Imagen: Barack Hussein Obama y su vicepresidente Joe Binden en una sesión de trabajo en la Casa Blanca
... Ineficaz ante la crisis económica y sin rumbo claro en política internacional, el jefe de la Casa Blanca pierde el apoyo de sus tradicionales votantes
Barack Obama está atravesando su momento más bajo en la Casa Blanca. Las dos últimas semanas han marcado una crisis en su liderazgo: desde encuestas que le hunden en popularidad y ensalzan a Hillary Clinton como mejor preparada para el cargo, a gurús demócratas que piden que despida a casi todo su equipo y comience de nuevo, o la constatación de que el voto hispano, judío y negro se le está escapando, desencantado por su ineficacia ante la crisis económica y el incumplimiento de muchas de las promesas del «Yes, we can». Cuando falta poco más de un año para las elecciones, por primera vez un triunfo republicano comienza a considerarse posible.
El propio «New York Times» ha oficializado este momento crítico con un editorial titulado «Crisis de liderazgo». A la lista de ejemplos del insuficiente perfil del presidente, el rotativo neoyorquino ha añadido los últimos días el «curioso panorama» visto en las Naciones Unidas, cuando el presidente francés, Nicolas Sarkozy, «pisó con más fuerza» que Obama en el nuevo capítulo abierto en las relaciones entre Israel y Palestina. «EE.UU. encara la perspectiva de tener que compartir, o incluso ceder, su papel de décadas como arquitecto del proceso de paz de Oriente Medio», decía en su portada el diario.
Que Obama haya tenido que «jugar a la defensiva» en la petición palestina de reconocimiento como Estado por la ONU —así lo ha valorado el «Washington Post»— viene a demostrar el fracaso de las expectativas levantadas por el propio Obama, que decía tener a toda esa región como prioridad de su mandato.
Pero es la crisis económica, con un paro del 9,1 por ciento que la Reserva Federal no cree que baje durante 2012, lo que más daño está haciendo a la popularidad del presidente. Todos los sondeos coinciden en darle los peores resultados desde que llegó a la Casa Blanca. El último de la CBS indica que sólo el 43 por ciento de los estadounidenses está satisfecho, cifra que baja al 34 por ciento a la hora de aprobar su gestión de la crisis.
El descenso en porcentajes es aún más notorio en el caso de las minorías. Según la cadena ABC, el apoyo a Obama por parte de la población negra ha pasado del 83 por ciento en abril al 53 por ciento en septiembre. Gallup marca una caída entre los hispanos del 67 por ciento al 48 por ciento, y entre los judíos del 80 por ciento al 60 por ciento. Para intentar recuperar la base electoral que logró forjarse en las presidenciales de 2008, el equipo del presidente acaba de poner en marcha una campaña denominada «operación voto». Parte de la estrategia ha sido nombrar a un «agente de enlace» con la comunidad judía.
Otra señal de la dificultad para reunir de nuevo la mayoría que le llevó al triunfo electoral es la reducción de las pequeñas donaciones para la campaña de reelección. En 2008, la cuarta parte de la financiación vino de cuatro millones de personas que al menos una vez donaron hasta 200 dólares. Ahora, el número de pequeños donantes de momento solo llega al medio millón.
El desánimo se ha extendido entre los demócratas. La principal voz de alarma ha sido la de James Carville, que fue estratega de Bill Clinton. Carville ha dicho que Obama debería «sentir pánico» y le ha pedido que haga limpieza en la Casa Blanca. «Por el amor de Dios, ¿por qué continúa todavía con los consejeros económicos y políticos que nos han llevado a este desastre? No está funcionando. Y no funcionará si se trabaja con el mismo equipo, la misma estrategia y las mismas excusas», escribó Carville en un carta abierta al presidente.
Tampoco le ayuda a Obama que en medio de esta situación muchas miradas se dirijan a Hillary Clinton, de manera que hay quien se arrepiente de haber apoyado en su día al senador de Illinois frente a la senadora de Nueva York. Un sondeo de Bloomberg asegura que el 34 por ciento de los estadounidenses creen que la hoy secretaria de Estado lo haría mejor que Obama como presidenta; el 47 por ciento estima que lo haría igual y solo el 13 por ciento, que desempeñaría sus funciones peor. Clinton ha tenido que insistir en que no retará a Obama en unas primarias.
Fuente: http://www.abc.esl/