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jueves, 19 de mayo de 2011

El martirologio del poeta.


El martirologio del poeta.
Por:Esperanza E. Serrano
Hoy se cumplen 116 años de la caída de José Julián Martí Pérez en Dos Ríos.
Muerte lamentable que cambió el rumbo de la guerra de independencia, y creó un gran vacio politico en el desarrollo de la misma.
Los postulados martianos sobre la guerra necesaria e inevitable con España para liberar a Cuba e impedir la intervención norteamericana en el conflicto bélico, quedaron inconclusos.
Todos sus sacrificios personales de entrega total a la causa, todas sus horas de desvelos y de acción para llevar a cabo su labor proselitista para unir a los cubanos, de adentro y de afuera de la isla, union necesaria para la lucha redentora como medio efectivo de lograr la libertad de Cuba, con el fin de poder crear una republica democrática, incluyente, por todos, con todos y para el bien de todos los cubanos, con su muerte aquel nefasto 19 de mayo, cayeron en el abismo sin fin.
Creo que Martí era más útil vivo. Con su presencia y su bien ganado y merecido respeto, probablemente el destino de Cuba hubiera sido otro. Lamentablemente su romanticismo, su constante agonía, las criticas de sus opositores y su propio decoro, lo llevaron a tomar una decisión equivocada.
Sin estar preparado para ello se lanzó al combate. No pudo llegar lejos aquel hombre que,aunque le sobraba valor, no tenía las cualidades necesarias de un buen guerrero. 116 años después de su martirologio los cubanos seguimos sintiendo su ausencia, porque ahora, más que nunca antes, los hijos de Cuba necesitamos de esa patria incluyente, con todos y para el bien de todos los cubanos.
El poema que a continuación publico es una muestra de la constante agonía en que vivía aquel hombre en el destierro,lejos de sus seres queridos: su esposa su hijo, su familia, en un país adverso, sin recursos económicos, con una salud quebrantada, y enfrascado en una lucha gigantesca por la libertad de Cuba.
En este poema la palabra muerte tiene más de un significado. En él Martí refleja su constante agonía por la separación de su hijo, por la ruptura, en la práctica, de su matrimonio con Carmen Zayas Bazán. El dolor, la soledad y la nostalgia lo llevaron a expresar en estos versos libres, el estado de ánimo que lo dominaba en sus noches de insomnios y con la virilidad que lo caracterizaba, expresa su firme decisión de seguir adelante con lo que él consideró ser la razón fundamental de su vida: la libertad de Cuba. Contradicciones internas que venció a fuerza de voluntad. Definiendo el sentido de su vida, por encima de sus sentimientos y responsabilidades como esposo, padre e hijo, entregándose en cuerpo y alma a cumplir con lo que, desde pequeño consideró su deber fundamental: la libertad de la patria esclavizada. La patria reclamaba a sus hijos el sacrificio supremo: la guerra contra España como única vía segura para romper las cadenas y lograr la libertad definitiva de Cuba.

