Desde pequeña siempre me he sentido, de una forma u otra, ligada a Estados Unidos.
En el pueblo donde nací, en la segunda mitad del siglo pasado, por doquiera se veía y se sentía la presencia de los americanos; así le llamábamos y le llaman a los estadounidenses en mi país. Mi padre trabajaba para una compañía norteamericana establecida por muchos años en la zona. La United Fruit Company. Recuerdo que era una de las principales empleadoras de la localidad.
De niña me gustaba pasear por el barrio americano, me gustaba caminar por sus aceras a todo lo largo de la calle Los Angeles. Mi escuela primaria quedaba cerca de la zona, y aunque no necesariamente tenía que pasar por allí, para ir o regresar de la escuela, siempre me desviaba al volver a casa. Disfrutaba caminar por todo el barrio, transitar por aquellas calles limpias, mirar los jardines y las lindas casitas...En una de ellas vivía Jeanny, mi amiguita americana.
Jeanny asistía a la misma escuela pública donde yo estudiaba. Fuimos compañeras de aula y de grupos desde el primer grado, en la Primaria de la calle Mulas, en Banes. Recuerdo que a la hora del recreo nos divertíamos mucho con las ocurrencias de ella y de otros niños americanos que apenas hablaban español, pero se comunicaban perfectamente con nosotros. A la hora de las travesuras, de los juegos y de las rondas, todos nos entendíamos, el único problema, motivo de algunas riñas infantiles, se presentaba cuando nos daba por tumbar los tamarindos de la mata del patio de la escuela. Ahí sí se armaban buenas broncas entre toda la muchachada, disputándonos los mejores frutos. En esas riñas se imponía la ley del más fuerte y los ganadores siempre eran los cubanos de lo grados superiores.
Mi amistad con Jeanny comenzó en tercer grado y terminó cuando ambas cursábamos el séptimo grado en el año 1962. Año en que sus padres y todas las familias americanas que aún quedaban en mi pueblo, se vieron forzados a regresar a Estados Unidos.
El día de la despedida fue duro para todas. Nunca lo podré olvidar. Hasta ese día habíamos sido un grupo inseparable, tres niñas adolescentes cubanas y una americana. Un cuarteto. Todas unidas en las buenas y en las malas, compartiendo sueños, alegrías, juegos, travesuras, canciones, ilusiones...
Jeanny y todas nosotras llorabamos desconsoladamente desde que recibimos la noticia de que se tenía que ir de Cuba. A los americanos establecidos en Cuba desde muchos años atrás, no les quedaba otra alternativa . El nuevo gobierno establecido por Fidel Castro desde 1959, los obligaba abandonar definitivamente el país.
Jeanny a penas tenía doce años y su vida, su estabilidad emocional, su seguridad, se vio interrumpida bruscamente. Tenía que renunciar definitivamente a todo lo que hasta ese momento había conformado su vida. Todas las pertenencias de la familia fueron confiscadas. Ella había crecido en aquel lindo barrio. Toda su infancia la pasó jugando con nosotras, sus amiguitas cubanas, en el patio de su casa, en la escuela, en el parque infantil del pueblo, en la playa. Con nosotras compartió sus libros y sus fabulosos juguetes. En la sala de su casa disfrutábamos de las peliculas de Disney World...
A la hora de partir, ni siquiera pudo dejarnos uno de sus libros como recuerdo de nuestra amistad. Todo fue inventariado por las nuevas autoridades. Ninguna de nosotras supo nunca a dónde fueron a parar las lindas muñecas de Jeanny, ni sus vestidos, ni sus zapatos, ni sus joyas, ni sus películas... Ninguna de nosotras volvió a saber de ella y de sus tres hermanitos.
Han pasado muchos años, pero en mi memoria siempre ha vivido aquella niña rubia de ojos azules, con la que reí en tiempos felices y la que lloró de dolor conmigo el día que murió mi madre...
Esperanza E. Serrano
Note:
In Cuba, in 1950, United Fruit Company employed 14,000 sugar cane cutters and owned 330,000 acres of arable land, 850 railcars, two company DC-3s and a 75-foot yacht.