!!!!!!!


Tomado de>


http://www.actitudtini.com/mujeresconactitud/2010/05/elogio-a-la-mujer-brava


nota; Para quien no lo sepa, Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se recibió en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico defensor de derechos humanos y fundador de la que ahora es la facultad de medicina), pero vuelve a Italia por amenazas recibidas. Regresa en 1993, aproximadamente y en la actualidad reside en Bogotá.

sábado, 9 de abril de 2011

"Y las arañas tomaron los árboles"

Ciencia curiosa – 8 abr 2011 2:45 p.m. EDT
Por Miguel Artime


Hace seis meses, en Pakistán llovió como no se recordaba. De hecho en una sola semana cayó la misma cantidad de agua que se esperaba para toda una década. Los afectados humanos fueron millones, pero los animales también se vieron forzados a luchar por su supervivencia.


Y esa es parte de la explicación de la fotografía. Estos árboles, recubiertos por completo de telaraña, sirvieron de "isla de náufrago" a miles de estos arácnidos, que se vieron obligados a escapar de la lluvia subiéndose a los árboles. Desde entonces, las enormes colonias de arañas se han apoderado de las copas de los árboles (ubicados cerca de un lago) y no han vuelto a bajar al suelo.

Ahora, según puedo leer al pie de la foto, el extraño comportamiento de los artrópodos ha supuesto una pequeña bendición para los habitantes de la zona, llamada Sindh. Y es que este inusual fenómeno ha ayudado a que los mosquitos desciendan en número, ya que muchos se ven atrapados por las enormes telas casi inmediatamente después de abandonar las aguas, tras su fase de ninfa. ¿El resultado? Un descenso acusado en el riesgo de malaria para los lugareños. Y es que en este se caso se cumple el viejo refrán: "no hay mal que por bien no venga". La foto y la explicación, las encontré en Flickr. Fotos cortesía de Russell Watkins/Department for International Development Tomado de: http://es-us.noticias.yahoo.com/blogs/ciencia-curiosa/y-las-arañas-tomaron-los-árboles.html

martes, 5 de abril de 2011

Idiosincrasia cubana


Cosas de Cubanos


POR QUÉ LOS CUBANOS NO PUEDEN SER TERRORISTAS...

1. 7:45 a.m. es muy temprano para levantarse de la cama.

2. Siempre llegamos tarde, podemos perder cualquier vuelo.....

3. La gente bonita que va en el avión nos distrae.

4. Como hablamos alto, atraemos la atención de todo el mundo.

5. Con comida y tragos en el avión, olvidamos a qué íbamos.

6. Como hablamos con las manos, tendríamos que poner las armas en el piso.

7. Todos quisiéramos volar el avión y nos pondríamos a discutir antes de tiempo quien sería el piloto.

8. Como no podemos mantener un secreto, todo el mundo se enteraría una semana antes.

Y MI FAVORITO.......

9. Pondríamos la bandera cubana en el avión.



¿TU ERES CUBANO? SI NO LO SABES, SEGURO QUE TE DARÍAS CUENTA SI.......

1) Alguna vez te han pegado con una chancleta.

2) Creciste teniéndole miedo al coco.

3) Si otros te dicen que dejes de gritar cuando solo estas hablando.

5) Si usas tu boca para apuntar a alguien.

6) Si tu, constantemente, te refieres a cualquier cereal como 'Con fleis.'

7) Si tu mamá te gritaba para que vinieras a comer, a pesar de que vivían en un apartamento de un cuarto.

8) Si tú puedes bailar conga, son, merengue, guaracha o salsa sin música.

9) Si usas manteca en vez de aceite de oliva y todavía no sabes porque tus 'nalgas' crecen cada vez más.

10) Si te montas a un carro para cinco pasajeros con siete personas adentro y todavía alguien grita “caben más!'

11) Siempre que tienes catarro tu mama te embarra todo el pecho de 'Vicks' además de ponértelo en la nariz.

12) Si tu mamá te prepara tu merienda a pesar de que ya tienes 32 años.

13) Si llamas a los estadounidenses 'americanos', a todos los Asiáticos 'Chinos' y ni hablar de los nativos de España, todos son 'Gallegos'..
.....
"How do you tell a communist? Well, it's someone who reads Marx and Lenin. And how do you tell an anti-Communist? It's someone who understands Marx and Lenin." Ronald Reagan

"Como puedes conocer a un comunista? Bueno, es alguien que lee a Marx y Lenin. Y como puedes conocer a un anticomunista?. Es alguien que si entiende a Marx y Lenin" Ronald Reagan.

sábado, 2 de abril de 2011

¿Volver?