CANTO DE OTOÑO
Bien: ya lo sé! La Muerte está sentada
A mis umbrales: cautelosa viene,
Porque sus llantos y su amor no apronten
En mi defensa, cuando lejos viven
Padres e hijo. Al retornar ceñudo
De mi estéril labor, triste y oscura,
Con que a mi casa de invierno abrigo,
De pie sobre las hojas amarillas,
En la mano fatal la flor del sueño,
La negra toca en alas rematada,
Avido el rostro, trémulo la miro
Cada tarde aguardándome a mi puerta.
En mi hijo pienso, y de la dama oscura
Huyo sin fuerzas, devorado el pecho
De un frenético amor! Mujer más bella
No hay que la Muerte! Por un beso suyo
Bosques espesos de laureles varios,
Y las adelfas del amor, y el gozo
De remembrarme mis niñeces diera!
...Pienso en aquel a quien mi amor culpable
Trajo a vivir, y, sollozando, esquivo
De mi amada los brazos; mas ya gozo
De la aurora perenne el bien seguro.
Oh, vida, adiós! Quien va a morir, va muerto.
_
Oh, duelos con la sombra! Oh, pobladores
Ocultos del espacio! Oh, formidables
Gigantes que a los vivos azorados
Mueven, dirigen, postran, precipitan!
Oh, cónclave de jueces, balndos sólo
A la virtud, que en nube tenebrosa,
En grueso manto de oro recogidos,
Y duros como peña, aguardan torvos
A que al volver de la batalla rindan
-Como el frutal los frutos-
De sus obras de paz los hombres cuenta,
De sus divinas alas!... de los nuevos
Arboles que sembraron, de las tristes
Lágrimas que enjugaron, de las fosas
Que a los tigres y víboras abrieron,
Y de las fortalezas eminentes
Que al amor de los hombres levantaron!
¡Esta es la dama, el rey, la patria, el premio
Apetecido, la arrogante mora
Que a su brusco señor cautiva espera
Llorando en la desierta barbacana!
Este el santo Salem, éste el Sepulcro
De los hombres modernos. No se vierta
Más sangre que la propia! No se bata
Sino al que odie al amor! Unjanse presto
Soldados del amor los hombres todos!
La tierra entera marcha a la conquista
De este rey y señor, que guarda el cielo!
_
...Viles! El que es traidor a sus deberes,
Muere como un traidor, del golpe propio
De su arma ociosa el pecho atravesado!
Ved que no acaba el drama de la vida
En esta parte oscura! Ved que luego
Tras la losa de mármol o la blanda
Cortina de humo y césped se reanuda
El drama portentoso! y ved, oh viles,
Que los buenos, los tristes, los burlados,
Serán en la otra parte burladores!
_
Otros de lirio y sangre se alimenten:
Yo no! yo no! Los lóbregos espacios
Rasgué desde mi infancia con los tristes
Penetradores ojos: el misterio
En una hora feliz de sueño acaso
De los jueces así, y amé la vida
Porque del doloroso mal me salva
De volverla a vivir. Alegremente
El peso eché del infortunio al hombro:
Porque el que en huelga y regocijo vive
Y huye el dolor, y esquiva las sabrosas
Penas de la virtud, irá confuso
Del frío y torvo juez a la sentencia,
Cual soldado cobarde que en herrumbre
Dejó las nobles armas; y los jueces
No en su dosel lo ampararán, no en brazos
Lo encumbrarán, mas lo echarán altivos
A odiar, a amar y batallar de nuevo
En la fogosa sofocante arena!
Oh! qué mortal que se asomó a la vida
Vivir de nuevo quiere?...
_

Puede ansiosa
La Muerte, pues, de pie en las hojas secas,
Eperarme a mi umbral con cada turbia
Tarde de Otoño, y silenciosa puede
Irme tejiendo con helados copos
Mi manto funeral.
_

No di al olvido
Las armas del amor: no de otra púrpura
Vestí que de mi sangre. Abre los brazos,
Listo estoy, madre Muerte: al juez me lleva!
_

Hijo!... Qué imagen miro? qué llorosa
Visión rompe la sombra, y blandamente
Como con luz de estrella la ilumina?
Hijo!... qué me demandan tus abiertos
Brazos? A qué descubres tu afligido
Pecho? Por qué me muestras tus desnudos
Pies, aún no heridos, y las blancas manos
Vuelves a mí, tristísimo gimiendo?...
Cesa! calla! reposa! vive! El padre
No ha de morir hasta que a la ardua lucha
Rico de todas armas lance al hijo!
Ven, oh mi hijuelo, y que tus alas blancas
De los abrazos de la Muerte oscura
Y de su manto funeral me libren!
José Martí Pérez
Nota( La imagen es una copia del lienzo de Esteban Valderrama reflejando la caida de Jose Martí en Dos Ríos. Lienzo que ya no existe porque el propio autor lo destruyó)