Se acabó el futuro para los cubanos según dice
José Hugo Fernández,
Imagen: ·"Cantando charada" de J.Hugo Fernández.
LA HABANA, Cuba, junio,
www.cubanet.org
-La revista TIME ha publicado el pronóstico de uno de esos expertos
sabios de la metatranca, según el cual, para el año 2045, o sea dentro
de 33 abriles, la especie humana será superada por la inteligencia
artificial. Así que nuestro cerebro (que todavía es menos conocido que
la luna por los científicos) va a quedar en desuso, obsoleto, listo para
el tacho de los desperdicios. Tal vez sea una buena noticia para los
caciques del régimen cubano. Aunque faltaría por ver si les interesa.
Que no en balde ellos les ahorraron el trabajo a la ciencia, desde hace
mucho tiempo, al declarar obsoletos los cerebros de sus gobernados.
Si nos atenemos solamente a los sabiondos futurólogos como el de
TIME, y a los malbaratadores del cerebro humano, como nuestros caciques,
muy bien nos convendría dormir con un ojo abierto y encomendándonos a
todos los santos, no sea que derive en siniestra pesadilla el sueño que
soñaremos esta noche.
Debe ser porque siempre lo teníamos delante, como la clásica
zanahoria, a un palmo de la nariz, tan pregonado como inalcanzable,
sobrepasándonos a un ritmo de sesenta segundos por minuto, pero el
futuro, además de una palabra maltratada en todas las consignas, había
llegado a convertirse para nosotros en un paliativo, una suerte de
tentempié, como esos suplementos vitamínicos que nos mandan los
parientes de Miami, los que, si bien no llenan el vacío en los calderos,
ayudan a mantener las suelas sobre el suelo mientras el palo va y
viene.
En el modo en que los cubanos de a pie percibíamos el futuro, iban
mezclados, complementándose, tanto quizá como en ningún otro caso,
nuestra capacidad de ilusión y nuestro sentido práctico. Por eso, aun
cuando no faltasen motivos, muy rara vez asumimos el futuro en plan
dramático, y menos como un ente misterioso, sino como a esa tía casada
con un finlandés que ha prometido venir a visitarnos.
Pensar, para cualquiera de nosotros, era pensar en el futuro, o sea,
pensar que mañana sería mejor que hoy porque nos acercaba a pasado
mañana. Era una forma pobre, pero era nuestra forma de aliviar el drama
de lo cotidiano. Entre las profecías apocalípticas de Fidel Castro y el
chino de la charada, quien nos predice el número que va a salir en la
bolita, y gracias al cual quizá podamos resolver el desayuno del día
siguiente, optamos sin titubeos por la Rifa Chiffá del chino. A fin de
cuenta, nunca hubo noción de futuro que pudiera convencernos
completamente si no traía incluido el desayuno de mañana en la mañana.
Era un punto de vista muy justo. Además, portador de nuestra única
expresión de disidencia generalizada. Un ejercicio de libre albedrío
ante los asaltos embrutecedores de la dictadura, que afinca su poder en
la monopolización mental y en el ayuno del presente, limitándose a
vendérnoslo como promesa de porvenir.
Pero algo grave parece estar ocurriendo aquí últimamente. Es como si
todos a un tiempo, sin previo acuerdo, nos hubiéramos dados por
vencidos, haciendo dejación de lo único que nos quedaba: nuestra muy
particular perspectiva de futuro.
Estamos dejando de pensar en el mañana, lo cual, en nuestro caso,
equivale a dejar de pensar. Es justamente por pensar sólo en el hoy, en
el ahora mismo (o sea, por no pensar), que procuramos en masa subirnos a
un avión, sin que importe ya hacia dónde nos lleve, o nos vamos sin
irnos, con el alma en vidriera, dispuestos a vendérsela no al mejor
postor sino al que más a mano nos queda, que es el propio régimen, en su
nuevo disfraz reformista. Y debe ser por eso que hemos adoptado la
inopia y el marasmo espiritual como signos de identidad.
Tal vez habría que decir, con Paul Valéry, que uno de nuestros más
serios problemas del presente consiste en que el futuro ya no es lo que
era. Como a otras tantas perlas patrimoniales que hemos ido perdiendo de
vista a lo largo de las últimas décadas, parece que empezáramos a
considerarlo una cosa antigua.
Te llaman porvenir porque no vienes nunca, nos profetizó desde su
cima un gran poeta, al que nunca prestamos demasiada atención. Por
suerte. Porque más esperanzador que el porvenir, era, hasta hace poco,
nuestra manera de concebirlo. Así como infinitamente más descorazonador
que el hecho de no tener futuro, es hoy para nosotros, dadas las
circunstancias, dejar de pensar en futuro.
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Nota
Me pregunto, desde 1959 hasta la fecha, ¿alguna vez los cubanos de a pie
dentro de la isla han tenido algún futuro?
El maravilloso futuro
prometido en los años 60 llegó 30 años después con el flamante y
eufemístico nombre de "Período especial en tiempo de paz". Ya andamos
por el año 53 de la mal llamada revolución cubana y el futuro prometido
en los inicios de la misma, es este presente cruel y despiadado en el que impera el "sálvese el que
pueda" en la lucha por la supervivencia cotidiana, en un medio hostil
en el que predominan las imposiciones y las arbitrariedades de un gobierno
militar, despótico, totalitarista y corrupto, auto llamado socialista, cuando en realidad es un gobierno monopolista-capitalista de estado, administrado por una mafia militar, gerontocrática y anticubana por antonomasia.
Esperanza E Serrano