VOLVER?



¿Como puedo volver, si no me he ido,


si llevo en mi alma sembrado mi pasado,


si no he cesado de sufrir lo que he sufrido,


ni dejado de amar lo que he amado?



Solo pueden volver los que han dejado


perdidos en el polvo del olvido


los sueños en la patria encadenados


por el sueño en tierra extraña prometido.



Solo pueden volver los que se han ido,


Y en suelos del destierro han sepultado


recuerdos, anhelos y pasados…


¡Yo no puedo volver, yo no me he ido !


Autor: Dr. Emilio Cosío Tomado de: http://www.lanuevanacion.com/

jueves, 31 de marzo de 2011

¿A qué fue Carter a Cuba?

Por:Juan Martin Lorenzo

En una rara visita no anunciada por nadie, ni por el propio gobierno norteamericano, el ex-presidente Carter desembarcó en La Habana. Nadie sabe con qué intenciones.

El sitio web de la Fundación Carter sólo reseñó que el ex-mandatario norteamericano visitaria a La Habana. Y así lo hizo. No ha habido razones explicadas a la prensa mas allá que sus declaraciones de “que era una visita privada”.

¿Privada de qué? Es la primera pregunta que se me lanza a mi mente. Las autoridades cubanas sabían de su llegada. Cuba no es un país en el que se puede llegar de sorpresa, mucho menos una personalidad como lo es Carter. Por tanto, el gobierno de Cuba calló. Primer signo extraño en esta visita, no en las autoridades cubanas que siempre callan todo.

Y después, en complicidad, calló el señor Carter. Y aqui está, no solo lo más extraño, sino lo más desagradable. Un ex-jefe de estado de una potencia occidental, de un pais democrático, de Estados Unidos que se hace cómplice de una monarquia dictatorial. Extraña mezcla con la que estos políticos demócratas se revuelven.

¿Qué hizo Carter en Cuba? ¿Fué a tratar de liberar a Alan Gross? Pero no, el dijo que no iba a eso, y lo hizo públicamente.

Se reunió brevemente con unos blogueros, con los recientes liberados presos políticos, especialmente con Maseda y Biscet. También se reunió con Paya y Elizardo Sanchez. Y después fue de carrerita a reunirse con los tiranos. Dice le dedicó 6 horas a hablar con Fidel Castro.

Pues, señor Carter, usted fué a Cuba a aplaudir a Castro. ¿No es evidente? Y después pedir la liberación de 5 criminales que violaron las leyes norteamericanas.

Resulta degradante que este ex-presidente trate de pedir la liberación de un hombre que no cometió ningún crimen (Alan Gross sólo ha hecho lo que es normal en una sociedad democrática, ayudar instituciones civiles a conectarse a internet, al mundo) en intercambio por pedir la liberación de 5 criminales. Vaya gesto curioso!

Y a pedir que Estados Unidos levantara el embargo, que no existe, porque Cuba compra medicinas y productos alimenticios a Estados Unidos.

Usted, señor Carter, quiere que las instituciones financieras americanas abran sus bolsillos a un latón de basura de dólares. Porque Cuba es eso. Echar a ese latón el dinero norteamericano, como ha hecho la Unión Europea y Canadá. Con la curiosa circunstancia que esos paises aún estan esperando que se les pague.

Fidel Castro, Raul Castro, y toda esta pandilla son ladrones de dinero. No pagan. Toman el dinero y salen corriendo a gastarlo en cualquier locura. ¿Es eso lo que usted quiere para su pais, sr Carter?

Una pobre horita le dedicó a oir voces divergentes de la tirania. El resto es conocido. Salió dándole vivas al tirano y riéndose, como se le ve junto al dictador. Lo que no quita la expresividad raulista de su gesto en la foto.

¿Adivinan? Claramente está diciendo el senor Raul: lo liquidamos !!!!!!!

tomado de: http://opencuba.blogspot.com/

miércoles, 30 de marzo de 2011

El sublime poder de la música

La música, fiel redentora de todas mis heridas. En días como hoy, escuchar a Plácido Domingo es el mejor bálsamo, la dicha secreta de remontarse al infinito y tocar las estrellas, y desde alli olvidar todas las penas...